sábado, 25 de febrero de 2017

El camino de la paciencia: segunda parte




El camino de la paciencia: segunda parte

La paciencia: Nuestra aliada en el camino


Image result for imagenes de caminos verdesLas referencias tradicionales, en cuanto a la relación del sujeto con las amplias definiciones psicológicas de tantas escuelas que lo definen con la amplia y variada constelación formada desde el pensamiento filosófico hasta nuestros días, es puntual y conocida. Es más en el psicoanálisis encontramos variados puntos en donde encontramos en la obra de Freud referencias a aquel espectro que abarca desde los jónicos hasta los pitagóricos, pasando desde los eleatas hasta los primeros físicos, aunque no hay en verdad no hay en su obra un recurso sistemático de estas numerosas facetas. Las diversas tipologías no datas de los tiempos actuales. La idea de las diferencias de temperamento surge ya en los pensadores y sabios de la antigüedad. Ya desde Hipócrates a quien podemos considerar el fundador de la biotipología con su teoría de los cuatro temperamentos a saber: sanguíneos, coléricos, linfáticos y nerviosos.
Así mismo, dentro de los postulados freudianos es harto conocido que aquello denominado motivación por la psicología tradicional, Freud lo denomina de otra manera haciendo intervenir el par antitético, propuesto en los últimos tramos de su extensa obra, denominado de modo incorrecto por alguno de sus seguidores como Eros Y Thánatos, cuando en realidad el mismo Freud dio el nombre de filía: amor, y neikos: discordia.


Ahora bien, acudamos –para contextuar lo anteriormente dicho- a otros autores. En el siglo pasado la teoría de las diferenciaciones individuales ocupó un lugar destacado en la biología, en la medicina y también el la psicología. Pero aventuramos a decir que la creación de la psicología diferencial arranca con los postulados de Stern, con su obra “La psicología individual”, publicada en 1900.
En el último siglo se ha realizado el estudio científico de los caracteres humanos desde diferentes enfoques: psicofisiológicos, psicológicos y espiritual, así algunas corrientes tienen en cuenta la relación psicofísica del individuo, estableciendo de modo más o menos estrecha la relación entre la mente y el cuerpo; otros en cambio, se basan en motivos estrictamente psicológicos; otras subrayan el aspecto puramente espiritual como en el caso de la obra de Spranger. En las últimas décadas hemos vista aparecer el fenómeno de los libros de autoayuda. Centenares de recetas de cómo estar mejor sin necesidad de acceder a la ayuda profesional convencional.
¿Pero qué es lo que hace que cada vez haya nuevas y más virulentas patologías con  tantas técnicas de abordaje?
 Comprobado está que no se consigue nada leyendo cientos de artículos de autoayuda, o con abrigar buenas intenciones, es imprescindible transpirar la camiseta, los deseos entonces se convierten en convicciones y éstas en decisiones de cambio. De nada valen mil horas de llanto sobre un mismo tema derramadas en el diván del analista si esa decisión de cambio no aparece. Las decisiones, nos conducen a reconsiderar y ordenar nuestras actividades; y, en medio de éstas reservar un espacio diario para metódicamente iniciar una práctica de ejercicios nuevos que nos ayuden al cambio.
Pero muchos creen que no disponen de tiempo. Trampa muy sutil para quedar atrapados en un pasado esclerosante.
 Es muy importante pensar que el tiempo es solo cuestión de preferencias, y las preferencias siempre derivan de nuestros deseos y de nuestras prioridades. Siempre es el momento para evaluar cuales son nuestras prioridades en la vida.
No se trata de acordar con los acreedores internos o externos, de apuntalar un puente deteriorado o eliminar una comisión inútil. Todos esos propósitos son valiosos, ciertamente, son importantes; pero hay algo primordial: nosotros estamos conjugando aquí un verbo importantes: ser ¿quiénes somos?, expresión escurridiza que, escapa como agua entre los dedos cuando una definición quiere encerrarla entre palabras.

