jueves, 5 de diciembre de 2019

Asumir la responsabilidad: V El único que sabe de los sufrimientos


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El Salvador, el Señor de la historia, el único que sabe de los sufrimientos.

Mucho se ha dicho sobre Él.

Pocas y vacías son nuestras palabras al querer poder definirlo diciendo que es para los cristianos nuestro Señor y Salvador, que se ha vuelto hacia nosotros para mirarnos desde miles de lugares siempre con misericordia: sobre la roca dura del Gólgota que recogió gotas de su preciosa sangre donde su cuerpo era una llaga cubierta de carmines rojos y, sin embargo él miró con piedad y magnanimidad a sus captores, y perdonó a sus salvajes conductas humanas que clavaron sus manos sobre el madero, que sembraron vientos de guerras en los gritos de aquellos que se negaron a aceptar su denominación“INRI”: Jesús, el Nazareno Rey de los Judíos; nos miró también desde el monte de las Bienaventuranzas; puso palabras de bondad donde había odio y rencor. Pero además abrió para la humanidad desde el sendero de la paz y camino que cambió la historia humana, de su filosofía, de su modo de vida, de su pensamiento y costumbres. Se es o no se es cristiano, pero no se está excluido del accionar del Señor de la Historia, de Aquel que el Cuarto canto de Isaías describe (Isaías, 53) es esa figura cautivadora es el justo sufriente, el portador de todos los sufrimientos, de todas las llagas.

A) El concepto de sufrimiento para el cristianismo

Jesús cargó con todos los pecados del mundo. Dios, Padre Eterno le entrego las palabras que proclamó aún a sabiendas del odio que iba a ocasionar entre algunos de los hombres de su época.

La compleja maquinaria de los poderosos de aquellos tiempos, con las intrigas, las mentiras y las provocaciones no se privaron de tejer un manto de trampas, desquicios y provocaciones que envolvieron los corazones de muchas personas.

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sábado, 5 de octubre de 2019

Asumir la responsabilidad: IV El dolor humano


Asumir la responsabilidad:    IV

El dolor humano

Decimos Que la vida está llena de dolor. No conocemos momento alguno ni lugar libre de sufrimiento. Es más a veces nosotros no sentimos dolor, pero lo provocamos a otras personas de manera consciente o inconsciente. Esto siempre existió, es moneda corriente de todos los tiempos, pero hoy en día el hombre modero lleva un estilo de vida más “exterior”, su agenda está cargada de citas, excepto consigo mismo.

Resultado de imagen para DOLOR HUMANO FRASES SAN AGUSTINLa vida es dolorosa a veces y espiritualmente estamos hechos para hacer frente a los dolores que nos presenta la vida. En la adversidad las personas han de hacer frente a lo que temen. Pero ninguna religión ni sus representantes garantizan o favorecen una vida sin dolor. Las enseñanzas espirituales nos animan a crecer pasando por y experiencias dolorosas y dejándolas atrás después de adquirir de ellas una lección para nuestras vidas.
El hombre moderno ha perdido sus momentos existenciales. El recogimiento, la meditación, la oración, la concentración, el silencio, la vida interior, son cosas del pasado. En contrapartida desde el afuera se le ofrece una múltiple y rápida oferta de mercado en terapias alternativas de la nueva era para que conozca sus vidas pasadas, su futuro a través de las diferentes y antiguas artes adivinatorias, para que en pocos minutos y sin esfuerzo se contacte con su ser interior. Pero el hombre moderno continúa cada día sintiéndose vacío, lleno de tristeza y prisionero de las vicisitudes del diario transcurrir que lo asfixian cada vez más, en algunos aspectos el hombre de hoy en día se parece al hombre primitivo que todo miraba con asombro  y por todo se interesaba de lo que encontraba a su alrededor, el hombre actual se interesa más en las cosas materiales y funcionales transformándose en un esclavo que en libertad trabaja para alcanzarlas, se vende por un sueldo y vende sus sueños y su tiempo para alcanzar aquellas necesidades puramente ficticias y muchas veces artificiales que el mundo le dice que necesita. Triste camina cuando no logra su objetivo. Triste camina cuando ve que hay cada vez más frutos artificiales que día a día el mercado propone y él necesita para calmar ese vacío. Solo aquello que es útil y cómodo parece calmar la úlcera que se produce en su cuerpo. El gusto por lo bello, lo bueno, lo durable, lo permanente en el tiempo, carece de importancia para el hombre de hoy. Y después nos asombramos si hasta la música ha perdido su poesía. Todo es efímero, hasta el arte. Producir y consumir al máximo parecen ser las señales que siguen la mayoría de los seres humanos hipnotizados de este período histórico, sin pensar si agredimos a la naturaleza y a la propia humanidad.

