El culto a María, como "Madre de Dios",
es el culto mariano más antiguo y universal.
Aprender del comportamiento y ejemplo de vida de nuestros santos para generar conductas de amor y servicio.
sábado, 30 de diciembre de 2017
Santa María Madre de Dios
sábado, 23 de diciembre de 2017
Oración de Nochebuena
Oración para rezar en familia ante el Pesebre en
Nochebuena
14Principio
del formularioFinal del formulario
Lector 1:
Querido Padre, Dios del cielo y de la tierra:
En esta noche santa te queremos dar
gracias por tanto amor. Gracias por nuestra familia y por nuestro hogar.
Gracias por las personas que trabajan con nosotros.
Bendícenos en este día tan especial en
el que esperamos el nacimiento de tu Hijo. Ayúdanos a preparar nuestros
corazones para recibir al Niño Jesús con amor, con alegría y esperanza. Estamos
aquí reunidos para adorarlo y darle gracias por venir a nuestro mundo a llenar
nuestras vidas.
Hoy al contemplar el pesebre recordamos
especialmente a las familias que no tienen techo, alimento y comodidad. Te
pedimos por ellas para que la Virgen y San José les ayuden a encontrar un
cálido hogar.
Lector 2:
Padre bueno, te pedimos que el Niño Jesús nazca también en nuestros corazones para que podamos regalarle a otros el amor que Tu nos muestras día a día. Ayúdanos a reflejar con nuestra vida tu abundante misericordia.
Que junto con tus Ángeles y Arcángeles
vivamos siempre alabándote y glorificándote.
(En este momento alguien de la familia
pone al Niño Jesús en el pesebre o si ya está allí se coloca un pequeño cirio o
velita delante de Él).
Lector 3:
Santísima Virgen María, gracias por aceptar ser la Madre de Jesús y Madre nuestra, gracias por tu amor y protección. Sabemos que dia a dia intercedes por nosotros y por nuestras intenciones, gracias Madre.
Querido San José, gracias por ser padre
y protector del Niño Jesús, te pedimos que ruegues a Dios por nosotros para que
seamos una familia unida en el amor y podamos ser ejemplo de paz y
reconciliación para los demás.
Amén
Rezar: 1 Padre Nuestro, 1 Ave María, 1
Gloria
Fuente: Navidad es Jesús
sábado, 16 de diciembre de 2017
De los problemas actuales: la violencia en la familia
Comportamiento
violento
Toda concepción de la violencia se base en una
concepción determinada del mundo y de la
vida, en una idea respecto de la existencia humana, su esencia, su ser en el
mundo y el concepto de destino y trascendencia. Existe una estrecha relación
entre la creencia de lo que es la violencia y la antropología filosófica, que
intenta aclarar la idea del hombre en relación al cosmos y al medio histórico y
social en el que le toca vivir. Por eso, la violencia ha sido entendida de
maneras muy diversas en cada época y lugar, según los distintos conceptos
filosóficos y antropológicos dominantes en cada época. De ahí que existen
tantas definiciones como conceptos del hombre existen.
No obstante la disparidad de las distintas
concepciones, podemos señalar en el fenómeno violento características
esenciales que se repiten más allá de las pautas culturales.
En divergencia con los antiguos dualismos de los
cuales aún hoy la ciencia está impregnada, la concepción de la violencia
(agresividad) como parte de la estructura del sujeto humano no está claramente
definido. De esta manera pierde posibilidad de abordar y mejorar una tendencia
ancestral y tan humana como el amor mismo y las investigaciones de los
comportamientos violentos, en especial los que ocurren dentro del seno de la
familia, quedan relegados al ámbito de la enfermedad mental –en los casos
graves- , o por lo común quedan en el silencio, en la negación, inconexos de
las demás conductas y del medio social. El problema de los individuos que están
implicados en violencia familiar puede ser caracterizado de la siguiente
manera:
a)
La
violencia familiar es una condición que pertenece al mundo humano: es parte de
la naturaleza del hombre. A partir del Psicoanálisis es cuando el hombre
comprende que forma parte de su naturaleza la llamada "pulsión de
muerte", pero mucho más tardíamente acepta que forma parte de su esencia,
la particular condición de agredir a la propia familia que hace paulatinamente
que sus relaciones se estructuren en un entramado singular que integra amores y
odios que pueden llevar a la muerte a sus miembros y en un círculo conductal
vicioso difícil de desarmar. Además, aún hoy muchas personas no comprenden que
paulatinamente se llega a una síntesis integrada entre los comportamientos
violentos que van en aumento y la intensidad de los mismos y que la transmisión
de estos comportamientos ejercen su influencia en las futuras generaciones y
que lejos de ser un factor superficial dentro de la sociedad, por el contrario,
cambia profundamente las condiciones de la misma.
b)
Su
condición de ser ejercida exclusivamente hacia los seres queridos –hijos,
ancianos, esposos y esposas, es decir aquellos que viven unidos por los lazos
del amor-, y que esta condición no es
secundaria ni aleatoria sino que integra la personalidad del individuo, hace
dificultoso su estudio y por consiguiente el abordaje terapéutico.
c)
Su
condición de ser "aceptada o soportada" por la sociedad, sólo por lo
cual el individuo que ejerce violencia familiar es mejor tolerado por la
sociedad que el que agrede, mata o roba a otros que no son de su misma familia,
crea un manto de protección hacia los violentos y hasta de justificación social
e impide también la disolución de estos comportamientos. (hay complicidad y
negación?)
