Violencia
como reacción social
Hemos
considerado hasta ahora, o bien el hombre en su conjunto, o bien las
características que son comunes a todos los individuos de una misma sociedad
dando interés particular a aquellas situaciones que frustran a los individuos y
los llevan a conductas agresivas.
El
fenómeno de la violencia es anterior a la constitución de las familias tal como
hoy en día la concebimos. La violencia, como hecho, se viene realizando desde
los orígenes mismos de la humanidad. Toda sociedad humana, para poder subsistir
como sociedad y renovarse, necesita transmitir a las nuevas generaciones su
acerbo cultural y esto incluye modelos de conductas y respuestas determinadas
ante una situación determinada. Cuando una comunidad es incapaz de transmitir
su visión del mundo y todo su caudal de conocimientos y experiencias, esa
comunidad está condenada a desaparecer.
Hasta
en las agrupaciones más rudimentarias y con escasos número de integrantes,
observamos que la comunidad ejerce en todo momento una acción sobre sus
integrantes más jóvenes, esta influencia es espontánea y sistemática, incluye
la participación activa de sus miembros en las actividades y hábitos sociales.
Evidentemente, consideramos que es aceptado el esfuerzo de las generaciones
adultas para capacitar a los más jóvenes aportando recursos destinados a
satisfacer las necesidades básicas y a así adaptarse a las pautas de la
sociedad. Es así como en las sociedades primitivas las nuevas generaciones se
incorporan a la vida adulta sin demasiada reflexión sobre la importancia del
hecho violento dentro del seno de la familia.
Pero
la mayoría de la gente no elige de buena gana la violencia abierta cuando
dispone de otros recursos, porque el precio a pagar por la violencia es
elevado, el hombre no debe necesariamente recurrir a la fuerza física si tiene
otras posibilidades de influencia, de poder, pues los costos de la fuerza
física son más elevados.
El
uso de la violencia familiar muestra la consecuencia, que los recursos de los
cuales dispone el individuo llegan a sus límites. Y los riesgos de esta violencia aumentan cuando la persona
no está integrada en los tres campos importantes que son el trabajo, la familia
y la vida social.
La
acción violenta y sistemática aparece, como vemos, en su forma más pura en
todos los grupos sociales y en todos los tiempos, muestra un cierto grado de
sistematización a pasar de las diferencias de épocas y culturales.
Desde
lo que consideramos un punto de vista social, decimos que cuando la sociedad,
sus políticas, su situación económica y financiera no permiten a sus
integrantes la posibilidad de que cada uno de ellos desde su singularidad logre
realizar sus proyectos y sus deseos, frustrando permanentemente al individuo,
la violencia aparece como respuesta de parte de éste. Hay un grado de
condicionamiento social el cual parece influir desde la infancia sobre los
individuos y los instiga a recurrir a la violencia como forma de resolver
conflictos. Debido a su magnitud, trascendencia y fácil difusión entre la
población toda, la violencia se ubica en un lugar privilegiado dentro del
amplio panorama de la epidemiología moderna, ya que la violencia es considerada
como un fenómeno epidemiológico de la sociedad actual que se presenta la
mayoría de las veces con el afán de manifestar la búsqueda de un cambio de
estructuras.
A
lo largo de la historia vimos que es también posible que llegue a organizarse
un grupo de personas frustradas. Pues, dichas personas tienen tendencias de
conducta agresiva, son susceptibles de organizarse o unirse alrededor de una
norma de agresión.
Ya
hemos visto anteriormente que el
individuo frustrado no precisa una agresión específica; como consecuencia
recurrirá a cualquier forma de agresión.
Un ejemplo acentuado y repetido son el de ciertos grupos llamados
subversivos que tienen un comportamiento negativo, en estos grupos no propugnan
de manera serie reformas u objetivos sociales a obtener, sino que reducen sus
esfuerzos a incitar ataques sobre ciertos individuos o grupos, a veces con
tinte político, otras con tinte religioso, pero el afán primero sigue siendo el
mismo: someter al otro. En cuanto a los dirigentes de estas organizaciones no
existe la menor duda de que están constituidas por personas frustradas que
poseen una fuerte motivación por un objetivo y están adaptadas socialmente.
El
estudio de la conducta en los tumultos y los desórdenes sociales, revela también
el atractivo que la conducta destructiva tiene para ciertos grupos de personas,
una vez se les abre o simplemente se les manifiesta una vía para tal actividad
no dejan de involucrarse en ella. Es imposible explicar la conducta de una
multitud refiriéndonos simplemente al incidente que la ha puesto en marcha. Las
frustraciones y las tensiones en gran escala preceden a estos estallidos
sociales y son las causas que le dan sustento: Los incidentes ocasionales y las
sugestiones sirven para precipitar, coordinar y dirigir el curso de la acción
agresiva, así como para proporcionar la seguridad de la acción del grupo y su
triunfo que lo llevará a ser más y más fuerte.