jueves, 5 de septiembre de 2019

Asumir la responsabilidad: III Virtud y caridad



Asumir la responsabilidad: III

Virtud y caridad

Este tema de la Virtud surgió a partir de una simple cuestión planteada tras uno de esos peculiares sueños que se tienen en algún momento singular de nuestra existencia.
Resultado de imagen para VIRTUD Y CARIDAD imagenesEn el afán de revisar el concepto de la virtud, y realizar un breve recorrido, redescubro cuestiones que ya daba por sabidas: si bien la virtud por sí mismo no es buena –aun siendo un bien, -decimos que se puede ser virtuosos aun sin ser buenos-, pues el que es bueno, lo es en toda acción que comete y es virtuoso en bondad.
Hay una condición humana, despiadada, sentenciosa que siempre condena y nunca absuelve, es una virtud odiosa inhumana y despiadada que juzga con toda severidad y sólo se preocupa de cultivar en su perfeccionamiento y de poder ser señalado como ejemplo monumental de virtud, siempre desprecia a los demás y es un monumento de soberbia: es el virtuoso sin bondad. La virtud, la buena virtud en cambio, no condena, comprende, practica y, en especial practica la bondad, ayuda y socorre a quien lo necesita, camina humilde por el mundo tiende su mano a quien lo necesita. Si reflexionamos bien Aristóteles propone una virtud  diciendo que “es aquel estado de una cosa que constituye su excelencia peculiar y le capacita para realizar adecuadamente su función: particularmente, en el hombre, la actividad de la razón y de los hábitos ordenados racionalmente.” En la filosofía romana, la virtud se asoció con la virilidad y la fortaleza de carácter. En el renacimiento italiano, por ejemplo, en Maquiavelo esta palabra significaba prudencia sagaz.”[1]

La virtud sin bondad, es aquella en la cual todo gira en torna a su yo. No conoce ímpetus ni entusiasmos, es puro egoísmo, y es la llamada virtud satánica, si reflexionamos un poco Satanás era virtuosísimo, peor carecía de bondad. Es  Santa Catalina quien lo define con extrema agudeza diciendo de él: “la criatura sin amor”.
En cambio, la bondad es virtuosa, pero no solamente es virtuosa. Por ser bondad también sufre y llora, ríe, es humana, se expone. El virtuoso piensa en su bien y es mesurado, es individualista, en cambio el bondadoso piensa en el bien de los demás, es social, es decir, el bueno emplea como medida el amor cuya medida es no tener medida alguna.

viernes, 5 de julio de 2019

Asumir la responsabilidad: II Siempre está



Asumir la responsabilidad: II

Siempre está

La palabra pronunciada por Nuestro Señor Jesucristo hace ya veinte siglos, es excelente, ya que introduce a la problemática de la esencia y trascendencia de la naturaleza divina del hombre y su redención a partir de esta vida misma. Pero sería bueno no dormirnos simplemente en esos laureles y, tirar lejos la almohada rellena de plumas suaves con sus dulces palabras si no las leemos a conciencia.

Atinente a ello, en los Evangelios escritos por sus discípulos, leemos la palabra de Él a través de los textos sagrados, conmemoramos las fechas, los episodios, los sucesos, sus milagros, sus acciones todas. Jesucristo, hombre, ha estado hace veinte siglos en este planeta; ha vivido entre los hombres y mujeres de su época; y ha muerto, ha resucitado, ha vuelto al lado de su Padre. ¡Pero bien sabemos que eso no es todo!

Resultado de imagen para cristo presente imagenesSimplemente Cristo no ha estado como otros tantos en un momento histórico y en un lugar determinado. Cristo está presente a cada momento.

Por eso decimos: Cristo no ha estado, Cristo está en cada cristiano, en cada hombre, aunque no sea cristiano; o Cristo es “contemporáneo” en nosotros o no se es cristianos, aunque se sea practicantes.