d)
Su
condición de ser una conducta con larga tradición histórica tanto en Oriente
como en Occidente, reafirma la idea de que la violencia familiar es un producto
del comportamiento privado de las personas, negando que a mayor comportamiento
violento, los modelos que se transmiten harán que nuevos individuos sigan
ejerciendo violencia.
e)
El
medio familiar es un ámbito privado, del que provienen las enseñanzas y
estímulos para la formación de los hombres y ayuda a forjar sus cualidades
psicológicas.
f)
La
condición violenta no por ser negada desaparece: el conocimiento que se alcanza
de esta condición humana, está, a su vez, socialmente condicionado.
g)
El
hombre es el único animal que pudo modificar hábitos y adquirir nuevas formas
de comportamiento modificando así su propia naturaleza. Aunque la violencia
forme parte de su naturaleza, puede en cierta forma apartarse, independizarse
de ella.
h)
La
producción de nuevas formas de comportamientos familiares no violentos crea la
matriz fundamental de nuevas maneras de relacionarse con los demás.
Frecuentemente, esas razones invocadas trasuntan parte
de una misma intolerancia, -tal vez producto de la dificultad a la hora de hablar de un
sentimiento que nos cuesta reconocer que integra nuestro ser-, como si en la
intimidad del hombre se encontraran las causas de sentimiento de agresividad y
poder, inherentes a su propia naturaleza. La violencia es parte de la
naturaleza humana, ya que la agresividad es constitutiva y de ella deriva
innumerables posibilidades. Por medio de estas reacciones agresivas, el hombre
pudo enfrentarse a peligros, y estas reacciones agresivas constituyen
mecanismos de adaptación o instintos dirigidos a preservar la vida del
individuo y de la especie. En el hombre, muchas veces esta energía se mantiene
aún en ausencia de amenazas del medio ambiente. Muchas veces se convierte en un
objetivo en sí misma y su descarga crea un sentido de poder que a su vez
estimula el sentido de la destrucción. Hablamos del poder como fin en sí mismo.
Tal son algunas de las observaciones de Karl Lorenz, padre de la Etología
Comparada, basada en la observación y estudios de distintas especies animales,
incluido en hombre.
Nuestro propósito es detenernos a estudiar esta
actitud humana que nos aporta importantes conocimientos sobre los mecanismos
íntimos que mueven al sujeto humano a manifestarse en forma intolerante, y
llevan a miles de seres a la violencia, al sufrimiento y a la muerte.
Sabemos que Lorenz califica como vital al instinto
agresivo en varias especies animales, que sin embargo, han sido dotadas por la
naturaleza por condiciones que el hombre no posee por ejemplo ciertos
mecanismos de seguridad, esta falta de mecanismos de seguridad llevaron al
hombre a detener su agresividad natural mediante la razón, y ahí radica la
mayor dificultad de controlar un impulso tan poderoso como vital.
Consideramos que parte de la evolución del animal
humano se basó en los lazos de amor y de amistad. Por medio de esta evolución,
el hombre, ha controlado su agresividad natural hacia sus seres queridos –en la
mayoría de los casos- , pero resulta indispensable que logre que la hostilidad
con otros de diversa ideología decline a favor de una mejoría en las relaciones
con los otros.
Puede apreciarse de acuerdo con el resultado de
estos estudios hasta el presente, lo que en realidad se encuentra en la
intimidad del proceso es instinto agresivo.
Sin negar a la agresividad como un componente
ontológico del hombre, Freud opinaba que un comportamiento agresivo presupone
siempre un estado de frustración, y a la inversa, una frustración conduce siempre a alguna forma de agresión.
Veía él en la gratificación de los instintos de placer y muerte la fuente de la
energía psíquica que conduce a la violencia en todas sus manifestaciones, y
podía comprender de esta manera por qué, en determinadas circunstancias
culturales, la agresividad se manifestaba o expresaba con mayor intensidad.
Habíamos mencionado ya que el hombre es un animal y
comparte con el resto de los animales una naturaleza biológica que es su límite
y su estructura y también decimos que a la vez, el hombre en su naturaleza dual
es el único animal con cultura, cultura que lo recubre y a la vez es parte de
él mismo, que lo integra desde que nace y lo une a aquellos que le dieron vida.
El etólogo K. Lorenz, observó durante más de treinta
años a los animales en su medio natural y sus elaboraciones teóricas de los
comportamientos instintivos lo llevaron a considerar al hombre agresivo por
instinto e insta a buscar en la propensión innata hacia la violencia las
razones tanto de las agresiones individuales como de grupo. Dice lo
siguiente:
Este párrafo es claro sobre la postura a favor de
comportamiento instintivo en el hombre, que más allá de as diferencias de
escuelas tiene una significación social y política y además brinda sostén al
fundamento biológico del comportamiento así como a las diferencias del mismo,
según el grupo étnico, la nacionalidad, el grupo social.
Para Lorenz poseemos conductas instintivas no sólo
en los comportamientos sexuales y agresivos, sino también en lo estético y en
lo moral. Postulando la continuidad entre la sociedad animal y la sociedad
humana cualquier analogía es posible.
"La
sociedad humana está constituida de una manera semejante a la de las ratas,
porque de igual modo son sus componentes sociables y apacibles dentro de su
propia tribu, pero se conducen como verdaderos demonios con los congéneres que
no pertenecen a su bando ". 1
Para Lorenz, desde su posición etológica, el
comportamiento agresivo, es un instinto inmodificable por el aprendizaje.
