sábado, 5 de octubre de 2019

Asumir la responsabilidad: IV El dolor humano


Asumir la responsabilidad:    IV

El dolor humano

Decimos Que la vida está llena de dolor. No conocemos momento alguno ni lugar libre de sufrimiento. Es más a veces nosotros no sentimos dolor, pero lo provocamos a otras personas de manera consciente o inconsciente. Esto siempre existió, es moneda corriente de todos los tiempos, pero hoy en día el hombre modero lleva un estilo de vida más “exterior”, su agenda está cargada de citas, excepto consigo mismo.

Resultado de imagen para DOLOR HUMANO FRASES SAN AGUSTINLa vida es dolorosa a veces y espiritualmente estamos hechos para hacer frente a los dolores que nos presenta la vida. En la adversidad las personas han de hacer frente a lo que temen. Pero ninguna religión ni sus representantes garantizan o favorecen una vida sin dolor. Las enseñanzas espirituales nos animan a crecer pasando por y experiencias dolorosas y dejándolas atrás después de adquirir de ellas una lección para nuestras vidas.
El hombre moderno ha perdido sus momentos existenciales. El recogimiento, la meditación, la oración, la concentración, el silencio, la vida interior, son cosas del pasado. En contrapartida desde el afuera se le ofrece una múltiple y rápida oferta de mercado en terapias alternativas de la nueva era para que conozca sus vidas pasadas, su futuro a través de las diferentes y antiguas artes adivinatorias, para que en pocos minutos y sin esfuerzo se contacte con su ser interior. Pero el hombre moderno continúa cada día sintiéndose vacío, lleno de tristeza y prisionero de las vicisitudes del diario transcurrir que lo asfixian cada vez más, en algunos aspectos el hombre de hoy en día se parece al hombre primitivo que todo miraba con asombro  y por todo se interesaba de lo que encontraba a su alrededor, el hombre actual se interesa más en las cosas materiales y funcionales transformándose en un esclavo que en libertad trabaja para alcanzarlas, se vende por un sueldo y vende sus sueños y su tiempo para alcanzar aquellas necesidades puramente ficticias y muchas veces artificiales que el mundo le dice que necesita. Triste camina cuando no logra su objetivo. Triste camina cuando ve que hay cada vez más frutos artificiales que día a día el mercado propone y él necesita para calmar ese vacío. Solo aquello que es útil y cómodo parece calmar la úlcera que se produce en su cuerpo. El gusto por lo bello, lo bueno, lo durable, lo permanente en el tiempo, carece de importancia para el hombre de hoy. Y después nos asombramos si hasta la música ha perdido su poesía. Todo es efímero, hasta el arte. Producir y consumir al máximo parecen ser las señales que siguen la mayoría de los seres humanos hipnotizados de este período histórico, sin pensar si agredimos a la naturaleza y a la propia humanidad.
 
 Nunca la humanidad ha presenciado este modelo en el cual se modifica la naturaleza de modo carnavalesca, pues si bien el hecho de modificar la naturaleza es necesario para la supervivencia del hombre y es necesario para su mejoramiento social, en nuestro tiempo con el ritmo enloquecedor, despilfarrador, apremiante, sin compasión y desperdiciando los recursos en pos de inútiles objetos que se deprecian a poco de salir del mercado, el modelo que estamos viviendo es demencial, corrupto, enajenante y aleja al hombre de su verdadera esencia.  El hombre así inmerso en este mundo vive desorientado, en continua agitación, aturdido, vacío de todo entusiasmo, con sentimientos empobrecidos, rodeado de una eterna sensación de aislamiento. Se encuentra alejado de su propia vida interior vacía de sentido, y lanzado a un mundo cambiante en donde es difícil asirse por la rapidez y falta de seguridad que ofrece. Y para completar el cuadro las relaciones con sus congéneres no son menos dificultosas: buscar compañía es todo un problema, muchas veces se siente solo aún estando acompañado. No hay tiempo para escucharse, pues tiempo no hay, el tiempo es para otra cosa. En la era de la tecnología nos comunicamos para decir: “después te llamo, ahora estoy ocupado”. Los teléfonos nos contactan para aislarnos aún más o para decir simples necedades que nada revelen de nuestro vacío. Solo estamos disponibles para aquellos que entren en el limitado círculo de nuestros intereses materiales. Muchos dicen: No tengo tiempo ni para enamorarme. Muchos ya no tienen tiempo para el “Rey del tiempo”, sea porque lo desconocen o porque tienen que hacer ver su presencia en lugares de moda que beneficiarán su condición económica, buscan la evasión, la diversión, el no pensar en sí mismos, pues si buscaran allí encontrarían las heridas por las poesías olvidadas, por las ventajas del silencio y del recogimiento, y en especial por el amor de Aquel que todo lo transforma.
















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