Cristo, está, en todas las personas que fueron, son y serán, en todas las que han vivido y en las que vivirán. De allí que también –en cierto sentido- la vida del hombre cobre carácter de inmortalidad.
Si bien sabemos que históricamente Cristo ha vivido hace veinte siglos, pero está siempre en todo cristiano para decirle: “Sed buenos como vuestro Padre lo es”. Cristo nos provoca: nosotros debemos escucharlo y hacer como hace Él; más aún, debemos solicitarlo, provocarlo por nuestra parte. Dejar que entre en nuestra vida y en nuestro corazón. Aquí estamos hablando del verdadero celo del cristiano. Hablamos de este Cristo que es el verdadero Cristo viviente, el que es vivido y no simplemente repetido los días domingos en cultos de diferentes denominaciones.
Un legado nos da el cristianismo: ¿Aquel  hombre es mi hermano? Cristo está en mí y en el otro hombre como hermano; es el modelo perfecto del hermano. Debo imitarlo, a fin de ser verdaderamente hermano del otro hombre. ¿El hombre es pobre? El pobre debe imitarlo, a fin de ser realmente un pobre cristiano, es decir a imitación de Cristo. Y yo debo amarlo como hermano pobre y sentirme yo también hermano y pobre según el modelo, que es siempre el Maestro. ¿Acaso soy yo rico? Cristo es como rico en mí, rico, y debo comportarme como se comportaría Él siendo rico. ¿Soy doctor? La misma cosa; Cristo es como doctor y como tal debo comportarme, Él está en mí. Siempre y cada vez, debo preguntarme: ¿cómo se comportaría Él en esta condición?
Para el cristiano no existen condiciones buenas o malas; para el cristiano, Cristo no es únicamente el Dios que se encarnó y vino a la tierra hace veinte siglos; para el verdadero cristiano, las condiciones son buenas si se comporta como el modelo, malas si se aleja del mismo.
Tan humano como la contradicción: Lo sólido y lo frágil de la existencia humana:
Consideramos en el orden de la naturaleza, tan sólo al hombre como aquel ser privilegiado y que porta la dignidad y el privilegio de ser, valga la redundancia un “ser”y ser  “existente”. Hasta donde nos es posible entender, sólo a él, le pertenecen el orden del pensamiento,  en la luz de la Idea, las emociones superiores, y el orden de la voluntad en la ley, la potencia de sentir, de conocer, de conquistar su propia naturaleza y hasta la naturaleza que lo rodea.
Es de valor incomparable la personalidad como desarrollo y acrecentamiento de la persona humana, de sus valores, y hasta de sus defectos. De esto bien da cuenta el poderoso dominio de las emociones sobre la mente pensante y el complejo desarrollo que tiene el cerebro humano con respecto a los de las otras especies existentes en el planeta.  Sólo el hombre es ser, dentro de la naturaleza. Tiene un fin fundamental, pero de modo constante, con fines múltiples lo reabsorben hacia aspiraciones contrastantes y lo llevan a desilusionarse ante la adversidad, pues, su afán es abarcar el mundo todo, a cada instante siente el deseo de poseerlo todo; tiene iniciativa y libertad, aunque ante las decisiones de mayor compromiso, aquellas que son más suyas son puede, no sabe determinar aquello que realmente está en su poder y aquello que no lo está. Como lo decía Freud: El Yo no es dueño de su propia casa”.
Entre aquel hombre que todo lo hace, todo lo puede, que ocupa su tiempo en todo cuanto puede hacer, que socializa con sus congéneres, que es empleado, deportista, tiene hobbies, múltiples relaciones, -muchas de ellas fracasadas-; y está el hombre que nada puede, el hombre que está al margen de la sociedad laboral, que no encuentra su lugar en el mundo, que no puede ni siquiera cubrir sus gastos para alimentarse, que está en soledad, que no puede confraternizar con sus congéneres, que cada día se aísla más, que ya no confía ni en sus familiares de sangre. En ambos anida la soledad y el ansia de dominar el mundo, la reacción frente a lo que los rodea es diferente. Estos dos ejemplos son dos modelos funestos entre los cuales se debate el hombre contemporáneo. Todo es indiferente. Para muchos de nuestros hermanos la vida nada vale, mejor pasear por ella lo mejor posible, hasta que llegue esa nada llamada muerte. Esto es al menos lo que sostiene cierto existencialismo muy difundido entre nosotros. Hasta sería simplista este modo de pensar. Pues, bien sabemos que ninguna cosa puede devolver al hombre lo que se desprende de él; ninguna cosa puede devolverle el sabor de aquello que ha dejado de amar, ni borrar la amargura