sábado, 29 de julio de 2017

Frases para meditar


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"Vuélvete a tu interior y, si eres fiel, allí encontraras a Cristo. Él es quien te habla allí.”


San Agustín



sábado, 15 de julio de 2017

De las dificultades



Las dificultades del peregrino
El camino de la vida es tan vital como lleno de piedras, hiedras, animales conocidos y desconocidos, generalmente elementos toscos y con frecuencia inesperados. ¿Qué hacer con esos elementos que el peregrino encuentra a lo largo del camino? Muchos deciden quitar las piedras del camino. Otros las pulverizan al pensar que así eliminan todas las dificultades, otros las eliminan pensando que simplemente son estorbos. Muchos las sepultan y otros simplemente se golpean contra ellas y las dejan esperando que otros sufran la misma situación.
Cada caminante en algún momento tropieza con dificultades a cada paso, se lastima, hiere su carne y muchas veces sangra. No puede sortear cada dificultad y salir inmaculado. Quiera o no la vida le pone estos acompañantes inesperados. ¿Qué hacer entonces?
El sindicato decretó una huelga. La reunión con los socios fue todo un fracaso. El granizo arrasó con la cosecha de trigo de toda la región. El barril de crudo superó los precios del pasado año. Se descompuso el ascensor del edificio. El país no creció en el último trimestre. El banquero tiene negocios sucios con el ministro de hacienda. El tráfico está imposible. El nuevo jefe es antipático. Hay una larga fila de jubilados en el Banco. Cada día crece el número de asaltos y asesinatos. Los vecinos nuevos son molestos. Nuestro hijo no es buen estudiante. Nuestra escuadra de fútbol perdió el partido. Tenemos que cambiar la cañería de la casa. La inflación come nuestros magros ahorros. Los niños desnutridos mueren en hospitales municipales. El sur está cubierto de nieve y el ganado muere generando cuantiosa pérdida económica. La tasa de divorcios creció en la última década. Un tornado devastó el humilde poblado…
He aquí algunos de los compañeros de la vida.
Prisioneros en esa madeja de horrores, cercados por todos lados, y diariamente bombardeados por la miseria, parece difícil mantenerse con calma y no sucumbir a ese asedio siniestro. Es lícito pensar si debemos transformar esas desgracias en aliadas, pero tal vez vale el intento.
                                        ****   
Lo adecuado es dejar que cada cosa, que cada piedra, accidente o dificultad sea lo que son.  La idea de aceptación el tan antigua y embebida de religiosidad que merece ser considerada. Cuando llegamos a la conclusión de que no podemos detener los huracanes, y que los hechos se harán presentes en nuestra vida sin nuestro consentimiento, lo razonable es aceptarlo con calma.
Aceptar no significar resignarse. Significa admitir la situación o persona tal como es. Aceptar es tener una actitud activa ante una situación. No nos dejamos acribillar por los problemas que a diario nos envuelven en sus oscuros ropajes por todas parte. Más bien es prestar atención a cada suceso, es estar alerta y presente, no irritarse y dejar que las cosas se expresen tal como son.
No resistir a las piedras que están en el camino del peregrino, es no enfadarse con ellas ni apartarlas ni pulverizarlas, pues al hacer esto solo nosotros sufrimos a causa de nuestra propia actitud.
Por medio de la aceptación, no solo evitamos la ira, sino que aceptamos al otro tal como es. Lejos de parecer una posición pasiva, cuando un sujeto acepta una situación y no reniega de ella esta en una posición activa, privilegiando así sus actitudes posteriores.
Lo fundamental es no caer en las redes de los vendedores de ilusiones y los líderes de la muerte que llenan nuestros sentidos con su mercancía desde todos los lados y a cada momento. Más importantes es prestar atención a cada uno de los acontecimientos de nuestra vida sean importantes o superficiales y analizar cada cosa permitiendo que sean lo que sean.
No resistir las piedras del camino, no desintegrarlas a golpes ni enfadarse con ellas van a impedir buena parte de nuestro sufrimiento al dejar de transferir cargas emocionales de origen propio y violento a todo lo que acontece a nuestro alrededor nos libera de ser el blanco de todos los males y la víctimas cautivas de la mirada, de la desidia y de la propia agresión del otro.
Mostrar delicadeza y comprensión con los obstáculos y con las piedras que encontramos a lo largo de nuestro camino, aceptarlas tal como son nos libera de obtener mayor sufrir pues nuestro propio disgusto y cólera no puede amortiguar ni disminuir su efecto. Ser cuidadosos con ellas es la única forma de evitar golpearnos con ellas. Y como dice la sabiduría de los antiguos si no podemos asumirlas, cargas con ellas, es mejor dejarlas atrás en paz, despedirnos de ellas como amigos.
Hemos intentado así transformar los supuestos enemigos en amigos y secar los ríos de
sufrimiento humano.




sábado, 8 de julio de 2017

martes, 4 de julio de 2017

Acerca de la adversidad: ¿todo tiempo pasado fue mejor?




¿Todo tiempo pasado fue mejor?                                                                
Fue a partir de una frase tan popular como la que nos precede aquí que abrimos este punto que se reproduce parcialmente al comienzo de este trabajo. Es en dicha instancia –en el pasado-, en dónde ciertas corrientes de las psicoterapias actuales centran todo su trabajo. Corresponde preguntarse entonces: ¿qué es lo fundamental para estas terapias? Sabemos de las múltiples ironías que manejan los psicoanalistas apoyándose en las teorías de Freud y de Lacan, que han vertido respecto del pasado del sujeto, ciento de comentarios y de tesituras que se rigen de acuerdo a la consigna de que el analizante debe recurrir al analista para lograr transitar su pasado y atravesar los pasajes más oscuros que hace mella en su presente.
Siempre nos dicen que el tiempo pasado fue mejor y que nunca retorna. Por lo tanto no es posible regresar al un pasado efímero y arreglar o prevenir de esa manera las circunstancias. Nada de lo sucedido podemos reparar en el pasado si no es desde el presente. No es posible regresar ni un minuto en el tiempo, pero sabemos que estamos condicionados por los hechos del pasado y la sumatoria de sus consecuencias. Si bien todo lo que hacemos en las últimas décadas es rememorar un pasado doloroso que simplemente se ha convertido en un manantial de aguas amargas que plena la vida de tristezas y sufrimientos, hay posibilidad de resolver no el pasado en sí sino las consecuencias que éste acarrea en nuestro presente. Pero para ello primero hay que estar dispuesto a hacerlo.
A pesar de nuestra aparente hidalguía somos rencorosos y estamos siempre atentos a la menor posibilidad de hacer saltar el odio contenido.
Nos asombramos al ver que una persona se arroja desde lo alto de un edificio, y nos duele ver a un niño desnutridos en la pantalla de nuestro televisor. Somos los primeros en condenar la locura de alguien que se golpea la cabeza contra la pared simplemente como un acto que continúa prolongando el dolor en su vida. Sin embargo no dejamos de amargarnos la vida y revivir historias dolorosas, tan esclerosadas y tan imposibles de cambiar como el color del cielo, pero seguimos permitiendo que sus filos corten nuestra carne.
Solo nos Empeñamos en recordar el pasado para perdurar el presente doloroso. Nunca escuché hablar del pasado para cerrar su influencia en el presente.