Lorenz señala pautas para entender el comportamiento humano en tanto movido por
instintos, al igual que las demás especies animales. Y este comportamiento
agresivo, que asume ciertas funciones, por ejemplo de conservación en la
especie y está además dirigido contra el
congénere, permite la defensa de un territorio, asegura la selección por la
reproducción de los animales más fuertes y es un instinto eficaz para mantener
el orden y la jerarquía. Pero en todo el mundo solamente el ser humano –el
animal con cultura- llega a matar en
masa a sus congéneres, provoca o crea las condiciones necesarias para la
matanza colectiva de ciento de su misma especie. Estos desajustes no se
explican por ahora desde un punto de vista biológico.
Algunas
definiciones:
Es muy difícil poder precisar en una definición
escueta de lo que es la violencia familiar, tan complejo como lo es delimitar
su objeto de estudio. En un intento de definir a grandes rasgos el tema que nos
convoca, recurrimos a los aportes de otras disciplinas a saber: la sociología,
la biología.
La idea de violencia está vinculada a una actividad
de índole cultural, con fuertes aportes de orden biológico, que sólo se da en
el ser humano con peculiaridades que la distinguen de todo otro comportamiento
animal. El hombre no es un ser aislado en el universo. Su pertenencia al reino
animal, el bagaje de instintos y tendencias naturales no le son ajenas. Pero el
hombre es el único ser que vive en un mundo de cultura, en un mundo del
lenguaje. El hombre es el ser capaz de dar un fin determinado a su conducta y
de elevarlas y elevarse por encima de la simple satisfacción instintual, más
allá de sus necesidades biológicas, más allá del reino de las leyes de la
naturaleza. Por medio de esta condición de ser sujeto del lenguaje, el hombre
alcanza un orden que es de su exclusiva pertenencia.
Ahora bien, la violencia toma como punto de apoyo el
bagaje instintual, biológico perteneciente a todo ser de la especie humana, y
concluye muchas veces con la denigración de toda las conductas del sujeto que
la porta. La violencia como proceso biológico y también psicosocial humano,
representa el último tramo de la esfera de la naturaleza hasta el reino de los
valores supremos que es patrimonio del ser humano. La violencia está pues, directamente
relacionada con la actividad humana.
A grandes rasgos podemos definir a la violencia como
una fuerza brutal dirigida a un semejante con el simple propósito de someterlo.
Es una conducta impetuosa que se manifiesta en los actos concretos y violenta o
viola al otro. Un individuo ejerce violencia contra otro cuando actúa sobre la
otra persona –sin su consentimiento- o la obliga a actuar contra su voluntad y
para ello emplea la fuerza o la intimidación.
La violencia es la acción y efecto de violentar o de
violentarse aplicar medios violentos a cosas o personas para vencer su
resistencia.
La misma puede ser ejercida fundamentalmente bajo
dos formas a saber física o psíquica o ambas simultáneamente.
La violencia física se puede fácilmente objetivar,
por el contrario es muy difícil definir con claridad los límites de la
violencia psíquica y sus alcances dado que en la vida cotidiana hay presiones
las cuales algunas de ellas son inevitables en la organización de la vida, pero
dichas presiones que no son vividas como violentas por sujetos que no sufren la
violencia familiar, pueden llegar a ser vividas como agresiones por aquellos
que si sufren dicha problemática.
La agresividad , en cambio, vocablo derivado del
latín: AD Y GRADIOR, significa acometer, ir hacia algo o bien realizar un
movimiento activo contra otra persona.
El individuo agresivo -aggressus-, aquella persona que obra o tiende a obrar con
agresividad.
La agresión es aquel acto de acometer a alguno para
matarlo, herirlo o hacerle daño, es un acto contrario al derecho del otro.
De acuerdo con estas diferentes acepciones, la
violencia familiar, es o bien un proceso
que comanda el metabolismo primitivo y a la vez incorpora elementos externos que aporta el
sujeto, que edificarán su mundo, sus conductas; o en forma opuesta, es un
proceso que va de adentro hacia fuera, se expande, siembra sus semillas en toda
la sociedad, crea cada vez mayores hábitos y modifica el modo de respuesta a
los estímulos tanto externos como internos.
Concepto general de violencia familiar:
Conforme a lo expuesto, trataremos de dar un
concepto general de violencia familiar, dejando de lado los aspectos parciales
que han dado lugar a numerosas definiciones y descripciones acerca de este
fenómeno:
Decimos que la violencia familiar es un proceso
de formación y creación del sujeto
humano, realizado por la acción consciente del mismo y bajo la participación de
sus instintos y pulsiones, dirigidos a miembros cercanos y significativos de su
vida íntima, independiente del mundo al que pertenece, del medio social con el
que se relaciona, pero independiente de la censura o leyes que rigen en cada
momento de la historia.
Con esta definición dejamos establecida, por
consiguiente, la diferenciación entre la violencia en términos generales,
dirigida a cualquier ser humano y la violencia familiar propiamente dicha. Los
instinto, las pulsiones de vida y muerte, la agresividad como constitutiva del
ser humano, forman parte del proceso de formación del hombre. La violencia
familiar surge como consecuencia de una perturbada conexión del sujeto con sus
propias tendencias y con el mundo al que pertenece.
Esta violencia hacia integrantes de la propia
familia puede constituir en un verdadero sometimiento, en una coacción, en una
tortura impuesta, o bien en un hábito que le permite tener cierto sentido de
pertenencia, en un estímulo que facilite un explosivo y profundo sentir que le
lleva a creer en la ilusión de dominio total sobre el otro. Ahora bien, en el
primer caso, no podemos hablar de una posición simplemente de
"víctima", pues el sujeto sometido a estas prácticas de violencia no
llega a determinar su personalidad libre de dichas prácticas. Sólo en el último
caso existe una verdadera posición bien clara y establecida de pertenecer y
aceptar continuar con las respuestas violentas.
