SAN
JOSÉ,
Vida
de San José: Cualidades
Intentar reconstruir la historia de la vida de San José es
una empresa difícil de cumplir, por cuanto al hablar de su vida hay que
remitirse a los textos Evangélicos, a los comienzos de la cristiandad, y a los
aportes de los diferentes Papas.
Desde una óptica psicológica, en la cual estamos inmersos,
se trata de buscar aquellos hechos y aportes de la vida del santo, los
comentarios teológicos de San Agustín entre otros, teniendo en cuenta la
influencia de José en el mundo cristiano y en la historia de la humanidad.
La Psicología como ciencia necesitó más de 2300 años para
lograr cierta independencia de la filosofía, pero el intento por penetrar en el
enigma de la vida, en el enigma del comportamiento humano, fue desde tiempos
remotos una preocupación prioritaria del hombre.
Hoy nos proponemos detallar algunas de las cualidades de
San José, con el simple propósito de intentar comprender algunos de los
comportamientos del “más santo de todos los santos” y con la aspiración de que
esto le sirva al hombre de nuestros días en su vida cotidiana.
En este breve artículo, la propuesta es recorrer el camino
de las especulaciones teóricas, transitando por los aportes y planteos de la
psicología actual y las invaluables guías de los Padres de la Iglesia.
I- Laboriosidad y coraje
San José nos muestra una de sus cualidades más destacadas y
sin embargo muchas veces no reparamos en ella: el coraje. Este rasgo positivo, que
demuestra la integridad y autenticidad con la que se condujo en la vida, de
forma genuina, con valor, valentía ante las amenazas y los desafíos, ante las
dificultades y el dolor la encontramos en distintos tramos de su vida.
José para cuidar a Jesús y María; necesitó recurrir a todas sus fuerzas
físicas tanto para cuidar a su familia, como para procurar el alimento cotidiano
con el trabajo de cada día. Él tenía la plenitud de sus fuerzas humanas y la
madurez suficiente para hacer frente a todas sus responsabilidades.
Encontramos además, en nuestro santo,
perseverancia y laboriosidad, José es de aquellas personas que terminan
siempre lo que empiezan. Sabemos que según la tradición, San José era
carpintero. Es San Justino quien cuenta que era de Palestina y dice: “Cuando
Jesús llegó al Jordán, lo creían hijo de José el carpintero y no aparentaba lo
que era, pues se le consideraba un carpintero. En efecto, durante su estancia
entre los hombres, ejerció un oficio, fabricó carros y yugos, dando así ejemplo
de justicia y trabajo. Encontramos en el texto del P. Ángel Peña lo siguiente:
San Cirilo de Jerusalén afirma que en
su tiempo (siglo IV), todavía se mostraba a los visitantes de Jerusalén una
pieza de madera en forma de teja, labrada, según decía, por José y por Jesús.
Con su trabajo aseguró el mantenimiento de la familia. Son
los años de la vida escondida de Jesús, Él era llamado “el hijo del
carpintero”, de quien aprendió el oficio.
Es el modelo, tanto para los esposos, los padres de
familia, para los trabajadores, para todos los consagrados y a él acudimos como
patrono de los moribundos.
Es San José jefe de la Sagrada Familia y modelo para todas
las familia humanas, y si bien en nuestra época la Iglesia celebra la
fiesta de San José Obrero, con ello quiere poner de relieve el trabajo humano,
que en la figura de San José tiene en el Evangelio un significado especial: junto
con la humanidad del Hijo de Dios, el trabajo ha formado parte del misterio de
la Encarnación.
Gracias a su duro trabajo, que ejercía con Jesús, José
acercó el trabajo humano al misterio de la Redención.
En resumen es la santificación de la vida cotidiana a la
que cada uno debe llegar según su propio estado y es accesible a todos.
El mundo es donde los hombres llevan a cabo las
realizaciones concretas, es el lugar donde se encuentran todos los sentidos que
precisa para su propia concientización y trascendencia. Pero en nuestro mundo
actual, donde la cultura light y el desenfreno por los placeres mundanos reina,
posibilitando la degradación y la deshumanización del hombre, dejándolo
huérfano de metas u horizontes; donde el amor es una quimera y la soledad es
moneda corriente, y la nada parece imponerse, apelamos a las conciencias a
través del ejemplo que nos dejó la vida de San José para convocar al hombre
para que cumpla sus propias tareas y lleve adelante su misión.
II- El hombre que supo cumplir bien su misión
Vemos en José una gran vitalidad, pasión y entusiasmo para
afrontar la vida con determinación y energía. Fue fundamentalmente el hombre
que supo cumplir bien su misión: Siempre la vida de José estuvo al servicio de
Jesús y María. Por eso decimos que está por encima de todos los santos.
Encontramos las siguientes referencias:
Él es el administrador fiel y prudente a quien el
amo pondrá al frente de su servidumbre para distribuir la ración a su debido
tiempo (Lc 12, 42).
Custodio del Señor, que será glorificado (Prov 27, 18).
El hombre fiel, que será
alabado (Prov 28, 20).
¿Podríamos por ventura encontrar un hombre como
éste, lleno del espíritu de Dios? (Gén
41, 38).
Y Dios le dice: Te he hecho padre de muchos pueblos
(Rom 4, 17).
Eres un empleado fiel y cumplidor; pasa al banquete
de tu Señor (Mt 25, 21.23).
Sus anchas y fuertes espaldas soportaron el duro trabajo,
José no pierde tiempo ni tiene un instante libre, pues siempre está trabajando
y adorando. Cuidaba a María y al Niño Jesús. Sólo vivía para amar, trabajar,
proteger y adorar, pues siempre fue consciente de su paternidad como padre del
Redentor y asumió su responsabilidad como un mandato divino, cumple las órdenes
sin discutir cuando el ángel del Señor se dirige a él como jefe de familia.