de los dolores sufridos, de las ofensas padecidas y de las desilusiones; ninguna fuerza puede hacer que no le pertenezcan a él todas las miserias y todo el mal en el que ha sumergido su propia persona; mas el hombre no se quejaría de lo que ha perdido y de lo que ya no posee, no sufriría del mal y del dolor sufridos, si él no persistiese como aquel ser que es, si no fuese siempre aquella unidad, aquella persona indestructible que es. Aun cuando se cree perdido en el naufragio, el existente es el sujeto y el ser del naufragio. Por lo tanto, puede siempre emerger del abismo, aun cuando menos se lo espera; unifica los trozos de su vida, entre sus manos, para constituirse como persona, siempre constituida y nunca definitivamente hecha, siempre ser, mas nunca todo su ser. Aun cuando el mundo le cae encima, si el llanto desesperado y resentido del dolor sabe transformarse en la sonrisa buena del sufrimiento aceptado. En cualquier circunstancia, la divina fragilidad de la existencia sobrepuja la opaca solidez e las cosas en sí mismas; la divina solidez del hombre supera la caducidad de toda cosa que no merece morir, porque nació perecedera. Vale más un hombre que llora que un gusano que ríe, escribe San Agustín.
Solo lo que el hombre ha sentido realmente y amado hasta el aniquilamiento de sí mismo, permanece hasta el momento de su muerte y muere con él, es inmortal en él, pues solo el existente muere, muere el ser, que no perece porque es indestructible.
El fin de la pura existencialidad y el de la existencialidad esenciada; es que el primero es la falsificación, pues  el verdadero concepto de existencia, es la existencia “inesencial” que es tal solamente si es actualización del valor que ella es y de los valores que puede expresar, es decir, es tal si actúa la esencia que implica y en la cual está implicada. El plano del puro existencial es el de lo temporáneo, convengamos aquí que queremos acotar que no hablamos de lo “temporal”, sino de lo diario, de aquello que no “hace historia”,de aquello que es caduco, perecedero, de lo superficial, de aquello que Kierkegaard llama “estético”. Bajo esta concepción se pasa de un momento existencial a otro, sin esenciar uno solo; de ahí la necesidad de “pasar”de una cosa a la otra, en un torbellino de aplazamientos y solicitaciones en que también las personas son cosas; y los sentimientos puros estados de alma, epidérmicos. Se vive sin que un solo momento de nuestra vida haga historia; se nace y se muere sin historia. De ahí, muchas veces, la tristeza, la compañera fiel de este plano de la existencia, tristeza, ella también, superficial y que sirve para dar un poco de amargo a lo dulce y conferirle sabor. La tristeza de ver que todo pasa, transita, se va. Y el cansancio, el desánimo, y el hastío de variar, suscitador de la necesidad de un arribo no provisorio. De ahí la necesidad de la “evasión”, el   week-end, las horas de placer superficial después de las horas sin sabor de la larga jornada de trabajo frente a una copa llena de alcohol o frente a la pantalla de un televisor, frente a una existencia inútil.
Indudablemente, en este cementerio de existencias múltiples e inútiles algo vive siempre una sonrisa de un niño, un recuerdo grato; porque, por más que se pueda superficializar la existencia, no se consigue nunca arrancarla del ser que la constituye: si se consiguiese se anularía al instante. Pero la plenitud de la vida no está hecha de fragmentos faltos de unidad. Ellos valen sólo cuando se recogen, convergen y se unifican en un instante de esencialidad, pues existir es concentrarse en la profundidad.
En nuestra sociedad es muy apreciada las múltiples experiencias vividas por las celebridades, eso tiene buena prensa, pero nada es más pobre que la llamada riqueza de las múltiples experiencias vividas todas a flor de piel. Es una dolorosa operación, aunque muchas veces necesaria para expresar un valor, pues se empeña de verdad en expresar un valor, en sacrificarse entera aun en un solo palpitar, porque es palpitar de un valor por el valor. Ciertamente puede ser, es, también, existencia pecadora, mas indudablemente buena y verdadera: buena de la bondad del valor que ha amado, verdadera de la verdad por la que ha sufrido. Un solo instante de existencia enteramente votada a la esencialidad, hace, por sí sola, historia, es su historia, más válida que todas las jornadas inútilmente pasadas deleitándose de esto o de aquello en la indiferencia y en el hastío.

