sábado, 7 de octubre de 2017

De los valores actuales: V



Las razones de la envidia


Image result for imagenes de envidia frases bibliaAnte todo conviene destacar que la envidia, es el sentir, que marcará un sentido a seguir, y no otro en el presente trabajo. Es la hiedra más frondosa y abundante en el huerto humano. También es la más amarga. 
Se trata de procesar una típica reacción supuestamente infantil –como la considera el psicoanálisis más tradicional-,por lo tanto si planteamos que es sólo una reacción infantil, habría que pensar que una buena parte de la humanidad todavía navega en las aguas de la infancia. Sin embargo, veremos que es algo dificultoso sentar los términos de ese modo, a pesar de que están indicados muy claramente los puntos de partida de las trayectorias. 
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Sabemos, por ejemplo que no rara vez hay brotes de envidia entre los hermano; en el trabajo, en la oficina, en los grupos humanos; en las comunidades, en la arena de las luchas políticas y sindicales, en el mundo de los artistas; científicos y profesionales…; la envidia saca su navaja a cada momento para atacar por la espalda o por dónde quiera. Es precisamente esa serie de direcciones la que se debe recorrer para dar cuenta de los avances y los alcances de la envidia en nuestra sociedad. Es siniestra la influencia de la envidia y cómo recae sobre quienes triunfan. Sólo hay que ver cómo caen sobre ellos las flechas de la envidia para saber que no se trata de un sentimiento inherente a la los niños. Por ende, sería totalmente erróneo concebir que la cuestión que nos interesa comienza por una respuesta acabada acerca de su existencia sólo en la niñez. La envidia existe en las relaciones humanas en dosis mucho más elevadas de lo que comúnmente se cree. No obstante, puede sostenerse que es muy difícil reconocer que lo que sentimos es en verdad envidia. ¿Por qué digo esto? Porque la envidia es –y bien se sabe-, tan fea que hace esfuerzos inauditos para camuflarse. Es como la culebra que busca cualquier disfraz para ocultarse. Cuanto más fea es su cara, tanto más bonitos son los disfraces que utiliza. No obstante, podemos sostener que, allí hay una marcación al menos zonal que e relaciona en -modo gradual indudablemente-, con el propio deseo. Con otras palabras: Los trayectos inscriptos en la envidia son indispensables para pensar como elementos en juego y recordar que la cuestión no se inicia meramente por una referencia en la infancia, y allí se pierde,  la envidia es sumamente racionalizante, esto es, busca “razones” para disfrazarse. Por eso toma aires razonables, poses objetivas. Dice la envidia: aquí les presento varias razones para demostrar que fulano es un fracasado. Pero las múltiples razones que nos presenta son pura fachada; la verdadera razón es la última: la envidia misma. La envidia jamás ataca al descubierto, siempre cobijada bajo el alero de las “razones”. Así, al amparo de la racionalización, vegeta y engorda lanzando picotazos, minimizando méritos ajenos, apagando todo brillo. La gente sufre mucho a causa de la envidia.

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