martes, 26 de abril de 2016

Pensamientos agustinos



San Agustín. La actualidad de su pensamiento

Introducción

Cuando creemos que Dios nos abandona, que nada puede mejorar en nuestras vidas, que la santidad es solo para seres elegidos, es que estamos perdiendo el camino a causa de la desesperanza y  de nuestras dificultades  para resolver los conflictos más pequeños. Ser feliz  se vuelven una utopía. Y allí, en ese mar de negras aguas se presentan las angustias, el desanimo, la falta de estima por todo y por todos. Comienza para el sufriente un camino cuesta abajo, solitario y pleno de oscuridad.
Muchas ofertas terapéuticas aparecieron desde hace décadas en el mundo de la Psicología y muchas veces creemos ciegamente que nadie nos liberará de las dificultades y de los fracasos. Muchas también nos sumergen en un siniestro camino hacia la nada, hacia una vida sin sentido y alejada de Dios.
Decimos que en el mundo actual faltan modelos de vida a seguir, decimos que en nuestro mundo actual lo que sobran son los malos ejemplos, que nada se puede cambiar, que todo está perdido.  Pero en nuestra formación de cristianos, debemos mirar aquello que nuestros santos nos legaron como ejemplo de vida cristiana.
Hoy resuenan fuertes las enseñanzas agustinas, frescas y profundas, que son guías balsámicas para nuestra conducta, ellas son atemporales, y su despliegue aborda la conducta humana, sus dificultades, miserias y el claro mensaje de que todos podemos cambiar para bien.
Son profundas y fuertes en su contenido las lecciones de vida, de superación, de amor que nos dejó San Agustín. Estas lecciones ejemplares, entre otras que nos legan nuestros santos, son las que nos convienen recoger.
Hoy en día seguimos percibiendo clara y poderosa la voz de Agustín, con la vivacidad y dinamismo de su pensamiento, enlazado con el compromiso con su ser y con toda la humanidad.
Su enseñanza maestra atravesó los siglos y nos presentan los más ricos, variados y luminosos pensamientos a la hora de cambiar nuestra vida llena de oscuridad, angustias y dificultades.
Nuestro santo nos enseña y explica desde su propia experiencia que se puede mejorar, cambiar, superar los obstáculos externos y las dispersiones e incertidumbres que la mente llegar a provocar.
No es Agustín un santo que vio su vida librada de pesares y angustias. Por el contrario es un hermano nuestro que sabe mucho de las fatigas de una mente afiebrada por la búsqueda de la verdad. Agustín sabe del hambre de conocimientos, de la ansiedad por tener el poder y el prestigio, del lucimiento vano; también sabe del sudor y la fatiga a la hora de trabajar por el Reino y de la suciedad de los caminos humanos extraviados. Es Agustín un maestro a la hora de hablar de la corrupción de los pensamientos, de la fatiga provocada por una existencia tensa, vacía. Tambien su pensamiento es inspirador y guía a la hora de defender la fe, del vacío de una vida extraviada, en fin, Agustín nos describe las dificultades del camino y de todo aquello que nos aqueja como seres humanos.
Agustín nos habla en su texto "Confesiones", de sus dificultades, pecados, y la búsqueda intensa y sin descanso de Dios. Esta experiencia que nos lega en su obra es una fuente indescriptible de sucesos profundos y un compendio atemporal de la conducta humana.
Pero además, Agustín no es de aquellos hombres fariseos que maltratan a sus hermanos extraviados, por el contrario, Agustín es un águila, tanto por el vuelo intelectual de su pensamiento y porque además cobija bajo sus alas a los más humildes. Muy lejos estamos hoy en día, de tener esta misericordiosa conducta cuando criticamos y nos burlamos, de aquellos que extravían el camino o tienen conductas nocivas para con ellos mismos, nos mofamos en estos tiempos de los fracasos de nuestros hermanos, de su falta de suerte en la vida, de su imposibilidad de resolver problemas cotidianos.
En cambio Agustín no se horroriza de nuestra propia corrupción. Por el contrario, gana almas para la gloria de Dios.
Agustín comparte hoy como lo hizo en su tiempo, nuestras penas y trabajos y también nuestras alegrías cotidianas.

Por todo esto, podemos a través de la lectura de sus textos, preguntarle como lo haríamos con un amigo, siempre encontraremos su efusivo, cordial, y luminoso pensamiento dedicado a ayudarnos en el camino.
Es el santo contemporáneo de todos los tiempos, también del nuestro. Pues es conocedor de nuestras andanzas, las flaquezas de nuestra conducta, descarríos y torpezas que nos limitan y nos llevan a la infelicidad.
Rodeé, las calles y plazas del mundo buscándoos y no os hallé, porque buscaba fuera lo que estaba dentro.
Envié mis sentidos como criados míos para buscaros y no os hallé, porque no os buscaba donde estabais. Vos estabais dentro y yo os buscaba fuera, abrazándome a estas cosas hermosas que vos creasteis. (Conf. 1 10, c.26)
Agustín es aquel que conoce la naturaleza humana, las debilidades, las dudas, la incertidumbre, la corrupción de los hombres. ¿No es acaso este tiempo un tiempo de desanimo y flaquezas? 

Interrogar a un santo de la talla de Agustín nos abrirá las posibilidades de dialogo, de conocimiento interno, pues también él como tantos hombres vio su vida repartida entre dos extremos beligerantes: su ser debatió entre sed de gloria, y el espiritualismo. El primero tiznó su juventud de errores, lo envolvió en falsas doctrinas que perturbaron totalmente su visión del mundo y de la vida. El segundo extremo, apoyado en el Evangelio, purificó su espíritu, lo liberó de su antigua cárcel, para elevarlo a las cumbres más altas de la Verdad. Estas dos fuerzas antagónicas, siguen combatiéndose en la mente humana, y todo hombre debe decidir si quiere luchar y vencer.
San Agustín, desplegó una conducta dinámica, siempre armado de un entendimiento vigoroso, de la luminosidad de su pensamiento y de una voluntad férrea y vehemente que le permitieron apartar a todos los enemigos del espíritu: la ambición por el dinero y el poder, la soberbia y la vanidad, el amor a los placeres.
Su máxima triunfo fue la conquista del espíritu.
Su descubrimiento mayor el del alma, y en el centro del alma, el de Dios.

Nos abocaremos en nuestro recorrido, con humildad y sabiendo nuestras limitaciones, a desplegar la riqueza de su pensamiento orientador y perenne que nos ayuda a conocer  aquellas dificultades de la mente y del espíritu en pos de vencer aquello que nos aleja de vivir una vida plena y feliz.



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