La definición que hemos presentado abarca el
fenómeno de la violencia familiar en su integridad: las denominadas
"víctimas" y los "victimarios" pertenecen a ella y respetan
sus leyes. Dentro de las numerosas definiciones de violencia familiar que se
han dado a través de las últimas décadas, podemos observar que algunas se
refieren en forma exclusiva al accionar de las personas que ejercen violencia.
Otras ponen énfasis en la patología que lleva a una persona a tener
comportamientos violentos. Otras ponen énfasis en la educación y en los hábitos
culturales. Muchos ponen el acento en las facultades y disposiciones biológicas
de la naturaleza humana. Las definiciones psicológicas en cambio, encierran la
idea de un proeso de autoformación que desequilibra las conductas del sujeto.
Otras definiciones, en cambio, toman en cuenta la
acción del medio social.
Pero es importante destacar que la violencia
familiar también encierra una forma particular de pacto, la lealtad y el sentimiento
amoroso. Por ello, nos proponemos desarrollar algunas pautas que consideramos
importantes para encontrar un camino y tal vez un por qué, en tan difícil su
abordaje terapéutico.
Novena de Navidad
www.aciprensa.com
Primer Día de la Novena de Navidad
Final del formulario
1.- Oración para comenzar
Benignísimo Dios de infinita caridad que nos has amado tanto y que nos
diste en tu Hijo la mejor prenda de tu amor, para que, encarnado y hecho
nuestro hermano en las entrañas de la Virgen, naciese en un pesebre para
nuestra salud y remedio; te damos gracias por tan inmenso beneficio. En
retorno, te ofrecemos, Señor, el esfuerzo sincero para hacer de este mundo tuyo
y nuestro, un mundo más justo, más fiel al gran mandamiento de amarnos como
hermanos. Concédenos, Señor, tu ayuda para poderlo realizar. Te pedimos que
esta Navidad, fiesta de paz y alegría, sea para nuestra comunidad un estímulo,
a fin de que, viviendo como hermanos, busquemos más y más los caminos de la
verdad, la justicia, el amor y la paz. Amén.
jueves, 7 de diciembre de 2017
Inmaculada Concepción: Aportes de los Padres de la Iglesia y los Papas
Nuevamente les comparto otros datos de nuestra página amiga www.corazones.org acerca de la Inmaculada Concepción de María.
Los Padres de la Iglesia y la Inmaculada
Los Padres se referían a la
Virgen María como la Segunda Eva (cf. I Cor. 15:22), pues
ella desató el nudo causado por la primera Eva.
·
Justín (Dialog. cum Tryphone,
100),
·
Ireneo (Contra Haereses, III,
xxii, 4),
·
Tertuliano (De carne Christi, xvii),
·
Julius Firm cus Maternus (De
errore profan. relig xxvi),
·
Cyrilo of
Jerusalem (Catecheses, xii,
29),
·
Epiphanius (Hæres., lxxviii, 18),
·
Theodotus
of Ancyra (Or. in S. Deip n.
11), and
·
Sedulius (Carmen paschale, II, 28).
También se refieren a la Virgen
Santísima como la absolutamente pura San Agustín y otros. La iglesia
Oriental ha llamado a María Santísima la "toda santa"
En el siglo IX se introdujo en
Occidente la fiesta de la Concepción de María, primero en Nápoles y luego en
Inglaterra.
Hacia el año 1128, un monje de Canterbury llamado Eadmero escribe el primer tratado sobre la Inmaculada Concepción donde rechaza la objeción de San Agustín contra el privilegio de la Inmaculada Concepción, fundada en la doctrina de la transmisión del pecado original en la generación humana.
Hacia el año 1128, un monje de Canterbury llamado Eadmero escribe el primer tratado sobre la Inmaculada Concepción donde rechaza la objeción de San Agustín contra el privilegio de la Inmaculada Concepción, fundada en la doctrina de la transmisión del pecado original en la generación humana.
La castaña, escribe Eadmero, «es
concebida, alimentada y formada bajo las espinas, pero que a pesar de eso queda
al resguardo de sus pinchazos». Incluso bajo las espinas de una generación que
de por sí debería transmitir el pecado original, María permaneció libre de toda
mancha, por voluntad explícita de Dios que «lo pudo, evidentemente, y lo quiso.
Así pues, si lo quiso, lo hizo».
Los grandes teólogos del siglo XIII presentaban las mismas dificultades de San Agustín: la redención obrada por Cristo no sería universal si la condición de pecado no fuese común a todos los seres humanos. Si María no hubiera contraído la culpa original, no hubiera podido ser rescatada. En efecto, la redención consiste en librar a quien se encuentra en estado de pecado.
El franciscano Juan Duns Escoto, al principio del siglo XIV, inspirado en algunos teólogos del siglo XII y por el mismo San Francisco (siglo XIII, devoto de la Inmaculada), brindó la clave para superar las objeciones contra la doctrina de la Inmaculada Concepción de María. El sostuvo que Cristo, el mediador perfecto, realizó precisamente en María el acto de mediación más excelso: Cristo la redimió preservándola del pecado original. Se trata una redención aún más admirable: No por liberación del pecado, sino por preservación del pecado.
Escoto preparó el camino para la definición dogmática. Dicen que su inspiración le vino al pasar por frente de una estatua de la Virgen y decirle: "Dignare me laudare te: Virgo Sacrata" (Oh Virgen sacrosanta dadme las palabras propias para hablar bien de Ti).
