viernes, 21 de agosto de 2015

San Agustín y la primacía de la interioridad en nuestra época


Psicología del corazón:
San Agustín y la primacía de la interioridad en nuestra época         


Hijo mío, por encima de todo cuida tu corazón, porque en él mana la fuente de la vida. (Prov. 4,23)



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Hoy nos asombra la violencia, el desinterés, la indiferencia, la apatía. ¿Pero simplemente miramos hacia otro lado y seguimos nuestro camino a ciegas? Sin embargo, ya no  nos asombra el avance de la ciencia y de la tecnología, el cambio profundo de los procesos sociales acelerados y fluctuantes tan  característicos del último siglo, los cuales ha impuesto nuevos enfoques y abren amplios e inquietantes horizontes a la problemática del hombre actual. Múltiples interrogantes y senderos tentadores se conocen a diario, pero más que ser una herramienta benéfica, simplemente son laberintos oscuros.

 Frente primero a la masificación de la sociedad contemporánea, luego a la globalización mundial, los grandes desplazamientos de poblaciones, las determinaciones del quehacer cultural, educativo, social, político, los seres humanos de esta época hemos tenido que tomar un ritmo vertiginoso, acorde con el estallido de todas las estructuras humanas conocidas hasta entonces, a saber: educativas, laborales, sanitarias, religiosas, etc. Afín con dicho estallido de las antiguas estructuras advino una ola de conocimientos nuevos pero mixturados a la hora de abordar un mismo objeto de estudio, que encara al hombre actual, siempre en pugna por su continua búsqueda de la perfección. Perfección de la salud del cuerpo, bienestar general, pero cada vez las relaciones humanas se deterioran sin remedio, y cada vez la soledad y los problemas de adicciones, morales, sentimentales, etc., se acrecientan cada día. En fin… el progreso… no sabemos hacia donde pero es el progreso de la ciencia. Una ciencia que en gran medida expulsó el principal tesoro de todo ser humano.



Pero evidentemente todo intento de buscar un camino que aporte alguna palabra en pos de la paz, como intento de solución de la realidad que hoy nos toca vivir y en la cual estamos inmersos y comprometidos, dentro del contexto sociocultural de nuestra época, carece de sentido si no lo hacemos a la luz de nuestra propia trascendencia, aunque suscite el más vivo interés, o el más simple de los rechazos, no seríamos sinceros si no va unido íntimamente a la reflexión sistemática de la esencia de nuestro ser, que le otorga valor y estabilidad. Sabemos que nuestro modesto trabajo no es más que el inicio de un camino, una simple reflexión a la espera de crecer cada día más en la fe y en el servicio.  Vemos constantemente que tanto en las aportaciones teóricas como en las aportaciones clínicas o en las especulaciones puramente epistemológicas, todas ellas deberían velar por la visión de aquello que constituye la esencia del objeto de nuestro estudio específico que es el ser humano. Pero sabemos con tristeza que no siempre es así. Muchos son los disgustos producidos por técnicas y terapéuticas aplicadas de modo irresponsable, en todas las ciencias.

Es obvio que la autonomía de nuestra ciencia (la Psicología) así como su sentido de unidad sólo puede surgir del conocimiento del proceso evolutivo de dicha ciencia y la afirmación de la autonomía de ésta. Es bien conocido que una de las cuestiones más debatidas en las primeras décadas de nuestro siglo fue la independencia de la Psicología como ciencia autónoma. Y muchos fueron los autores que se ocuparon de demostrar durante décadas su autonomía de la Filosofía y el reconocimiento de su independencia epistemológica. No obstante, en nuestros días no es ajeno que todas las ciencias aplican enfoques interdisciplinarios a la hora de abordar un mismo objeto de estudio, y cada vez con más frecuencia las ciencias se nutren y complementan mutuamente. 
En estas líneas nos valemos de la ayuda de otras disciplinas, para ayudarnos en forma independiente, no para desestimar el saber de la Psicología ni para limitar así la visión del fenómeno psicológico, por el contrario. La complejidad creciente de la visión actual del objeto de estudio llamado ser humano requiere de nuestra mayor especialización, cada vez más intensa de sus diferentes aspectos, constituidos en ramas con amplios contenidos. Tales contenidos, complejos y cada vez más numerosos, pero integrados a la Psicología, como ciencia directriz para abordar los problemas psíquicos que enfrenta el ser humano de hoy nos ayudarán en tan difícil tarea. Por ello nos proponemos recordar 

La interioridad es aquello que nos permitirá conocer, agrandar asomarnos a la profundidad de nuestro interior y vivir desde ella en un mundo cada vez más entrañable. San Agustín es figura de la verdad, de los valores, de la interioridad y se resiste a creer  en no cultivar la interioridad, darse a conocer, pero que mediante el corazón y  puede ser hallada, como se muestra en “Confesiones”De este modo, en este camino de sabiduría la interioridad se presenta como un paradigma que emerge para eyectarnos a vivir la experiencia espiritual, comunitaria y de servicio en un mundo cada vez más individualista. Se utiliza aquí, en el presente trabajo la oración como método de introspección y la investigación teórica filosófica. Se concluye que la interioridad abarca tanto la mente como el corazón de los seres humanos., y se busca promover la conversión y la autorrealización.
La llamada interioridad agustiniana no cede con facilidad al comprensible deseo apresurado de intentar entenderla en toda su magnitud. La primera impresión inicial es de introspección, término de un poder significativo excepcional. Existe el peligro de reducir el concepto de interioridad a su dimensión netamente psíquica olvidando el concepto de la trascendencia. Pero es precisamente esta riqueza semántica, fortalecida por una tradición tantos siglos hasta los tiempos de Agustín, la razón quizá principal que hace menos evidente su correcta evaluación. No es simplemente un mero producto filosófico del genial doctor africano que asombra a aquellos que recién comienzan a profundizar en las aguas del conocimiento teológico, surge de aquí surge de aquí una teoría con sus propias características y sus acentos distintivos. Algo quisiéramos dejar aclarado, puesto que este trabajo es evidentemente un trabajo acotado e imperfecto, pretendemos en efecto reducir nuestro análisis a la importancia paradigmática que ejerce la comprensión de la interioridad en un mundo que propone todo lo contrario.
La permanente inquietud de Agustín dentro de un mundo que siempre es dinámico, lo encuentra como asiduo e incansable lector de los platónicos y de las Sagradas Escrituras, de tal intuitiva mixtura nace todo un universo de las más notables ideas del santo. En primer lugar, quisiéramos resaltar la idea que se halla claramente esbozada por Agustín acerca del corazón, como lugar de la propia identidad, es un más allá de los sentimientos, es más bien la propia identidad, la más honda realidad.
Encontramos en su vasta obra nos encontramos con que el lugar dónde la palabra tiene su morada, adentrarnos en este viaje de la mano de Agustín es una experiencia valiosa en un mundo pleno de extraños y de distracciones.




Es nuestra esperanza que estas breves líneas logren  sus modestos fines: ser  útil a aquellos que deseen comenzar a estudiar la inquietante y siempre apasionante naturaleza humana.


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