martes, 11 de septiembre de 2018

Artículo: El corazón y su pureza



Hacia la pureza de corazón

Resultado de imagen para el corazon puro imagenesEn esta concepción que incluye a la fe, apenas delineada, se debe tener en todo momento presente –aunque parezca ocioso reiterarlo-, los conceptos Evangélicos. Por eso nos atrevemos a caminar por un tema harto espinoso: Todos los pobres de espíritu son sabios y sólo los pobres de espíritu son sabios, porque ellos miran el mundo con ojos limpios, sin las interferencias alucinantes del “yo”. Los desposeídos están purificados de las escorias y el smog con que el “yo”contamina la interioridad; los pobres son puros, y los puros, sólo ellos, no solamente verán a Dios, sino que también verán el mundo tal como es, sin deformarlo con una visión interesada.


Todos aquellos hombres  que actúan solo bajo los impulsos del “yo”contemplan la vida a través del prisma de sus deseos o de sus miedos. Esta es una discriminación fundamental para entender las formulaciones del hombre cuando se libera de la prisión imaginaria del yo, pues cuando este domina de una u otra manera, todo lo exterior lo pasan por su órbita personal.
                                         
Existe, en cierto modo desligada de lo anterior, otra vertiente en las lecturas posibles de lo dicho sobre el hombre sabio, un hombre puro de corazón. En lo tocante a los intereses. Los propios intereses hacen distorsionar el verdadero rostro de la realidad. Aparece así la dimensión del engaño. De este modo muchas veces hacemos que las cosas sean tal como las deseamos o tememos, no como son en realidad. Pero ellas siguen siendo tal como son: sólo un hombre puro las puede contemplar en su esencial originalidad. Si la pureza nos determinó un tratamiento de las cosas más o menos detallado de las nociones de un corazón que no distorsiona la realidad, el corazón impuro es prisionero siempre del engaño.


Este tipo de engaño incluye evidentemente la participación de la dimensión narcísica, del hombre y mientras éste no se libere y no sea puro no verás las cosas y personas en sí mismas, sino a través del miedo o de la codicia que le causan. Siempre estará cautivo de las miradas de un modo o de otro: de forma apropiada o repulsiva, pero siempre será una deformación de la realidad a causa de la impureza.