1. ¿A Dios le convenía que su Madre naciera sin mancha del pecado original? - Sí, a Dios le convenía que su Madre naciera sin ninguna mancha. Esto es lo más honroso, para Él.
2. ¿Dios podía hacer que su Madre naciera sin mancha de pecado original? -
Sí, Dios lo puede todo, y por tanto podía hacer que su Madre naciera sin mancha: Inmaculada.
3. ¿Lo que a Dios le conviene hacer lo hace? ¿O no lo hace? Todos respondieron: Lo que a Dios le conviene hacer, lo que Dios ve que es mejor hacerlo, lo hace.
Entonces Scotto exclamó: Luego
Los grandes teólogos del siglo XIII presentaban las mismas dificultades de San Agustín: la redención obrada por Cristo no sería universal si la condición de pecado no fuese común a todos los seres humanos. Si María no hubiera contraído la culpa original, no hubiera podido ser rescatada. En efecto, la redención consiste en librar a quien se encuentra en estado de pecado.
El franciscano Juan Duns Escoto, al principio del siglo XIV, inspirado en algunos teólogos del siglo XII y por el mismo San Francisco (siglo XIII, devoto de la Inmaculada), brindó la clave para superar las objeciones contra la doctrina de la Inmaculada Concepción de María. El sostuvo que Cristo, el mediador perfecto, realizó precisamente en María el acto de mediación más excelso: Cristo la redimió preservándola del pecado original. Se trata una redención aún más admirable: No por liberación del pecado, sino por preservación del pecado.
Escoto preparó el camino para la definición dogmática. Dicen que su inspiración le vino al pasar por frente de una estatua de la Virgen y decirle: "Dignare me laudare te: Virgo Sacrata" (Oh Virgen sacrosanta dadme las palabras propias para hablar bien de Ti).
1. ¿A Dios le convenía que su Madre naciera sin mancha del pecado original? - Sí, a Dios le convenía que su Madre naciera sin ninguna mancha. Esto es lo más honroso, para Él.
2. ¿Dios podía hacer que su Madre naciera sin mancha de pecado original? -
Sí, Dios lo puede todo, y por tanto podía hacer que su Madre naciera sin mancha: Inmaculada.
3. ¿Lo que a Dios le conviene hacer lo hace? ¿O no lo hace? Todos respondieron: Lo que a Dios le conviene hacer, lo que Dios ve que es mejor hacerlo, lo hace.
Entonces Scotto exclamó: Luego
1. Para Dios era mejor que su Madre fuera Inmaculada: o sea sin mancha del pecado original.
2. Dios podía hacer que su Madre naciera Inmaculada: sin mancha
3. Por lo tanto: Dios hizo que María naciera sin mancha del pecado original. Porque Dios cuando sabe que algo es mejor hacerlo, lo hace.
Méritos: María
es libre de pecado por los méritos de Cristo Salvador. Es por El que ella es
preservada del pecado. Ella, por ser una de nuestra raza humana, aunque no
tenía pecado, necesitaba salvación, que solo viene de Cristo. Pero Ella
singularmente recibe por adelantado los méritos salvíficos de Cristo. La causa
de este don: El poder y omnipotencia de Dios.
Razón: La
maternidad divina. Dios quiso prepararse un lugar puro donde su hijo se
encarnara.
Frutos
1-María fue inmune de los movimientos de la concupiscencia. Concupiscencia: los deseos irregulares del apetito sensitivo que se dirigen al mal.
2-María estuvo inmune de todo
pecado personal durante el tiempo de su vida. Esta es la grandeza de María, que
siendo libre, nunca ofendió a Dios, nunca optó por nada que la manchara o que
le hiciera perder la gracia que había recibido.
El dogma de la Inmaculada
Concepción de María no ofusca, sino que más bien pone mejor de relieve los
efectos de la gracia redentora de Cristo en la naturaleza humana. Todas
las virtudes y las gracias de María Santísima las recibe de Su Hijo. La Madre
de Cristo debía ser perfectamente santa desde su concepción. Ella desde el
principio recibió la gracia y la fuerza para evitar el influjo del pecado y
responder con todo su ser a la voluntad de Dios. A María, primera redimida por
Cristo, que tuvo el privilegio de no quedar sometida ni siquiera por un
instante al poder del mal y del pecado, miran los cristianos como al modelo
perfecto y a la imagen de la santidad que están llamados a alcanzar, con la
ayuda de la gracia del Señor, en su vida.
En torno a las ideas de Escoto se
suscitó una gran controversia. Después de que el Papa Sixto IV aprobara, en
1477, la misa de la Concepción, esa doctrina fue cada vez más aceptada en las
escuelas teológicas.
El Papa Sixto IV, en 1483, casi 4 siglos antes del dogma, había extendido la fiesta de la Concepción Inmaculada de María a toda la Iglesia de Occidente.
El Papa Sixto IV, en 1483, casi 4 siglos antes del dogma, había extendido la fiesta de la Concepción Inmaculada de María a toda la Iglesia de Occidente.
Fue valioso
también el aporte del mundo universitario. Las universidades de París, Maguncia y Colonia y, en España, la de
Valencia (1530), Granada, Alcalá (1617), Salamanca (1618) y otras proclamaron a
María Inmaculada como Patrona. Sus doctores, al recibir el grado, hacían voto y
juramento de enseñar y defender la doctrina de la Inmaculada Concepción de
María.
La Inmaculada Concepción de la
Santísima Virgen María tiene un llamado para nosotros:
1-Nos llama a la purificación. Ser puros para que Jesús resida en nosotros.
