Psicología del corazón:
San Agustín y la primacía de la
interioridad en nuestra
época
Hijo mío, por encima de todo
cuida tu corazón, porque en él mana la fuente de la vida. (Prov. 4,23)
Hoy nos asombra la violencia, el desinterés, la indiferencia, la apatía.
¿Pero simplemente miramos hacia otro lado y seguimos nuestro camino a ciegas?
Sin embargo, ya no nos asombra el avance de la ciencia y de la
tecnología, el cambio profundo de los procesos sociales acelerados y
fluctuantes tan característicos del último siglo, los cuales ha impuesto
nuevos enfoques y abren amplios e inquietantes horizontes a la problemática del
hombre actual. Múltiples interrogantes y senderos tentadores se conocen a diario,
pero más que ser una herramienta benéfica, simplemente son laberintos oscuros.
Frente primero a la masificación de la sociedad contemporánea,
luego a la globalización mundial, los grandes desplazamientos de poblaciones,
las determinaciones del quehacer cultural, educativo, social, político, los
seres humanos de esta época hemos tenido que tomar un ritmo vertiginoso, acorde
con el estallido de todas las estructuras humanas conocidas hasta entonces, a
saber: educativas, laborales, sanitarias, religiosas, etc. Afín con dicho
estallido de las antiguas estructuras advino una ola de conocimientos nuevos
pero mixturados a la hora de abordar un mismo objeto de estudio, que encara al
hombre actual, siempre en pugna por su continua búsqueda de la perfección. Perfección
de la salud del cuerpo, bienestar general, pero cada vez las relaciones humanas
se deterioran sin remedio, y cada vez la soledad y los problemas de adicciones,
morales, sentimentales, etc., se acrecientan cada día. En fin… el progreso… no
sabemos hacia donde pero es el progreso de la ciencia. Una ciencia que en gran
medida expulsó el principal tesoro de todo ser humano.
Pero evidentemente todo intento de buscar un camino que aporte alguna
palabra en pos de la paz, como intento de solución de la realidad que hoy nos
toca vivir y en la cual estamos inmersos y comprometidos, dentro del contexto
sociocultural de nuestra época, carece de sentido si no lo hacemos a la luz de
nuestra propia trascendencia, aunque suscite el más vivo interés, o el más
simple de los rechazos, no seríamos sinceros si no va unido íntimamente a la
reflexión sistemática de la esencia de nuestro ser, que le otorga valor y
estabilidad. Sabemos que nuestro modesto trabajo no es más que el inicio
de un camino, una simple reflexión a la espera de crecer cada día más en la fe
y en el servicio. Vemos constantemente que tanto en las aportaciones
teóricas como en las aportaciones clínicas o en las especulaciones puramente
epistemológicas, todas ellas deberían velar por la visión de aquello que
constituye la esencia del objeto de nuestro estudio específico que es el ser
humano. Pero sabemos con tristeza que no siempre es así. Muchos son los
disgustos producidos por técnicas y terapéuticas aplicadas de modo
irresponsable, en todas las ciencias.
Es obvio que la autonomía de nuestra ciencia (la Psicología) así como su
sentido de unidad sólo puede surgir del conocimiento del proceso evolutivo de
dicha ciencia y la afirmación de la autonomía de ésta. Es bien conocido que una
de las cuestiones más debatidas en las primeras décadas de nuestro siglo fue la
independencia de la Psicología como ciencia autónoma. Y muchos fueron los
autores que se ocuparon de demostrar durante décadas su autonomía de la
Filosofía y el reconocimiento de su independencia epistemológica. No obstante,
en nuestros días no es ajeno que todas las ciencias aplican enfoques
interdisciplinarios a la hora de abordar un mismo objeto de estudio, y cada vez
con más frecuencia las ciencias se nutren y complementan mutuamente.
En estas líneas nos valemos de la ayuda de otras disciplinas, para
ayudarnos en forma independiente, no para desestimar el saber de la Psicología
ni para limitar así la visión del fenómeno psicológico, por el contrario. La
complejidad creciente de la visión actual del objeto de estudio llamado ser
humano requiere de nuestra mayor especialización, cada vez más intensa de sus
diferentes aspectos, constituidos en ramas con amplios contenidos. Tales
contenidos, complejos y cada vez más numerosos, pero integrados a la
Psicología, como ciencia directriz para abordar los problemas psíquicos que
enfrenta el ser humano de hoy nos ayudarán en tan difícil tarea. Por ello nos
proponemos recordar
La interioridad es aquello que nos permitirá
conocer, agrandar asomarnos a la profundidad de nuestro interior y vivir desde
ella en un mundo cada vez más entrañable. San Agustín es figura de la verdad,
de los valores, de la interioridad y se resiste a creer en no
cultivar la interioridad, darse a conocer, pero que mediante el corazón y puede
ser hallada, como se muestra en “Confesiones”. De este modo, en
este camino de sabiduría la interioridad se presenta como un
paradigma que emerge para eyectarnos a vivir la experiencia espiritual,
comunitaria y de servicio en un mundo cada vez más individualista. Se utiliza
aquí, en el presente trabajo la oración como método de introspección y la
investigación teórica filosófica. Se concluye que la interioridad abarca tanto
la mente como el corazón de los seres humanos., y se busca promover la
conversión y la autorrealización.
La llamada interioridad agustiniana no cede con
facilidad al comprensible deseo apresurado de intentar entenderla en toda su
magnitud. La primera impresión inicial es de introspección, término de un poder
significativo excepcional. Existe el peligro de reducir el concepto de
interioridad a su dimensión netamente psíquica olvidando el concepto de la trascendencia.
Pero es precisamente esta riqueza semántica, fortalecida por una tradición
tantos siglos hasta los tiempos de Agustín, la razón quizá principal que hace
menos evidente su correcta evaluación. No es simplemente un mero producto
filosófico del genial doctor africano que asombra a aquellos que recién
comienzan a profundizar en las aguas del conocimiento teológico, surge de aquí
surge de aquí una teoría con sus propias características y sus acentos
distintivos. Algo quisiéramos dejar aclarado, puesto que este trabajo es
evidentemente un trabajo acotado e imperfecto, pretendemos en efecto
reducir nuestro análisis a la importancia paradigmática que ejerce la
comprensión de la interioridad en un mundo que propone todo lo contrario.
La permanente inquietud de Agustín dentro de un
mundo que siempre es dinámico, lo encuentra como asiduo e incansable lector de
los platónicos y de las Sagradas Escrituras, de tal intuitiva mixtura nace todo
un universo de las más notables ideas del santo. En primer lugar, quisiéramos
resaltar la idea que se halla claramente esbozada por Agustín acerca del
corazón, como lugar de la propia identidad, es un más allá de los sentimientos,
es más bien la propia identidad, la más honda realidad.
Encontramos en su vasta obra nos encontramos con
que el lugar dónde la palabra tiene su morada, adentrarnos en este viaje de la
mano de Agustín es una experiencia valiosa en un mundo pleno de extraños y de
distracciones.
Es nuestra esperanza que estas breves líneas logren sus modestos
fines: ser útil a aquellos que deseen comenzar a estudiar la inquietante
y siempre apasionante naturaleza humana.
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