San Agustín. La actualidad de su pensamiento
Introducción
Cuando creemos que Dios
nos abandona, que nada puede mejorar en nuestras vidas, que la santidad es solo
para seres elegidos, es que estamos perdiendo el camino a causa de la
desesperanza y de nuestras dificultades para resolver los conflictos más pequeños. Ser feliz se
vuelven una utopía. Y allí, en ese mar de negras aguas se presentan las angustias,
el desanimo, la falta de estima por todo y por todos. Comienza para el
sufriente un camino cuesta abajo, solitario y pleno de oscuridad.
Muchas ofertas
terapéuticas aparecieron desde hace décadas en el mundo de la Psicología y
muchas veces creemos ciegamente que nadie nos liberará de las dificultades y de
los fracasos. Muchas también nos sumergen en un siniestro camino hacia la nada, hacia una vida sin sentido y alejada de Dios.
Decimos que en el mundo
actual faltan modelos de vida a seguir, decimos que en nuestro mundo actual lo que
sobran son los malos ejemplos, que nada se puede cambiar, que todo está
perdido. Pero en nuestra formación de
cristianos, debemos mirar aquello que nuestros santos nos legaron como ejemplo
de vida cristiana.
Hoy resuenan fuertes las
enseñanzas agustinas, frescas y profundas, que son guías balsámicas para
nuestra conducta, ellas son atemporales, y su despliegue aborda la conducta
humana, sus dificultades, miserias y el claro mensaje de que todos podemos
cambiar para bien.
Son profundas y fuertes
en su contenido las lecciones de vida, de superación, de amor que nos dejó San
Agustín. Estas lecciones ejemplares, entre otras que nos legan nuestros santos,
son las que nos convienen recoger.
Hoy en día seguimos
percibiendo clara y poderosa la voz de Agustín, con la vivacidad y dinamismo de su
pensamiento, enlazado con el compromiso con su ser y con toda la humanidad.
Su enseñanza maestra
atravesó los siglos y nos presentan los más ricos, variados y luminosos
pensamientos a la hora de cambiar nuestra vida llena de oscuridad, angustias y
dificultades.
Nuestro santo nos enseña
y explica desde su propia experiencia que se puede mejorar, cambiar, superar
los obstáculos externos y las dispersiones e incertidumbres que la mente llegar
a provocar.
No es Agustín un santo
que vio su vida librada de pesares y angustias. Por el contrario es un hermano
nuestro que sabe mucho de las fatigas de una mente afiebrada por la búsqueda de
la verdad. Agustín sabe del hambre de conocimientos, de la ansiedad por tener el poder y el prestigio, del lucimiento vano; también sabe del sudor y la fatiga a la
hora de trabajar por el Reino y de la suciedad de los caminos humanos
extraviados. Es Agustín un maestro a la hora de hablar de la corrupción de los
pensamientos, de la fatiga provocada por una existencia tensa, vacía. Tambien su pensamiento es inspirador y guía a la hora de defender la fe, del vacío de una vida
extraviada, en fin, Agustín nos describe las dificultades del camino y de todo aquello que nos aqueja como seres humanos.
Agustín nos habla en su texto "Confesiones", de sus dificultades, pecados, y la búsqueda intensa y sin descanso de Dios.
Esta experiencia que nos lega en su obra es una fuente indescriptible de
sucesos profundos y un compendio atemporal de la conducta humana.
Pero además, Agustín no
es de aquellos hombres fariseos que maltratan a sus hermanos extraviados, por el contrario, Agustín es un águila, tanto por el vuelo
intelectual de su pensamiento y porque además cobija bajo sus alas a los más humildes.
Muy lejos estamos hoy en día, de tener esta misericordiosa conducta cuando
criticamos y nos burlamos, de aquellos que extravían el camino o tienen
conductas nocivas para con ellos mismos, nos mofamos en estos tiempos de los fracasos de
nuestros hermanos, de su falta de suerte en la vida, de su imposibilidad de
resolver problemas cotidianos.
En cambio Agustín no se
horroriza de nuestra propia corrupción. Por el contrario, gana almas para la
gloria de Dios.
Agustín comparte hoy como
lo hizo en su tiempo, nuestras penas y trabajos y también nuestras alegrías
cotidianas.
Por todo esto, podemos a
través de la lectura de sus textos, preguntarle como lo haríamos con un amigo, siempre
encontraremos su efusivo, cordial, y luminoso pensamiento dedicado a ayudarnos
en el camino.
Es el santo contemporáneo
de todos los tiempos, también del nuestro. Pues es conocedor de nuestras
andanzas, las flaquezas de nuestra conducta, descarríos y torpezas que nos
limitan y nos llevan a la infelicidad.
Rodeé,
las calles y plazas del mundo buscándoos y no os hallé, porque buscaba fuera
lo que estaba dentro.
Envié
mis sentidos como criados míos para buscaros y no os hallé, porque no os
buscaba donde estabais. Vos estabais dentro y yo os buscaba fuera,
abrazándome a estas cosas hermosas que vos creasteis. (Conf. 1 10, c.26)
|
Agustín es aquel que
conoce la naturaleza humana, las debilidades, las dudas, la incertidumbre, la
corrupción de los hombres. ¿No es acaso este tiempo un tiempo de desanimo y
flaquezas?
Interrogar a un santo de la talla de Agustín nos abrirá las
posibilidades de dialogo, de conocimiento interno, pues también él como tantos
hombres vio su vida repartida entre dos extremos beligerantes: su ser debatió entre
sed de gloria, y el espiritualismo. El primero tiznó su juventud de errores, lo
envolvió en falsas doctrinas que perturbaron totalmente su visión del mundo y
de la vida. El segundo extremo, apoyado en el Evangelio, purificó su espíritu, lo
liberó de su antigua cárcel, para elevarlo a las cumbres más altas de la
Verdad. Estas dos fuerzas antagónicas, siguen combatiéndose en la mente humana,
y todo hombre debe decidir si quiere luchar y vencer.
San Agustín, desplegó una
conducta dinámica, siempre armado de un entendimiento vigoroso, de la
luminosidad de su pensamiento y de una voluntad férrea y vehemente que le
permitieron apartar a todos los enemigos del espíritu: la ambición por el dinero y el poder, la soberbia y la vanidad, el amor a los placeres.
Su máxima triunfo fue la conquista
del espíritu.
Su descubrimiento mayor
el del alma, y en el centro del alma, el de Dios.
Nos abocaremos en nuestro recorrido, con humildad y sabiendo nuestras limitaciones, a
desplegar la riqueza de su pensamiento orientador y perenne que nos ayuda a conocer aquellas dificultades de la mente y del espíritu en pos de vencer aquello que
nos aleja de vivir una vida plena y feliz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por participar en esta página.