2-Nos llama a la consagración al Corazón Inmaculado de María, lugar seguro para alcanzar conocimiento perfecto de Cristo y camino seguro para ser llenos del Espíritu Santo.
"Con la
Inmaculada Concepción de María comenzó la gran obra de la Redención, que tuvo
lugar con la sangre preciosa de Cristo. En Él toda persona está llamada a
realizarse en plenitud hasta la perfección de la santidad" Juan Pablo II,
5-XII-2003.
Respuesta a los argumentos contra
la Inmaculada Concepción de María.
1- Argumento: La Inmaculada Concepción
contradice la enseñanza de San Pablo: "todos han pecado y están lejos de
la presencia salvadora de Dios" (Romanos 3:23).
Respuesta católica: Si fuéramos a tomar las palabras de San Pablo "todos han pecado" en un sentido literal absoluto, Jesús también quedaría incluido entre los pecadores. Sabemos que esta no es la intención de S. Pablo ya que después menciona que Jesús "no conoció pecado" (2Cor 5,21; Cf. Hebreos 4:15; 1 Pedro 2:22).
Respuesta católica: Si fuéramos a tomar las palabras de San Pablo "todos han pecado" en un sentido literal absoluto, Jesús también quedaría incluido entre los pecadores. Sabemos que esta no es la intención de S. Pablo ya que después menciona que Jesús "no conoció pecado" (2Cor 5,21; Cf. Hebreos 4:15; 1 Pedro 2:22).
El dogma de la Inmaculada
Concepción de María no contradice la enseñanza Paulina en Rm 3:23 sobre la
realidad pecadora de la humanidad en general, la cual estaba encerrada en el
pecado y lejos de Dios hasta la venida del Salvador. San Pablo enseña que
Cristo nos libera del pecado y nos une a Dios (Cf. Efesios 2:5). Esta es
la enseñanza del Catecismo de la Iglesia católica, el pecado original «afecta a
la naturaleza humana», que se encuentra así «en un estado caído». Por eso, el
pecado se transmite «por propagación a toda la humanidad, es decir, por la
transmisión de una naturaleza humana privada de la santidad y de la justicia
originales». Pero Jesús tiene la potestad para preservar a su Madre del pecado
aplicando a ella los méritos de su redención.
San Pablo declara que, como
consecuencia de la culpa de Adán, «todos pecaron» y que «el delito de uno solo
atrajo sobre todos los hombres la condenación» (Rom 5,12.18). El paralelismo
entre Adán y Cristo se completa con el de Eva y María: La mujer tuvo un papel
importante en la caída y lo tiene también en la redención.
San Ireneo, Padre
de la Iglesia del siglo II, presenta a María como la nueva Eva que, con su fe y
su obediencia, contrapesa la incredulidad y la desobediencia de Eva. Ese papel
en la economía de la salvación exige la ausencia de pecado. Era conveniente
que, al igual que Cristo, nuevo Adán, también María, nueva Eva, no conociera el
pecado y fuera así más apta para cooperar en la redención.
El pecado que mancha a toda la humanidad no puede entrar en el Redentor y su colaboradora. Con una diferencia sustancial: Cristo es totalmente santo en virtud de la gracia que en su humanidad brota de la persona divina; y María es totalmente santa en virtud de la gracia recibida por los méritos del Salvador. Entonces, lo que Pablo declara en forma general para toda la humanidad no incluye a Jesús y a María.
El pecado que mancha a toda la humanidad no puede entrar en el Redentor y su colaboradora. Con una diferencia sustancial: Cristo es totalmente santo en virtud de la gracia que en su humanidad brota de la persona divina; y María es totalmente santa en virtud de la gracia recibida por los méritos del Salvador. Entonces, lo que Pablo declara en forma general para toda la humanidad no incluye a Jesús y a María.
2- Argumento: Según algunos,
María reconoce que ella era pecadora y que necesitó ser rescatada por la gracia
de Dios (Lucas 1: 28, 47).
Respuesta católica: Que María
se declarara pecadora es falso. Que ella se declarara salvada por Dios es
cierto. En Lc 1:48 ella reconoce que fue salvada. ¿De qué? Del dominio del
pecado, por gracia de Dios. Pero para eso no tuvo que llegar a pecar. Dios la
salvó preservándola del pecado.
El dogma de la Inmaculada
Concepción de María no niega que ella fue salvada por Jesús.
En María las gracias de Cristo se aplicaron ya desde el momento de su
concepción. El hecho de que Jesús no hubiese aún nacido no presenta obstáculo
pues las gracias de Jesús no tienen barreras de tiempo y se aplicaron
anticipadamente en su Madre. Para Dios nada es imposible.
¿Cómo sabemos que La Virgen María
fue concebida sin pecado? La fe católica reconoce que la revelación
Bíblica necesita ser interpretada a la luz de la Tradición recibida de los
Apóstoles y según el desarrollo dogmático que, por el Espíritu Santo, ha
ocurrido en la Iglesia. De esta manera lo que está ya en la Biblia en
forma de semilla se llega a entender cada vez mejor.
Llena de Gracia, el nombre más bello de
María.
Benedicto XVI, 2006
Benedicto XVI, 2006
Queridos hermanos y
hermanas:
Celebramos hoy una de las fiestas
de la bienaventurada Virgen más bellas y populares: la Inmaculada Concepción.
María no sólo no cometió pecado alguno, sino que quedó preservada incluso de
esa común herencia del género humano que es la culpa original, a causa de la
misión a la que Dios la había destinado desde siempre: ser la Madre del
Redentor.
