domingo, 27 de septiembre de 2015

La Biblia: Una introducción a su lectura





 Muchas personas no se acercan a estudiar la Biblia porque dicen que les es imposible comprender su lenguaje. Otros se preguntan cómo surgió, quién o quienes la escribieron. Este breve artículo es para aquellos curiosos que quieren comenzar a acercarse a los Textos Sagrados. 
Un saludo cordial a todos nuestros visitantes.


Una Introducción a las Sagradas Escrituras

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1.1  La Biblia:

A La Biblia, que es el libro sagrado tanto para judíos como para los cristianos se la conoce con varios nombres: “Sagradas escrituras”, “Biblia”, “Los libros Sagrados”. Biblia es una palabra que proviene del griego y que significa “los libros”, ciertamente posee características que lo hacen el “Libro” por excelencia y la obra cumbre de la literatura universal. La Biblia es una obra única en su género.




He aquí algunas razones que justifican que La Biblia sea el libro por excelencia:

-Su origen extraordinario

-Fue escrita por muchas y diversas personas:

Por lo general los libros son escritos por una sola persona la cual debe poseer aptitudes literarias y si bien una enciclopedia moderna, es común que pueda requerir el concurso de muchos escritores; y todos ellos deben ser personas de vastos conocimientos en las materias de su competencia, no hay obra alguna que haya sido escrita como la Biblia en el lapso de siglos y por personas de diversa procedencia. Al contrario, todos los escritores de la Biblia provienen de los más variados estratos sociales y culturales, se cuentan entre ellos con estadistas, sacerdotes, reyes, profetas, campesinos, funcionarios, eruditos, pescadores, poetas, y filósofos. Algunos de ellos fueron hombres de gran talento, como Moisés, Salomón, Daniel y Pablo; otros fueron hombres sencillos, "sin letras y del vulgo", como Amós, Pedro y Juan. Todos sus autores vivieron en diferentes períodos históricos y el aporte literario de estos escritores no fue coordinado ni arreglado por ningún jefe de redacción o casa editora.

-La Biblia fue escrita en diferentes estilos y géneros literarios:

Hallamos leyes, crónicas, poesías, máximas, profecías, biografías y cartas.

-Escrita en varias lenguas:

No fue escrita en una sola lengua, sino en tres, a saber: el hebreo, arameo y griego.

-Escrita durante muchos años:

Se comenzó a escribir el antiguo testamento alrededor del año 1500 A.C. cuando Moisés escribió el Pentateuco. Pero no se terminó hasta fines del siglo I de nuestra era, en que el apóstol Juan escribió el Apocalipsis. 

-Escrita en distintos lugares geográficos:

Otro factor que hace la Biblia un libro singular en su origen es el haber sido escrita en sitios tan diferentes entre sí como son los desiertos de Sinaí, Arabia y Judea, las escuelas de los profetas de Betel y Jericó, el palacio de Babilonia, las riberas del río Quebar, la cárcel de Jerusalén en el Medio Oriente, una escuela de Éfeso en Asia Menor, las ciudades de Corinto y Filipos, la cárcel de Roma y la isla de Patmos.

-Su permanente actualidad:

-Mantiene el interés del lector La Biblia, cuya última parte terminó de escribirse hace 1.900 años, es el libro de permanente actualidad.

-Escritores sagrados de diferentes culturas, tiempos, y sociedades:

Encontramos en la Biblia que sus escritores –hombres  de diferentes culturas y posición social, que vivieron en diferentes lugares y épocas y hablaron en diversas lenguas-, escribieron sobre materias de controversia sin contradicción alguna, sin haberse puesto de acuerdo sobre lo que iban a escribir y sin seguir ningún plan preparado de antemano por alguno de ellos, cada uno hizo un aporte al plan global de la obra. Podemos considerar que  las Sagradas Escrituras son, sin embargo, esa maravilla que ha navegado por el mar de la historia, ese ingenio cuya producción tardó tantos siglos y cuyas piezas encajan entre sí con tanta precisión que hasta hoy sigue funcionando perfectamente bien.

-Un único Autor:

Tal es su magnitud que solo podemos pensar en que más allá de las mentes de los escritores bíblicos hubo una mente que, transcendiendo el tiempo, el espacio y las limitaciones humanas, las dirigió en el propósito que había concebido para con este libro.

