jueves, 19 de marzo de 2015

Vida de San José: cualidades






SAN JOSÉ, 

Vida de San José: Cualidades

 Introducción   


Intentar reconstruir la historia de la vida de San José es una empresa difícil de cumplir, por cuanto al hablar de su vida hay que remitirse a los textos Evangélicos, a los comienzos de la cristiandad, y a los aportes de los diferentes Papas.
Desde una óptica psicológica, en la cual estamos inmersos, se trata de buscar aquellos hechos y aportes de la vida del santo, los comentarios teológicos de San Agustín entre otros, teniendo en cuenta la influencia de José en el mundo cristiano y en la historia de la humanidad.
La Psicología como ciencia necesitó más de 2300 años para lograr cierta independencia de la filosofía, pero el intento por penetrar en el enigma de la vida, en el enigma del comportamiento humano, fue desde tiempos remotos una preocupación prioritaria del hombre.
Hoy nos proponemos detallar algunas de las cualidades de San José, con el simple propósito de intentar comprender algunos de los comportamientos del “más santo de todos los santos” y con la aspiración de que esto le sirva al hombre de nuestros días en su vida cotidiana.
En este breve artículo, la propuesta es recorrer el camino de las especulaciones teóricas, transitando por los aportes y planteos de la psicología actual y las invaluables guías de los Padres de la Iglesia.

I- Laboriosidad y coraje

San José nos muestra una de sus cualidades más destacadas y sin embargo muchas veces no reparamos en ella: el coraje. Este rasgo positivo, que demuestra la integridad y autenticidad con la que se condujo en la vida, de forma genuina, con valor, valentía ante las amenazas y los desafíos, ante las dificultades y el dolor la encontramos en distintos tramos de su vida.
José para cuidar a Jesús y María; necesitó recurrir a todas sus fuerzas físicas tanto para cuidar a su familia, como para procurar el alimento cotidiano con el trabajo de cada día. Él tenía la plenitud de sus fuerzas humanas y la madurez suficiente para hacer frente a todas sus responsabilidades.
Encontramos además, en nuestro santo,  perseverancia y laboriosidad, José es de aquellas personas que terminan siempre lo que empiezan. Sabemos que según la tradición, San José era carpintero. Es San Justino quien cuenta que era de Palestina y dice: “Cuando Jesús llegó al Jordán, lo creían hijo de José el carpintero y no aparentaba lo que era, pues se le consideraba un carpintero. En efecto, durante su estancia entre los hombres, ejerció un oficio, fabricó carros y yugos, dando así ejemplo de justicia y trabajo. Encontramos en el texto del P. Ángel Peña lo siguiente:
San Cirilo de Jerusalén afirma que en su tiempo (siglo IV), todavía se mostraba a los visitantes de Jerusalén una pieza de madera en forma de teja, labrada, según decía, por José y por Jesús.
Con su trabajo aseguró el mantenimiento de la familia. Son los años de la vida escondida de Jesús, Él era llamado “el hijo del carpintero”, de quien aprendió el oficio.
Es el modelo, tanto para los esposos, los padres de familia, para los trabajadores, para todos los consagrados y a él acudimos como patrono de los moribundos.
Es San José jefe de la Sagrada Familia y modelo para todas las familia humanas, y  si bien en nuestra época la Iglesia celebra la fiesta de San José Obrero, con ello quiere poner de relieve el trabajo humano, que en la figura de San José tiene en el Evangelio un significado especial: junto con la humanidad del Hijo de Dios, el trabajo ha formado parte del misterio de la Encarnación.
Gracias a su duro trabajo, que ejercía con Jesús, José acercó el trabajo humano al misterio de la Redención.
En resumen es la santificación de la vida cotidiana a la que cada uno debe llegar según su propio estado y es accesible a todos.
El mundo es donde los hombres llevan a cabo las realizaciones concretas, es el lugar donde se encuentran todos los sentidos que precisa para su propia concientización y trascendencia. Pero en nuestro mundo actual, donde la cultura light y el desenfreno por los placeres mundanos reina, posibilitando la degradación y la deshumanización del hombre, dejándolo huérfano de metas u horizontes; donde el amor es una quimera y la soledad es moneda corriente, y la nada parece imponerse, apelamos a las conciencias a través del ejemplo que nos dejó la vida de San José para convocar al hombre para que cumpla sus propias tareas y lleve adelante su misión.

II- El hombre que supo cumplir bien su misión

Vemos en José una gran vitalidad, pasión y entusiasmo para afrontar la vida con determinación y energía. Fue fundamentalmente el hombre que supo cumplir bien su misión: Siempre la vida de José estuvo al servicio de Jesús y María. Por eso decimos que está por encima de todos los santos. Encontramos las siguientes referencias:
Él es el administrador fiel y prudente a quien el amo pondrá al frente de su servidumbre para distribuir la ración a su debido tiempo (Lc 12, 42).
Custodio del Señor, que será glorificado (Prov 27, 18).
 El hombre fiel, que será alabado (Prov 28, 20).
¿Podríamos por ventura encontrar un hombre como éste, lleno del espíritu de Dios? (Gén 41, 38).
Y Dios le dice: Te he hecho padre de muchos pueblos (Rom 4, 17).
Eres un empleado fiel y cumplidor; pasa al banquete de tu Señor (Mt 25, 21.23). 