La
naturaleza no específica de los sentimientos de agresión y el hecho de que
todos los seres humanos no carecemos de ella -aunque difiera el grado de manifestación- , hace que
sea relativamente fácil organizar grandes cantidades de personas frustradas y
agresivas. Los movimientos sociales de este tipo son potencialmente grandes y
el programa de acción es destructivo.
El
por qué de algunos actos de violencia puede, en determinadas circunstancias, no
tener una motivación única.
Los
factores sociales, religiosos, económicos y raciales son susceptibles de
entrelazarse y producir resultantes tan trágicas como los asesinatos de
personajes importantes en la sociedad de su tiempo como por ejemplo: Gandhi, Kennedy y Luther
King.
Una
sociedad intolerante ubica a los comportamientos violentos en un sitio de
privilegio. Leemos: Julián
Marías en sus "Reflexiones sobre la tolerancia", ubica a la violencia
como una forma intolerante de actuar. "La intolerancia -dice- no consiste
en una simple actitud hostil hacia
posiciones, ideas, creencias que no se comparten. Se puede muy bien discrepar
enérgicamente o combatir enérgicamente
cualesquiera puntos de vista, sin ser por ello intolerante. La intolerancia
surge cuando no se acepta la realidad,
cuando se ejerce la violencia sobre esa tal realidad, en otras palabras, cuando
se la descalifica, cuando no se reconocen sus títulos, sus derechos a existir.
La lucha no está en oposición con la tolerancia. La intolerancia consiste en
querer suprimir una realidad, no en dejarla ser lo que es y combatirla porque
parece inconveniente. El partido político que está persuadido de ser el mejor y
combate al adversario y procura vencer y conseguir el poder, no es forzosamente
intolerante; pero lo es si lo que quiere es eliminar al adversario, no dejarlo
luchar, estorbar su existencia o su expresión, impedir que presente su programa,
sus razones y sus argumentos ." [1]
Otra
forma de conducta antisocial que también se expresa con violencia y que tiene
como agentes causales un conjunto de factores diversos es la delincuencia. Los
principales factores que la promueven son: sociales, educacionales y
psicológicos, generalmente superpuestos entre sí y que están vinculados con el
ambiente familiar y social del individuo: en el primer caso, la carencia de
cohesión familiar y la falta de afecto de los padre son fundamentales; en el
segundo, es frecuente encontrar delincuencia asociada a grupos de baja
condición social, en la ciudad más que en el campo, y en general se observa un
aumento de la delincuencia aparejado con el deterioro socioeconómico y la
quiebra de los valores morales.
Un
movimiento político violento promueve destrucción entre sus integrantes y en la
sociedad a la que ataca. Un movimiento de esta clase puede ser muy fuerte
debido a que se encauza y sincroniza la acción de una gran masa de personas que
son coordinadas por un dirigente de dicho
movimiento que se organiza sobre una norma de agresión y está en una
posición muy poderosa respecto de sus subordinados. Es el líder el que determina la forma de agresión que se
tomará y el modo en que dispone para regular la acción. La gran provisión de
energía destructiva generada por la frustración se provee fácilmente, y el
dirigente puede no sólo hacer de proveedor, sino que puede también hacer de
conductor de dicha frustración.
Si
miramos la historia reciente, vemos, para mencionar algunos episodios y con el
simple propósito de ilustrar nuestras líneas, que hubo una serie de hechos que conmovieron al mundo como manifestación
exterior de un proceso social de profundas raíces protagonizado por la rebelión
estudiantil de universitarios en diversos países desarrollados en Europa y
Estados Unidos en la década del sesenta. Este episodio, intentó demostrar que
el movimiento de rebeldía y violencia de los estudiantes universitarios no se
conformaba con la transformación profunda de la universidad, sino que se
proclama como " fuerza política " de oposición al régimen
establecido.
Este
hecho tuvo y tiene singular trascendencia en los países europeos y altamente
desarrollados, pues los grupos estudiantiles se constituyen en dirigentes de
una masa de juventud que representa más de la mitad de la población total, lo
cual traducido en elemento epidemiológico, significa que el número de
susceptibles es muy importante. Por ejemplo, en mayo de 1968, Alemania
Occidental, un grupo de jóvenes estudiantes elevó la violencia a la condición
de doctrina al desatar una campaña progresiva de desórdenes que se extendió
rápidamente a Francia, España, Italia, Checoslovaquia, Japón, Yugoslavia y
Estados Unidos. La campaña mostró un evidente grado de homogeneidad en el
contenido y en la acción de estos hechos de los cuales solo mencionamos algunos
de ellos y hace pensar que no son sino manifestaciones de una real y profunda
enfermedad de nuestra sociedad actual.