-Las enseñanzas de la Biblia son de tal naturaleza que no tienen comparación con nada de lo que el hombre haya concebido en sus 6.000 años de producción literaria. Este solo hecho debiera bastar para excluir toda posibilidad de un origen puramente humano de la Biblia.

-Enseñanzas:

Estas enseñanzas se pueden agrupar  bajo cuatro tópicos principales, es decir: Dios, el hombre, Jesucristo y la salvación.


1.2 Inspiración y Revelación de la Biblia:

Creemos que toda las Sagradas Escrituras están inspiradas por Dios. En un texto del Concilio Vaticano II que también nos servirá como hilo conductor para nuestro discurrir encontramos: “La Iglesia reconoce que todos los libros de la Biblia, con todas sus partes, son sagrados y canónicos, en cuanto que, escritos por inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios como autor y como tales han sido confiados a la Iglesia2. (Dei Verbum 11).
Partimos de la premisa que Dios sale al encuentro de los hombres de un modo progresivo y se revela por ejemplo a Moisés, luego lo hace a través de su hijo Jesús y luego lo hizo a través de los Apóstoles, al querer que su Divina Palabra quede escrita, escogió a unos hombre a quienes iluminó su inteligencia y su voluntad.

Distinguimos que la Biblia es auténtica Palabra de Dios y auténtica palabra humana. Por eso hablamos de inspiración y de revelación.

1.2.1. Inspiración:

A esa influencia sobrenatural de Dios sobre la inteligencia y la voluntad de cada uno de los escritores sagrados se le llama Inspiración. Dios habló y quiso que sus palabras llegaran vivas a sus hijos de todos los tiempos y para tal fin inspiró a unos hombres para que escribieran su mensaje de salvación. Por eso consideramos que la Inspiración bíblica significa que toda la Biblia fue escrita bajo la asistencia del Espíritu Santo. Por eso decimos que el autor principal es Dios y los autores secundarios son los autores sagrados de los que Dios se sirvió para escribir cada uno de los 73 libros de la Biblia, por eso decimos que son “inspirados”. Por medio de la Biblia Dios habla a los hombres con un lenguaje humano, tal como lo dice la Dei Verbum: “Dios habla en la Escritura por medio de hombre y en lenguaje humano” (DV, 12). La mediación de la palabra es necesaria para dar cuerpo y forma a la palabra divina, esta palabra mediadora es requisito necesario para que la palabra de Dios llegue a los hombres y así llegue el mensaje salvífico de Dios.

Una de las consecuencias de la Inspiración es que Dios se revela a los hombres de la cual hablaremos en un párrafo aparte.
Otra de las consecuencias es la unidad de la Biblia: es decir que aunque haya sido escrita durante un largo período de tiempo, y por diversos autores sagrados, es producto de un solo autor, es decir de Dios, quien revela al hombre un mensaje central: “El misterio de Dios, es preparado en el pueblo de Israel y manifestado en Cristo Jesús”.
Otra característica de la Biblia es la in-errancia: es decir la ausencia de todo error, acá vemos que este concepto conlleva dos verdades: en un primer lugar la Biblia es inspirada por Dios, por lo tanto no puede haber en ella error o falsedad en lo que a la salvación concierne, pues es Dios mismo su autor, en segundo lugar, vemos que no puede haber oposición entre la Biblia y las ciencias naturales porque es Dios mismo el creador de todo lo creado, para ello nos basta aclarar que la Biblia no es un texto científico o histórico  o que conlleve datos del origen del universo, a los autores sagrados no les interesa las verdades históricas o geográficas, -verdades parciales, veladas y fatuas-, sino más bien una enseñanza religiosa sobre el sentido de la vida humana en relación con Dios a fin de que el hombre llegue a la salvación. Por eso lo que leemos en la Biblia es verdadero porque el autor sagrado fue inspirado aunque haya sido escrita en un momento histórico determinado y atravesado culturalmente por su época, más allá de esos avatares es palabra verdadera y siempre inspiradora.

