sábado, 20 de mayo de 2017

Algunas puntuaciones acerca de la adversidad: II parte



I
Reconocer sucesos adversos
                          
Ahora bien, necesitamos ayudarnos a derrumbara estas simplificaciones un tanto groseras; y, para apreciar un poco mejor la temática que intentamos abordar, tomaremos también tres puntuaciones atinentes a nuestro entender para ayudarnos en nuestro recorrido.
En primer lugar nosotros también somos responsables de aquello que nos pasa.
Nosotros somos hacedores, somos quienes creamos aquello que nos pasa. Pero también, por consiguiente, somos prisioneros de nuestro pasado y también sus beneficiarios. No es difícil relatar que en cientos de ocasiones nos vemos envueltos en situaciones desfavorables, es más –hasta muchas personas se acomodan durante largo tiempo en el sillón de las víctimas sin poder salir de él-,: las injusticias, los escándalos, las descripciones gratuitas de cómo se supone que somos para los otros levantaron un muro de estratégicas calumnias y rumores sobre un hecho histórico real, y todo el sentido de cómo es un individuo y, es más de cómo es un país rodó por el fango. Todo ese episodio siniestro ya no es posible modificarlo, y sin embargo su efecto quedó allí en las sombras, anclado en el tiempo y al asecho.
En segundo lugar, rechazamos aquello que en algún momento nos causó un efecto adverso.
Lo que hicimos ciento de veces es relegar ese suceso al pasado, en verdad no lo olvidamos pero si lo renegamos (denegación), ya no existe en un plano evidente (consciente). Pero ese hecho también forma parte de nuestro bagage, y cualquier hecho nuevo rehace aquella cadena de rencores, rememorando y recordando aquellos hechos tal como si ocurrieran en el presente; luego no es difícil entender como la furia y la rabia ganan, como si todo lo actual fuera transformado por una hoguera infernal, es en ese momento cuando el pasado retorna en forma de disgusto. Pero es solo un llamado de atención, somos nosotros como organismo quienes transformamos un acontecimiento pasado en un disgusto presente.
El disgusto presente si bien es un producto propio, (un producto mental), y por eso podemos desprendernos de nuestros recuerdos dolorosos y en ese camino nos proponemos estar.
Esa recusación, implica un rechazo a cierta concepción de la posición de seres humanos comprometidos con nuestra propia existencia y con la sociedad a la que pertenecemos. Si porque a la manera de los pequeños corruptos de nuestra época, una suerte de contagio en cadena provocaría en nosotros la insistencia irreflexiva y ecolálica de buscar culpables o bien de desentenderse de quien tuvo la culpa.
Por último implica un compromiso trascendental caminar despiertos y con las marcas del sufrimiento pero libres de su yugo. La ideas terapéutica es la de acompañar en el proceso que implica caminar al lado, junto al ser hablante de una marcha a la par que este hace su obra que es, a la vez, actual. Por otra parte, en reiteradas ocasiones consiste en enjugar las lágrimas que, inexorablemente aparecerán como compañeras en el peregrinar mientras se construye un mejor andar.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por participar en esta página.