Hacia un bello despertar: tercera parte
Salvación. Más allá del sufrimiento
Frente a este "salvarse a la manera
argentina", proponemos cambiar el concepto y postular lo siguiente:
"salvarse" significa reducción del sufrimiento, ir más allá de las
fronteras del dolor y de la angustia superar las diarias dificultades y las
preocupaciones con el menor costo emocional posible, y así, de esta manera, adquirir
temple de ánimo, serenidad, lograr una mejora en la calidad de vida y en las
relaciones sociales.
La idea de salvación está vinculada a una actividad
de índole cultural, superior al orden biológico, que sólo puede darse en el ser
humano. Si bien el hombre no es un ser aparte en el universo. Pertenece al
reino animal, con todos sus instintos y tendencias naturales; pero el hombre
sobrepasa a todos los demás seres de la creación porque es el único ser
viviente inmerso en un mundo cultural. El, al estar inmerso en el universo del
lenguaje es capaz de dar fines a su conducta y de elevarse, por encima de la
satisfacción de sus simples necesidades biológicas sujetas a las leyes de la
naturaleza. Por medio de esto el hombre alcanza un orden que le es propio el
mundo de los valores: la belleza, la verdad, etc. Valores que están íntimamente
relacionado con la actividad espiritual del hombre, por consiguiente es una
actividad exclusivamente humana.
La salvación, tal como la entendemos, significa
además de suprimir o disminuir las fuentes del sufrimiento humano, disponer de
nuestras propias energías y desarrollar nuestros intereses, superar así la
angustia y la permanente obsesión de no pertenecer a este cielo. Significa, en
una palabra, recuperar el lugar propio, la tribu urbana, recuperar los antiguos
pero no obsoletos ropajes de la solidaridad y la compasión, el compañerismo y
el desinterés, la hidalguía y el pudor, la confianza y la discreción, lograr
plena seguridad en la sociedad y sus instituciones, tener plena confianza en el
vecino; en síntesis, significa la ausencia de temor, un ir avanzando de modo
lento pero seguro, hacia la libertad y el despertar.
Y esta tarea no la harán los partidos políticos ni
las instituciones en el sentido
abstracto, sino cada hombre y cada mujer en singular.
Al fin y al cabo, estamos en el viejo umbral del
misterio humano: somos seres que se piensan a sí mismos; somos seres sociales
pero con individualidades bien definidas, somos producto de nuestra herencia
genética y de nuestro tiempo y circunstancia.
En las situaciones difíciles de la vida, en
especial en las emergencias, con frecuencia nos encontramos con que lo
urgente
En las emergencias de la vida, y ante las
exigencias de la vida moderna, con frecuencia nos encontramos con múltiples
estímulos y falsos espejos de colores. También encontramos múltiples ofertas de
la medicina, la farmacología, las terapias convencionales, y las terapias alternativas.
Pero la orientación y el consejo no tienen una
eficacia salvadora milagrosa y automática por el simple hecho de escucharlo o
de seguir un tratamiento médico al pie de la letra. Es la puesta en práctica de
la voluntad de cambio la que convalida o invalida aquellas recomendaciones,
pues cada receta debe ser diferente para cada sujeto sea este un sujeto
individual o una sociedad.
Al final, no existe otra manera
"salvadora" de un organismo que poner manos a la obra.
Esta postura es superada por la fe, pero de ello hablaremos en un otro momento.
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