En la dinámica de la vida espiritual siempre se da la síntesis renovada y activa de todo existente y de todo valor, pues existir es un proceso inexorable de la trascendencia, y, en la vida espiritual siempre está renovado y activo el proceso activo por un lado de libertad y de amor: algo así como una iniciativa del valor que posee el empuje de donarse a la existencia para que se llene de él, y lo revele a sí mismo existenciándolo, lo haga entrar en la historia; y por otro lado está la iniciativa del existente que, atraído  por el valor se dona a él con todo el tormento de expresarlo, tal vez en la forma menos inadecuada, de existenciarlo: en un sentimiento, en un pensar, en un acto de voluntad, en una obra. Aquí es cuando el valor se sacrifica en la pequeñez de nuestro magro acto existencial de modo que se torne inmortal, aquí el hombre se torna hombre de valor, se aniquila frente al valor, se sacrifica aniquilándose frente al valor a fin de que ese aniquilamiento que es a la vez sufrimiento y purificación, resurja esenciado por el valor para existencializarse en actos esenciales que lo expresan, por ejemplo como en el caso de San Francisco de Asís, que dejó de ser  Francisco Bernardote, se anuló a sí mismo frente al valor de la caridad para ser Francisco de Asís el del Cántico de las Criaturas.


domingo, 5 de mayo de 2019

Asumir la responsabilidad: I ¿Qué es la fe?




Asumir la responsabilidad: I
¿Qué es la fe?


Resultado de imagen para IMAGENES DE FESimultáneamente con la ardua lucha emprendida por muchos estudiosos para responder a la pregunta sobre el tema que ahora nos convoca sobre ¿qué es la fe?, comenzó a reposar sobre la fe y dos modos fundamentales de obrar sobre ella. En primer lugar encontramos sujetos que reposan sobre el concepto que ellos tienen de la fe sin hacerse demasiados planteos y sin muchos escrúpulos duermen cómodamente sobre dicho concepto profundamente. Se sienten cómodos, protegidos. Son seres que entienden la fe como un escudo protector. Aunque estén llenos de “pecados”y de escrúpulos, nada se cuestionan, se sienten cómodos y protegidos.  La fe es un blando y cómodo cojín para estos seres en dónde simplemente, apoyan seguros, reposan con todo su bagaje de miserias. En segundo lugar, hay otro grupo de seres que consideran que para la paz del alma, hay que estar en guerra contra el “pecado”. Sólo se conquista la paz haciendo la guerra al pecado y la fe es algo a conquistar hora tras hora. Por cierto para  esta concepción, la fe no es un blando cojín ni mucho menos un sostén sobre el cual apoyarse en la vida o una póliza de seguro.

Lo que a continuación emprenderemos es un intento de rescate de ciertos conceptos que hunden sus raíces en el mundo Cristiano. 

Resultado de imagen para FRASES DE FE DE SAN AGUSTINLo que emprenderemos es un intento modesto de rescate de ciertos conceptos fundamentales de la cristiandad. A saber: No es la religión del miedo o de la comodidad y del cálculo.


Si analizamos nuestra naturaleza, mediante una aproximación metafísica y psicológica ala misma resulta imposible separarla de la naturaleza psicosocial que implica al hombre y lo instaura en la cultura de modo definitivo. Si bien en nosotros se da una naturaleza esencial y otra psicosocial, ambas forman parte complementaria y necesaria del ser humano aunque la segunda tiene sus bases en la primera, pero la primera de nada sirve sino llega acompañada de la segunda. Continuando con la necesidad de referirnos entonces a los conceptos cristianos vemos que el concepto de la verdad es tan caro como difícil de discernir aun para algunos sujetos practicante de dicha religión. La verdad no una cosa que está allí simplemente  ya confeccionada y nos es regalada graciosamente para nuestros ojos, ávidos de seguridad y de vida tranquila se deleiten de encontrarla de modo seguro y certero. Por el contrario, para el cristiano, la llamada verdad en sí, bien confeccionada, sin relación alguna con el sujeto, con cada uno de nosotros que es el sujeto, o la inteligencia de la verdad, es la verdad-cosa, materializada, es el apoyo exterior hacia el cual nos atrae nuestro temor, nuestra lasitud y nuestra falta de coraje y de iniciativa.

Muchos que no comprenden la doctrina católica creen que es la religión del miedo, de la comodidad y del cálculo “económico”; ¿puede acaso ser la religión cristiana, la religión del miedo? Todo lo contrario: es la religión cristiana la religión del coraje y del amor.

Pero para algunos cristianos se hace evidente que la religión es simplemente apoyarse en Dios, en Cristo y el la Madre Iglesia, simplemente porque es muy duro luchar solos; y, además, en esta vida y el la otra, les está prometido ciertos beneficios “un seguros de vida”contra todo riesgo. Algunos entienden así a la religión. Y no sólo los cristianos. Muchos practicantes de distintas creencias –una gran mayoría- consideran que la fe, y sus creencias son un simple seguro “contra todo riesgo”.