martes, 6 de enero de 2015

Camino a la santidad: El trabajo nuestro de cada día

Camino a la santidad: 

El trabajo nuestro de cada día



Cesaréa Marítima, Israel

Vivimos pendientes de nuestros asuntos mundanos. No es malo ocuparnos del trabajo, la casa, nuestros compromisos. Muchas veces dejamos la principal ocupación que tiene el ser humano para "otro momento". Creemos en fantasías y a ellas nos aferramos como chiquillos: sólo los que se dedican a la religión, los clérigos, los misioneros, los que hacen milagros extraordinarios,  pueden ser santos. 


Todo lo contrario, nuestras tareas ordinarias y cotidianas pueden y deben ser santificadas. Pero de ese "tema" de la santidad, no queremos escuchar hablar. Es algo que está fuera de nuestro interés, es algo alejado, desconocido, es algo de otros tiempos y para unos pocos elegidos. Aunque muchas veces hemos escuchado que el llamado a la santidad es para todos y debería ser el centro de nuestra relación con Jesús, Nuestro Señor, hicimos y hacemos oídos sordos. 


Pero si la santidad es un llamado, una vocación, nos preguntamos: ¿escuchan el llamado a la santidad los hombres de nuestro tiempo? Nos hacemos de modo preliminar algunas preguntas:

1)  ¿qué significa la santidad hoy en día?

De modo cotidiano, al ver la imagen de un santo, o cuando alguien nos habla del tema, pensamos -coincidiendo con una de las acepciones del diccionario-, que la santidad define a aquellas personas que están dedicadas a Dios y a la religión. Es la santidad el punto central de nuestra misión como cristianos.
Santidad, es también el núcleo más íntimo de la fe y la práctica religiosa.
Muchas son las referencias que encontramos tanto en el Antiguo Testamento (Isaías 6:3), como en el Nuevo Testamento (Apocalipsis 15:4), que nos hablan de la santidad (Rom 6:19, 22; Ef 1:4), entre tantas textos que nos iluminan el camino. Es Dios quien nos llama a todos a ser santos de la vida ordinaria y dar testimonio de su amor en todo momento. Es Dios quien quiere santificar nuestras vidas a través de su Iglesia.

2)  ¿por qué es tan mal comprendida?

Hay varios mitos y creencias populares muy difundidas respecto de la santidad y de la vida de los santos que se alejan de la verdad:
En primer lugar existe una creencia compartida por muchas personas en la actualidad que creen que la santidad es solo para seres especiales y consideran que llegar a ella está fuera del alcance de los simples mortales. Nada más alejado de la verdad, pues la santidad es aquel hermoso lugar al que Dios quiere que todos lleguemos.  ¿No fue el mismo Jesús quien nos llamó a ser perfectos tal como nuestro Padre celestial lo es? Pensemos que el Concilio Vaticano II lo denominó como "el llamado universal a la santidad".
En segundo lugar, muchos creen que los santos son seres "raros" de rostro "adusto, deprimentes", alejados del tiempo y la historia que les tocó vivir. Sin embargo un santo es la persona más humana del mundo, y en nuestro modesto recorrido nos proponemos ver cómo respondían estos hombres y mujeres a las necesidades y complicaciones del tiempo en que les tocó vivir. 
Nuestro propósito es comenzar a conocer la vida de estos hombres y mujeres que lejos de ser seres inalcanzables, antisociales, anormales, o seres deprimentes de rostros siempre tristes; por el contrario eran seres plenamente humanos pero que se esforzaron de modo permanente en alcanzar la cima de la santidad.

3) ¿es posible la santidad hoy en día?

Sabemos que la santidad personal es una obra progresiva, que se lleva a cabo a pesar de los muchos obstáculos, y requiere de la oración y la perseverancia, tal como tantos textos evangélicos nos lo indica (1 Corintios 1:30; Efesios 4:23, 24), entre otras condiciones fundamentales.
Dios exige que su pueblo sea santo. Y el camino hacia la santidad implica esta separación de lo común en beneficio de lo sagrado, este camino que todo cristiano debe aspirar implica vivir contra la corriente, contra la mentalidad reinante saturada de materialismo y permisividad. 
Siempre hubo tiempos complicados y seres humanos con diferentes tendencias vocacionales, es por esta condición que la santidad respeta las diferencias individuales y se manifestará de modo diverso en cada uno de nosotros. Por ello la santidad es nuestra tarea cotidiana, nuestra vocación, la que expresamos a diario. Por ello la santidad no es un acto heroico o extraordinario, por el contrario es ordinario: implica ser alegres al realizar la tarea cotidiana, plenos de amor a Dios y a los demás. No importa lo grande o pequeña sea la tarea a realizar, pues lo fundamental es dar testimonio, imitar a Jesús, seguir su sendero, crecer y así llegar a ser santos.


4) ¿cómo crecer en santidad en estos tiempos turbulentos?

Algo tan simple parecernos cada día más a Jesús. Eso es crecer en santidad. Seguir sus pasos. Ser obedientes a la voluntad divina, dejarlo actuar a través de nuestras palabras y nuestras obras; tratar de servir al prójimo y siempre dar gloria a Dios. Pero Dios no nos exige más de lo que podemos hacer: Un punto fundamental que, aunque bien sabemos no está de más recordar: los santos no son solos aquellos seres que la Iglesia reconoce y canoniza. Simplemente recordemos las palabras de San Pablo: "todos los que son amados por Dios... están llamados a ser santos". Y siempre nos va a ayudar a lograr el objetivo, a través de la vida ordinaria, pero dando testimonio de su amor en todos los acontecimientos y actividades que nos toca vivir.

Para concluir estas breves líneas decimos que nuestra propuesta entonces es definir la santidad para nuestros días y recorrer el paisaje histórico que recorrieron aquellos santos que con sus conductas nos inspiran hasta nuestros días.













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