1.2.1. Revelación:

Por medio de la revelación Dios hace conocer a los hombres verdades que sería imposible que por nuestros propios medios podríamos llegar a conocer, revelación es quitar los velos que oculta algo.
Es San Agustín quien expresa de modo esclarecedor este concepto cuando dice: “Para que, escuchando, crea, y creyendo espere, y esperando ame”. Por eso solo cuando conocemos y creemos en la Sagrada Escritura como Revelación Divina podremos escuchar con fe el mensaje que hoy Dios nos quiere dar.

Para resumir decimos que la inspiración es la acción divina sobre mente y voluntad de los hombres para que plasmen por escrito esa Revelación de Dios. Tal lo expresa el Concilio Vaticano II: “La revelación que la Sagrada Escritura contiene y ofrece ha sido puesta por escrito bajo la inspiración del Espíritu Santo. La santa Madre Iglesia, fiel a la fe de los apóstoles, reconoce  que todos los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento, con todas sus partes, son sagrados y canónicos, en cuanto que escritos por inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios como autor, y como tales han sido confiados a la Iglesia” (Dei Verbum, 11).
Es con nuestro Señor Jesucristo que la Revelación tiene su plenitud, es con el Hijo de Dios hecho hombre que se nos ha comunicado toda la verdad.

 2. Jesús como la Palabra encarnada de Dios:

Jesucristo es la Palabra encarnada de Dios y el hablar de Dios, es la palabra que se encarnó para ser un hombre. Dios fue expresado, explicado y definido por medio de Jesucristo Nuestro Señor.

2.1. Jesús explicó plenamente a Dios:

Jesús expresó y explicó a Dios mediante todos los hechos de su vida: mediante su hablar y todo lo que él era y hacía, mediante sus obras, sus palabras y sus acciones. Era palabra de Dios encarnada expresado y definido viviendo entre los hombre, tal como lo expresa Juan 1:14 “La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros”.
En el Antiguo Testamento Dios habló a los profetas, pero en el Nuevo Testamento Él habla en el Hijo que es Dios expresado. En Jesús el Padre está expresado. Nadie ha visto al Padre pero el Hijo como la Palabra de Dios la ha dado a conocer y lo ha expresado. El Hijo es la expresión del Padre.

2.2. Por qué el Verbo se hizo carne:

El Verbo se encarnó para salvarnos reconciliándonos con Dios, según nos explica en Catecismo. “Dios nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados” (Jn 4,10). El Padre envió a su Hijo para salvarnos. Juan nos dice: “El Padre envió a su Hijo para ser salvador del mundo” (Jn 4,14), “El se manifestó para quitar los pecados” (Jn 3,5) y se encarnó para que conociéramos el amor de Dios (Jn 3,16)


3. La Buena Noticia del Reino de Dios:
3.1. Jesús: El Maestro
Así lo llamaron todos, no solo sus amigos, sus discípulos, sino también los escribas y los fariseos y otras personas enfrentadas con él. Pero Jesús fue un maestro muy particular: en primer lugar fue un maestro itinerante, esto lo diferenció de otros maestros de su época que enseñaban en lugares fijos, pero Jesús recorrió pueblos y ciudades de casi toda Palestina y enseñó tanto desde la barca de Pedro hasta en Plazas y en laderas de montañas, en templos y hasta en el  templo de Jerusalén. Jesús fue el maestro para todos, pues no enseñó simplemente a un grupo cerrado de iniciados, sino que se dirigía a todo aquel que quisiera escucharlo, por eso se dirigía a grandes multitudes integradas tanto por varones como por mujeres y niños, jefes religiosos y gente sencilla. Fue un maestro de un estilo de vida, ya que propuso un estilo de vida, un camino de transformación, Él mismo se presentó como “camino, verdad y vida” (Jn 14, 6). Jesús predicaba que la verdad nos hace libres (Jn 8, 32) y nos llama a entregarnos de corazón.