Personajes
tales como Mao, Ho Chi Min y Ernesto Guevara fueron elevadas a la condición de
mito que representa la " nueva
conciencia ", y los estudiantes universitarios se transformaron en
depositarios, herederos e intérpretes de
esa nueva conciencia emergente de las injusticias de las sociedades desarrolladas.
Porque en ese marco, no se trató de invocar los derechos de un estrato o de una
clase social, sino de pueblos enteros, los llamados subdesarrollados, para que
se enfrenten dialécticamente a los desarrollados, que son los causantes de su situación.
Si
bien la violencia es una serie de actos y de situaciones que impiden el
desarrollo del hombre y existe una interacción entre la violencia del individuo
y la de la sociedad: el desarrollo del individuo se obstaculiza cuando las
necesidades biológicas, psicológicas y sociales no están abiertas y como hemos
dicho con anterioridad, el umbral de la tolerancia a esta frustración es
variable de individuo a individuo, algunos son más proclives a reunirse con
otros que comparten el comportamiento violento como respuesta a los conflictos,
la manera por medio de la cual la sociedad responde a las necesidades de los
individuos en función de su política a nivel del arte, del trabajo y de los
valores transmitidos por esta política, determinarán la calidad de vida y de las
relaciones. Pero cuando el factor social frustra permanentemente al individuo y
en consecuencia bloquea su desarrollo, la energía aparecerá a menudo en forma
explosiva y lo más frecuentemente en el medio familiar. Y es en este ambiente hostil dónde se formarán los
niños que integraran entonces, las normas de violencia estructural. Fue muy
extendida la aceptación de esta idea, tal es así que incluso fue expresada en
muchas ocasiones a través de documentos eclesiásticos.
A
modo de conclusión nos hacemos eco de las palabras de Su Santidad el Papa Juan
Pablo II, quien formuló en 1979 ante las Naciones Unidas una vehemente
exhortación En su apasionada defensa de los derechos del hombre condenó la
injusticia como la verdadera raíz de todas las guerras.
En aquella ocasión dijo:
"La
declaración universal de los derechos del hombre -dijo-, "ha afectado realmente a múltiples y profundas raíces de la
guerra, porque el espíritu de la guerra, en su significado primitivo y
fundamental, brota y madura allí donde son violados los derechos inalienables
del hombre. Esta es una nueva perspectiva, profundamente actual, más profunda y
más radical, de la causa de la paz. Es una perspectiva que ve la génesis de la
guerra... en las formas más complejas que derivan de la injusticia considerada
bajo todos sus distintos aspectos". [2]
Retomando
el análisis del comportamiento social del hombre resulta demasiado arriesgado
asignarle conductas instintivas puras, dado lo determinante de lo social y
cultural. En la sociedad humana la organización social no
está fijada fisiológicamente. No existe diferencia de inteligencia desde el
punto de vista de la diferenciación entre sexos. El hombre es el único que
tiene conciencia de sí, puede
identificarse con el otro y controlar, en ese proceso de identificación,
su propia reacción. Además, los hombres viven en un campo que se extiende desde
un pasado distante hasta un lejano futuro: el pasado y el futuro constituyen
realidades presente.
Aquello
que caracteriza al lenguaje humano es la combinación que logra con sus
elementos, no éstos considerados aisladamente. Las características que lo hacen
único son las siguientes: por un lado, a arbitrariedad de signo lingüístico y
por otro, la posibilidad de revestir combinaciones con significantes arbitrarios.
Esto significa la presencia de estructuras enunciativas o la construcción
gramatical y por último la doble articulación del lenguaje.
La violencia como problema
Hemos visto que la violencia es un hecho, un fenómeno, una realidad dinámica en la vida del hombre. Pero la violencia familiar es algo más que un hecho condicionado socialmente. Es una tendencia, una forma de resolución de conflictos a través de conductas destructivas. La violencia familiar no puede ser entendida como una solución definitiva ni como un simple hecho privado que está determinado por factores necesarios y forzosos. Por su esencia es un problema complejo que reclama urgentes soluciones.
La violencia como problema
Hemos visto que la violencia es un hecho, un fenómeno, una realidad dinámica en la vida del hombre. Pero la violencia familiar es algo más que un hecho condicionado socialmente. Es una tendencia, una forma de resolución de conflictos a través de conductas destructivas. La violencia familiar no puede ser entendida como una solución definitiva ni como un simple hecho privado que está determinado por factores necesarios y forzosos. Por su esencia es un problema complejo que reclama urgentes soluciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por participar en esta página.