Sus anchas y fuertes espaldas soportaron el duro trabajo, José no pierde tiempo ni tiene un instante libre, pues siempre está trabajando y adorando. Cuidaba a María y al Niño Jesús. Sólo vivía para amar, trabajar, proteger y adorar, pues siempre fue consciente de su paternidad como padre del Redentor y asumió su responsabilidad como un mandato divino, cumple las órdenes sin discutir cuando el ángel del Señor se dirige a él como jefe de familia. Encontramos las siguientes referencias:
Ella dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús (Mt 1, 21).
Toma al niño y a su madre y huye a Egipto y quédate allí hasta que yo te avise (Mt 2, 13-14).
A la muerte de Herodes, de nuevo se le aparece el ángel y le dice:
Levántate, toma al niño y a su madre y vete a la tierra de Israel... Y levantándose, tomó al niño y a su madre y partió para la tierra de Israel (Mt 2, 19-21).

III- Los amores de José: Jesús y María:

Otro de los grandes rasgos de su vida es la humanidad de José, en la que encontramos la bondad, el amor hacia los demás.
José siempre fue un hombre justo, ya lo era antes del matrimonio con María, pero luego comenzó una vida de pleno amor y servicio, un camino seguro a la santidad. Sus dos grandes amores: Jesús y María, eran el centro de su vida y los amó en cada instante. También sufrió en silencio las penurias de la vida y las dificultades a la hora de llevar el pan a la mesa pero todo lo soportó con amor.

IV- El justo

Su vida fue un peregrinar en la fe, y, al igual que María permaneció fiel hasta el final.
Hablamos de justicia, pero también de equidad y ética como rasgos que todos debemos cultivar. También en esta categoría de cualidad encontramos capacidad de trabajo, lealtad, trabajar en comunidad o llevarse bien con los integrantes de la comunidad, liderazgo facilitador de las actividades de grupo o familia.
El Evangelio cita una especial elocuencia en el silencio de José, lo llaman El justo (Mt, 1, 19). Aquí encontramos los misterios de la vocación del hombre y la aceptación que José supo cumplir.
San José, obedeciendo a Dios, custodiando a María y siendo padre de Jesús, tomó parte activa en los misterios de la Encarnación y Redención. Dice san Efrén (306-372), el gran teólogo y doctor de la Iglesia: Bienaventurado eres tú, justo José, porque a tu vera creció quien se hizo niño pequeño para hacerse a tu tamaño. El Verbo habitó bajo tu techo sin abandonar por ello el seno del Padre... Quien es hijo del Padre, se llama hijo de David e hijo de José. (Citado por Martelet Bernard, José de Nazaret, Ed. Palabra, Madrid, 1999, p. 202)

V- Humildad y modestia, prudencia, discreción

José es el hombre del silencio.
No nos dice ni una palabra en el Evangelio. Pero, con su actitud callada y reservada, nos enseña a ser humildes y a cumplir calladamente y sin alardes nuestras obligaciones de cada día.
Este clima de silencio que rodea la vida de José descubre también lo que anida en su interior: descubre una profunda contemplación. José estaba en contacto cotidiano con el misterio escondido, que habitaba bajo su techo. Sacrificó toda su existencia a las exigencias a la venida del Mesías, a su cuidado, a su educación.
En su alma sencilla, fuerte, limpia, fuente de toda la fuerza, surgieron las decisiones más importantes y los renunciamientos que tuvo que hacer a su legitima vocación humana, toda la renuncia por amor.
¿Qué nos enseña hoy esta actitud de San José? Él era el hombre del silencio, sin embargo no de la soledad. Cumplía sus obligaciones y mantenía a su familia con firmeza.
Sin embargo esto muchas veces no sucede en nuestros días. En el mundo contemporáneo habita un hombre temeroso y que huye constantemente de la realidad. Huye de una soledad y del vacío interior. La ansiedad es su eterna compañera. El miedo al aburrimiento y el fanatismo extendido en todas las sociedades, las nuevas formas de mecanización dieron como resultado personas pasivas, apagadas, individualistas, insatisfechas, despersonalizadas. Si hoy en día estamos muy ocupados incluso en el tiempo libre, es en efecto por no soportar estar sin hacer nada, pues no soportamos el encuentro con nuestro vacío interior.
Sería bueno recuperar la fe y la esperanza meditando la vida de San José. Recuperar el sentido de nuestra propia trascendencia y misión.
Encomendémonos a él para que nos obtenga una buena muerte y para que nos enseñe a vivir en castidad de acuerdo a nuestro estado, cumpliendo como él fielmente las obligaciones de cada día.

VI- San José, la aceptación sin pronunciar palabra

La coherencia permanente sobre el propósito más elevado y un sentido de la vida, en San José hay varios puntos con respecto a la espiritualidad:
San José respondió afirmativamente a la Palabra de Dios cuando el Ángel le transmitió el Mensaje, pero sin pronunciar palabra alguna; e hizo tal como le había ordenado el ángel del Señor. Con ello demostró una genuina “obediencia de la fe” (Rm 1,5; 16, 26; 2 Cor 10, 5-6)
Sabemos que es el padre adoptivo de Jesús y esposo de María.
•        Su grandeza está por encima de la de todos los santos y ángeles.
•        Después de María, es el santo más santo, el que más cerca ha estado de la divinidad.
•        Todos sus privilegios y toda su dignidad le vienen de ser el esposo de María, padre de Jesús y, a la vez, de ser el hombre justo y bueno, a quien el Señor puso al frente de su familia.

Conclusiones

La lectura de los textos Bíblicos que hablan de la  vida de San José nos propone reflexionar acerca de nuestra interioridad, nuestra vocación de servicio y nuestra vida interior.





















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