Todo esto queda contenido en la verdad de fe de la Inmaculada Concepción. El fundamento bíblico de este dogma se encuentra en las palabras que el Ángel dirigió a la muchacha de Nazaret: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo» (Lucas 1, 28). «Llena de gracia», en el original griego «kecharitoméne», es el nombre más bello de María, nombre que le dio el mismo Dios para indicar que desde siempre y para siempre es la amada, la elegida, la escogida para acoger el don más precioso, Jesús, «el amor encarnado de Dios» (encíclica «Deus caritas est», 12).
Todo esto queda contenido en la verdad de fe de la Inmaculada Concepción. El fundamento bíblico de este dogma se encuentra en las palabras que el Ángel dirigió a la muchacha de Nazaret: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo» (Lucas 1, 28). «Llena de gracia», en el original griego «kecharitoméne», es el nombre más bello de María, nombre que le dio el mismo Dios para indicar que desde siempre y para siempre es la amada, la elegida, la escogida para acoger el don más precioso, Jesús, «el amor encarnado de Dios» (encíclica «Deus caritas est», 12).
Podemos preguntarnos: ¿por qué
entre todas las mujeres, Dios ha escogido precisamente a María de Nazaret? La
respuesta se esconde en el misterio insondable de la divina voluntad. Sin
embargo, hay un motivo que el Evangelio destaca: su humildad. Lo subraya Dante
Alighieri en el último canto del «Paraíso»: «Virgen Madre, hija de tu hijo,
humilde y alta más que otra criatura, término fijo del consejo eterno» (Paraíso
XXXIII, 1-3). La Virgen misma en el «Magnificat», su cántico de alabanza, dice
esto: «Engrandece mi alma al Señor… porque ha puesto los ojos en la humildad de
su esclava» (Lucas 1, 46.48). Sí, Dios se sintió prendado por la humildad de
María, que encontró gracia a sus ojos (Cf. Lucas 1, 30). Se convirtió, de este
modo, en la Madre de Dios, imagen y modelo de la Iglesia, elegida entre los
pueblos para recibir la bendición del Señor y difundirla entre toda la familia
humana.
Esta «bendición» es el mismo
Jesucristo. Él es la fuente de la «gracia», de la que María quedó llena desde
el primer instante de su existencia. Acogió con fe a Jesús y con amor lo
entregó al mundo. Ésta es también nuestra vocación y nuestra misión, la
vocación y la misión de la Iglesia: acoger a Cristo en nuestra vida y
entregarlo al mundo «para que el mundo se salve por él» (Juan 3, 17).
Queridos hermanos y hermanas: la
fiesta de la Inmaculada ilumina como un faro el período de Adviento, que es un
tiempo de vigilante y confiada espera del Salvador. Mientras salimos al
encuentro de Dios, que viene, miremos a María que «brilla como signo de
esperanza segura y de consuelo para el pueblo de Dios en camino» («Lumen
gentium», 68). Con esta conciencia os invito a uniros a mí cuando, en la tarde,
renueve en la plaza de España el tradicional homenaje a esta dulce Madre por la
gracia y de la gracia. A ella nos dirigimos ahora con la oración que recuerda
el anuncio del ángel.
Juan Pablo II sobre La Inmaculada Concepción
1. En la reflexión doctrinal de
la Iglesia de oriente, la expresión llena de gracia, como hemos visto en las
anteriores catequesis, fue interpretada, ya desde el siglo VI, en el sentido de
una santidad singular que reina en María durante toda su existencia. Ella inaugura
así la nueva creación.
Además del relato lucano de la
Anunciación, la Tradición y el Magisterio han considerado el así llamado
Protoevangelio (Gn 3, 15) como una fuente escriturística de la verdad de la
Inmaculada Concepción de María. Ese texto, a partir de la antigua versión
latina: «Ella te aplastara la cabeza», ha inspirado muchas representaciones de
la Inmaculada que aplasta la serpiente bajo sus pies.
Ya hemos recordado con
anterioridad que esta traducción no corresponde al texto hebraico, en el que
quien pisa la cabeza de la serpiente no es la mujer, sino su linaje, su
descendiente. Ese texto por consiguiente, no atribuye a María sino a su Hijo la
victoria sobre Satanás. Sin embargo, dado que la concepción bíblica establece
una profunda solidaridad entre el progenitor y la descendencia, es coherente
con el sentido original del pasaje la representación de la Inmaculada que
aplasta a la serpiente, no por virtud propia sino de la gracia del Hijo.
2. En el mismo texto bíblico,
además se proclama la enemistad entre la mujer y su linaje, por una parte, y la
serpiente y su descendencia, por otra. Se trata de una hostilidad expresamente
establecida por Dios, que cobra un relieve singular si consideramos la cuestión
de la santidad personal de la Virgen. Para ser la enemiga irreconciliable de la
serpiente y de su linaje, María debía estar exenta de todo dominio del pecado.
Y esto desde el primer momento de su existencia.
A este respecto, la encíclica
Fulgens corona, publicada por el Papa Pío XII en 1953 para conmemorar el
centenario de la definición del dogma de la Inmaculada Concepción, argumenta
así: «Si en un momento determinado la santísima Virgen María hubiera quedado
privada de la gracia divina, por haber sido contaminada en su concepción por la
mancha hereditaria del pecado, entre ella y la serpiente no habría ya –al menos
durante ese periodo de tiempo, por más breve que fuera– la enemistad eterna de
la que se habla desde la tradición primitiva hasta la solemne definición de la
Inmaculada Concepción, sino más bien cierta servidumbre» (MS 45 [1953], 579).