¿Qué es pues nuestro cielo y nuestra sociedad? ¿Qué valor le damos a nuestra esencia? ¿Qué es lo que valoramos en primer lugar? Si la respuesta es la vida, simplemente hablamos del valor que da sentido a todos los demás. De pronto, todo lo que produce una sociedad (palabras, modas, actitudes, conductas, reacciones etc.),  se reviste de un brillo particular que, como proviene del espíritu, no lo podemos revestir con palabras. Ese es el sentido de una vida, de miles de vidas, de miles de sonrisas que, frescas como brisa primaveral, califican como feliz a un ser humano.
Es, una sensación de plenitud, que, sea en el momento que sea, al volver la vista hacia atrás, simplemente reconoce que ha valido la pena el viaje.

Bien sabemos que toda personalidad se desarrolla en forma continua, desde que el hombre nace hasta que muere, y se afirma a través de la conducta. Si bien las primeras manifestaciones de estructuración de la personalidad se inician con los primeros modos de ajuste al medio que adopta el individuo; vale decir con el nacimiento. Si bien el hombre se conduce desde que nace y la conducta forma a la personalidad y a la vez se expresa por medio de ella vemos cuán importante es la formación en los primeros años de vida de cada sujeto humano en dónde no solo se forman los hábitos sino también se estructuran los modos en cómo se relacionan con el contexto social.
Pero bien, ese objetivo central de una vida individual, o bien de una nación no se consigue sin esfuerzo y una metodología adecuada. Para poder ahuyentar las sombras de la desolación.
La vida es movimiento y es imposible hacer predicciones certeras porque momentos diferentes aun usando las mismas técnicas producirán resultados diferentes. La vida es movimiento, produce altibajos, y es tan vertiginosa que no siempre podemos llegar a comprender las causas que dan origen a ese desconcertante vaivén y a sus consecuencias.
¡Hay quien se queja de lleno! Reza Sin más pudores un dicho popular. Cuando todo parece ir sobre ruedas, aparecen sombras y nubes grises en el cielo pampeano. De pronto, hasta el dulce sabor de la fruta madura sabe a desesperanza. No hay lógica. El deseo una vez alcanzado es solo un gris recuerdo que no llena los días sin sol. El hombre urbano queda insatisfecho y decepcionado una vez más. No se explica de dónde saca fuerzas en los  momentos de mayor angustia y sufrimiento y cómo se decepciona en un bello y próspero día.
Ninguna disciplina comprende al ser humano en su totalidad. Simplemente la naturaleza humana y su patrimonio exclusivo –la contradicción -, queda como único testigo de su existir, parece que es así…

Lejos de lo que muchos pretendieron, contemporáneamente, o en épocas pasadas, la naturaleza humana no es, patrimonio de una sola ciencia, ni de un sistema filosófico en particular. Para colmo de males, el la última década nos empecinamos en buscar un complemento “genético” a todo problema bienestar o situación humana, como en otros tiempos recaía toda la responsabilidad en la educación, la sociedad o el psiquismo.
Teniendo por delante estos supuestos, nos encontramos con frecuencia con el hecho de que la disciplina, el control, la concentración y los ejercicios constantes y correctamente efectuados no se incluyen en el hábito nacional. En la vida todo es movimiento, todo es dinamismo. La voluntad y la tenacidad logran cambios permanentes en la conducta humana y esto promueve mejoras a nivel social. Es habitual que muchas veces nuestra fuerza disminuya, que nuestra voluntad decaiga, pues el camino de la vida no es llano y recto sino más bien lleno de dificultades e inesperados senderos oscuros pero tentadores que nos obligan a enfrentarnos con curvas peligrosas, marcha forzosa y contramarchas penosas. Una conducta benéfica, hoy carece de importancia y mañana puede salvar tu vida.

En cualquier momento, cuando el cielo está azul y la tranquilidad reina en el jardín de nuestra existencia, aparece un fuerte viento que todo lo trastorna, entramos de modo inesperado en una crisis existencial. Un día cualquiera el hombre comienza a sentirse hastiado de controlar sus impulsos a través de las distintas terapias, con la aguda sensación de que pierde su tiempo y con la apremiante sensación de querer desprenderse de todo de inmediato. El consejo es no asustarse. Lo importante es saber que las cosas son como son y debemos aceptarlas tal y como son. La paciencia es nuestra eterna aliada.

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