3.2.  El Reino de Dios:
Desde el Antiguo Testamento Dios había prometido que llegarían un día  en el cual el hombre sería rescatado de sus esclavitudes, esto lo vemos desde los escritos de Isaías (Is 35,1-10, 40,9-11, 52,7-10,61,1-4), y lo que   anuncia nuestro Señor Jesucristo es que la gran promesa de Dios comienza ya a cumplirse, que Dios viene para reinar de manera nueva y definitiva. Ya al comienzo de su vida pública, Jesús se presenta como  mensajero de un gran acontecimiento, encontramos: “El tiempo se ha cumplido, el Reino de Dios está llegando. Convertíos y creed la Buena Noticia” (Mc 1,15). Este acontecimiento sucede precisamente a través del mismo Jesucristo. Es el mismo Jesús quien propone algunas comparaciones para explicar el Reino de Dios: utilizó “parábolas” para explicarnos el reino. Las parábolas son comparaciones, son relatos breves y simples que utilizan un lenguaje cotidiano de la vida diaria, que a primera lectura son de un color confiable e inofensivo, pero al someter a análisis su texto, nos asalta el interrogante y nos atrapa su trama su historia y nos impone definirnos en cuanto a  temática que trata.
Uno de los aspectos más importantes del anuncio del Reino obliga al hombre a tener que definirse, es un llamado, una oferta que desafía la propia mezquindad humana pues la aceptación del Reino implica de la “conversión”, tal como nos lo dicen las primeras palabras de Jesús: “…el Reino de Dios está llegando. Convertíos y creed la Buena Nueva” (Mc 1,15). Ya habíamos establecido que el Reino es una manera nueva de vivir y de comportarse, y la conversión implica, entonces cambiar de modo de pensar, de vivir, y de actuar, es una reorientación de toda la vida.
Lo que nos pide el Evangelio, es que nos convirtamos al amor, es la principal exigencia del ser cristiano, esto es por una clara y simple razón: Dios es amor, por amor el Hijo de Dios se encarnó, se hizo hombre, murió y resucitó. Amar es amar a Dios, con todas las capacidades: corazón, alma, mente, fuerzas, en segundo lugar amar al prójimo de la misma forma en que me amo a mí mismo (Mc 12,28 – 34) según nos indica el mismo Jesús: “Todo cuanto quisiereis que hagan los hombres con vosotros, hacedlos vosotros con ellos” (Mt 7,12). Y como dice San Juan: “Quien no ama a su hermano a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve” (Jn 1  4,20). Pues este amor tiene que ser universal, esto quiere decir amar a todo hombre incluso a mis enemigos (Lc 6, 27-35), porque mi prójimo no es el que yo elijo, sino todo aquel que la Providencia me coloca delante, como explicó Jesús en la parábola del buen samaritano. Es para Jesús el amor mutuo la primera exigencia y el distintivo: “Un mandamiento nuevo os doy: que os améis unos a otros como yo os he amado. En esto conocerán todos que sois mis discípulos: si os amáis unos a otros” (Jn 13,3-35).
Otro de los aspectos del anuncio de la llegada del Reino fueron los milagros: Los milagros están íntimamente relacionados con la predicación de Jesús, éste recorría todas las ciudades y pueblos “proclamando la llegada del Reino y sanando toda enfermedad y dolencia” (Mt 9,35), los milagros forman parte de la proclamación del Reino, pues Jesús anuncia su llegada no solo con palabras, sino también con hechos. Los milagros nos indican que es el Señor y Creador del mundo el que está actuando y ha irrumpido en el mundo. También los milagros nos ilustran acerca de algunos aspectos del mismo y se transforman en signos que apuntan a un significado aún más profundo: descubrir la salvación que nos viene de Cristo y la postura del cristiano ante la antigua ley y el carácter universal de la salvación.
3.3.  Jesús de Nazareth:
El carácter de las enseñanzas de Jesús están reñidas con algunas de las costumbres de su época y afecta de una manera radical la vida, las instituciones y a los distintos grupos sociales no solo de su tiempo sino de todos los tiempos venideros y de todas las sociedades.
Jesús nació bajo el reinado de Herodes el grande, y el su época por el lugar en el que vivió (Nazareth) tuvo contacto con personas de muchas culturas diferentes y de distintas corrientes relgiosas, eran personas no tan ortodoxas como los judíos del sur ( Jerusalen), y había muchos comerciantes que transitaban por la región para negociar sus mercancías, estos integrantes de las caravanas eran menos observantes de la religión. Los habitantes de Galilea tenían fama de ser personas rudas y sin instrucción pero leales. Las mujeres en la época de Jesús tampoco tenían derechos legales iguales al varón. Había esclavitud, aunque la esclavitud en el pueblo judío era morigerada por lo particular de sus leyes.










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