La absoluta enemistad puesta por
Dios entre la mujer y el demonio exige, por tanto, en María la Inmaculada
Concepción, es decir, una ausencia total de pecado, ya desde el inicio de su
vida. El Hijo de María obtuvo la victoria definitiva sobre Satanás e hizo beneficiaria
anticipadamente a su Madre, preservándola del pecado. Como consecuencia, el
Hijo le concedió el poder de resistir al demonio, realizando así en el misterio
de la Inmaculada Concepción el más notable efecto de su obra redentora.
3. El apelativo llena de gracia y
el Protoevangelio, al atraer nuestra atención hacia la santidad especial de
María y hacia el hecho de que fue completamente librada del influjo de Satanás,
nos hacen intuir en el privilegio único concedido a María por el Señor el
inicio de un nuevo orden, que es fruto de la amistad con Dios y que implica, en
consecuencia, una enemistad profunda entre la serpiente y los hombres.
Como testimonio bíblico en favor
de la Inmaculada Concepción de María, se suele citar también el capitulo 12 del
Apocalipsis, en el que se habla de la «mujer vestida de sol» (Ap 12, 1). La
exégesis actual concuerda en ver en esa mujer a la comunidad del pueblo de
Dios, que da a luz con dolor al Mesías resucitado. Pero, además de la
interpretación colectiva, el texto sugiere también una individual cuando
afirma: «La mujer dio a luz un hijo varón, el que ha de regir a todas las
naciones con cetro de hierro» (Ap 12, 5). Así, haciendo referencia al parto, se
admite cierta identificación de la mujer vestida de sol con María, la mujer que
dio a luz al Mesías. La mujer comunidad está descrita con los rasgos de la
mujer Madre de Jesús.
Caracterizada por su maternidad,
la mujer «está encinta, y grita con los dolores del parto y con el tormento de
dar a luz» (Ap 12, 2). Esta observación remite a la Madre de Jesús al pie de la
cruz (cf. Jn 19, 25), donde participa, con el alma traspasada por la espada
(cf. Lc 2, 35), en los dolores del parto de la comunidad de los discípulos. A
pesar de sus sufrimientos, está vestida de sol, es decir, lleva el reflejo del
esplendor divino, y aparece como signo grandioso de la relación esponsal de
Dios con su pueblo.
Estas imágenes, aunque no indican
directamente el privilegio de la Inmaculada Concepción, pueden interpretarse
como expresión de la solicitud amorosa del Padre que llena a María con la
gracia de Cristo y el esplendor del Espíritu.
Por ultimo, el Apocalipsis invita a reconocer mas particularmente la dimensión eclesial de la personalidad de María: la mujer vestida de sol representa la santidad de la Iglesia, que se realiza plenamente en la santísima Virgen, en virtud de una gracia singular.
4. A esas afirmaciones escriturísticas, en las que se basan la Tradición y el Magisterio para fundamentar la doctrina de la Inmaculada Concepción, parecerían oponerse los textos bíblicos que afirman la universalidad del pecado.
Por ultimo, el Apocalipsis invita a reconocer mas particularmente la dimensión eclesial de la personalidad de María: la mujer vestida de sol representa la santidad de la Iglesia, que se realiza plenamente en la santísima Virgen, en virtud de una gracia singular.
4. A esas afirmaciones escriturísticas, en las que se basan la Tradición y el Magisterio para fundamentar la doctrina de la Inmaculada Concepción, parecerían oponerse los textos bíblicos que afirman la universalidad del pecado.
El Antiguo Testamento habla de un
contagio del pecado que afecta a «todo nacido de mujer» (Sal 50, 7; Jb 14, 2).
En el Nuevo Testamento, san Pablo declara que, como consecuencia de la culpa de
Adán, «todos pecaron» y que «el delito de uno solo atrajo sobre todos los
hombres la condenación» (Rm 5, 12. 18). Por consiguiente, como recuerda el
Catecismo de la Iglesia católica, el pecado original «afecta a la naturaleza
humana», que se encuentra así «en un estado caído». Por eso, el pecado se
transmite «por propagación a toda la humanidad, es decir, por la transmisión de
una naturaleza humana privada de la santidad y de la justicia originales» (n.
404). San Pablo admite una excepción de esa ley universal: Cristo, que «no
conoció pecado» (2 Co 5, 21) y así pudo hacer que sobreabundara la gracia
«donde abundo el pecado» (Rm 5, 20).
Estas afirmaciones no llevan
necesariamente a concluir que María forma parte de la humanidad pecadora. El
paralelismo que san Pablo establece entre Adán y Cristo se completa con el que
establece entre Eva y María: el papel de la mujer, notable en el drama del
pecado, lo es también en la redención de la humanidad.
San Ireneo presenta a María como
la nueva Eva que, con su fe y su obediencia, contrapesa la incredulidad y la
desobediencia de Eva. Ese papel en la economía de la salvación exige la
ausencia de pecado. Era conveniente que, al igual que Cristo, nuevo Adán,
también María, nueva Eva, no conociera el pecado y fuera así más apta para
cooperar en la redención.
El pecado, que como torrente arrastra a la humanidad, se detiene ante el Redentor y su fiel colaboradora. Con una diferencia sustancial: Cristo es totalmente santo en virtud de la gracia que en su humanidad brota de la persona divina; y María es totalmente santa en virtud de la gracia recibida por los méritos del Salvador.
El pecado, que como torrente arrastra a la humanidad, se detiene ante el Redentor y su fiel colaboradora. Con una diferencia sustancial: Cristo es totalmente santo en virtud de la gracia que en su humanidad brota de la persona divina; y María es totalmente santa en virtud de la gracia recibida por los méritos del Salvador.
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