Encontramos las siguientes referencias:
Ella dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús (Mt 1, 21).
Toma al niño y a su madre y huye a Egipto y quédate allí
hasta que yo te avise (Mt 2,
13-14).
A la muerte de Herodes, de nuevo se le aparece el ángel y
le dice:
Levántate, toma al niño y a su madre y vete a la tierra
de Israel... Y levantándose, tomó al niño y a su madre y partió para la tierra
de Israel (Mt 2, 19-21).
III- Los amores de José: Jesús y María:
Otro de los grandes rasgos de su vida es la humanidad de
José, en la que encontramos la bondad, el amor hacia los demás.
José siempre fue un hombre justo, ya lo era antes del
matrimonio con María, pero luego comenzó una vida de pleno amor y servicio, un
camino seguro a la santidad. Sus dos grandes amores: Jesús y María, eran el
centro de su vida y los amó en cada instante. También sufrió en silencio las
penurias de la vida y las dificultades a la hora de llevar el pan a la mesa
pero todo lo soportó con amor.
IV- El justo
Su vida fue un peregrinar en la fe, y, al igual que María
permaneció fiel hasta el final.
Hablamos de justicia, pero también de equidad y ética como
rasgos que todos debemos cultivar. También en esta categoría de cualidad
encontramos capacidad de trabajo, lealtad, trabajar en comunidad o llevarse
bien con los integrantes de la comunidad, liderazgo facilitador de las
actividades de grupo o familia.
El Evangelio cita una especial elocuencia en el silencio de
José, lo llaman El justo (Mt, 1, 19). Aquí encontramos los misterios de la
vocación del hombre y la aceptación que José supo cumplir.
San José, obedeciendo a Dios, custodiando a María y siendo
padre de Jesús, tomó parte activa en los misterios de la Encarnación y
Redención. Dice san Efrén (306-372), el gran teólogo y doctor de la Iglesia:
Bienaventurado eres tú, justo José, porque a tu vera creció quien se hizo niño
pequeño para hacerse a tu tamaño. El Verbo habitó bajo tu techo sin abandonar
por ello el seno del Padre... Quien es hijo del Padre, se llama hijo de David e
hijo de José. (Citado por Martelet Bernard, José de
Nazaret, Ed. Palabra, Madrid, 1999, p. 202)
V- Humildad y modestia, prudencia, discreción
José es el hombre del silencio.
No nos dice ni una palabra en el Evangelio. Pero,
con su actitud callada y reservada, nos enseña a ser humildes y a cumplir
calladamente y sin alardes nuestras obligaciones de cada día.
Este clima de silencio que rodea la vida de José
descubre también lo que anida en su interior: descubre una profunda
contemplación. José estaba en contacto cotidiano con el misterio escondido, que
habitaba bajo su techo. Sacrificó toda su existencia a las exigencias a la
venida del Mesías, a su cuidado, a su educación.
En su alma sencilla, fuerte, limpia, fuente de toda
la fuerza, surgieron las decisiones más importantes y los renunciamientos que
tuvo que hacer a su legitima vocación humana, toda la renuncia por amor.
¿Qué nos enseña hoy esta actitud de San José? Él
era el hombre del silencio, sin embargo no de la soledad. Cumplía sus
obligaciones y mantenía a su familia con firmeza.
Sin embargo esto muchas veces no sucede en nuestros
días. En el mundo contemporáneo habita un hombre temeroso y que huye
constantemente de la realidad. Huye de una soledad y del vacío interior. La
ansiedad es su eterna compañera. El miedo al aburrimiento y el fanatismo
extendido en todas las sociedades, las nuevas formas de mecanización dieron
como resultado personas pasivas, apagadas, individualistas, insatisfechas,
despersonalizadas. Si hoy en día estamos muy ocupados incluso en el tiempo libre,
es en efecto por no soportar estar sin hacer nada, pues no soportamos el
encuentro con nuestro vacío interior.
Sería bueno recuperar la fe y la esperanza
meditando la vida de San José. Recuperar el sentido de nuestra propia
trascendencia y misión.
Encomendémonos a él para que nos obtenga una buena
muerte y para que nos enseñe a vivir en castidad de acuerdo a nuestro estado,
cumpliendo como él fielmente las obligaciones de cada día.
VI-
San José, la aceptación sin pronunciar palabra
La
coherencia permanente sobre el propósito más elevado y un sentido de la vida,
en San José hay varios puntos con
respecto a la espiritualidad:
San
José respondió afirmativamente a la Palabra de Dios cuando el Ángel le
transmitió el Mensaje, pero sin pronunciar palabra alguna; e hizo tal como le
había ordenado el ángel del Señor. Con ello demostró una genuina “obediencia de
la fe” (Rm 1,5; 16, 26; 2 Cor 10, 5-6)
Sabemos
que es el padre adoptivo de Jesús y
esposo de María.
• Su grandeza está por encima de la de
todos los santos y ángeles.
• Después de María, es el santo más
santo, el que más cerca ha estado de la divinidad.
• Todos sus privilegios y toda su
dignidad le vienen de ser el esposo de María, padre de Jesús y, a la vez, de
ser el hombre justo y bueno, a quien el Señor puso al frente de su familia.
Conclusiones
La
lectura de los textos Bíblicos que hablan de la vida de San José nos
propone reflexionar acerca de nuestra interioridad, nuestra vocación de
servicio y nuestra vida interior.
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