Hacia un bello despertar: segunda parte
Las distintas concepciones de la salvación
Toda concepción de salvación en este punto a trabajar se basa en una idea profana del término y en una concepción del mundo y de la vida, en una idea acerca de existencia del hombre de su esencia y de su destino de un modo singular.
Las distintas concepciones de la salvación
Toda concepción de salvación en este punto a trabajar se basa en una idea profana del término y en una concepción del mundo y de la vida, en una idea acerca de existencia del hombre de su esencia y de su destino de un modo singular.
Cuando hablamos de salvación nos referimos a
"salvarse para toda la cosecha".
Cuando hablamos los argentinos de
"salvarnos" no nos referimos a
enfermedades terminales o, más concretamente a disfunciones severas. En el caso
de las enfermedades, se trata por lo general de salvarse de la miseria y de las
obligaciones, se trata de un modo de comportamiento compulsivo por medio del
cual el hombre no consigue funcionar en
la sociedad como un adulto responsable.
Estos hombres que quieren "salvarse"
quieren encontrarse en un estado tal en el cual no se sintieran obligados a
comportarse como adultos responsables; como adolescentes y estudiantes
responsables; como sujetos comprometidos con una tarea; y eso significa
"salvarse" para estos individuos. Estas personas, sin embargo son -queremos
creer- ; una minoría en una sociedad de trabajadores silenciosos; necesitan
comportarse como niños desvalidos.
Existe una estrecha correlación entre la doctrina
de la educación y la antropología filosófica, que intenta aclarar la idea del
hombre. Por eso la salvación ha sido entendida –como otros tantos conceptos
atinentes a la condición humana-, de modos muy diversos en cada época y en cada
lugar, según los distintos conceptos que dominaron en su tiempo.
Pero hay en nuestra sociedad otras personas que
funcionan de modo adaptado socialmente, pero que para sostener una apariencia
de conformidad también utilizan mecanismos
defensivos que los lleva a vivir una vida irreal plagada de disimulos y
soportando las agresiones sociales sin protestar, pero interiormente están
decepcionados, frustrados y sienten gran tristeza y dolor. Estos sujetos no son
inadaptados sociales ni profesionales de la mendicidad; pero sufren una lenta y
silenciosa agonía social que les corroe el alma y los llena de frustraciones,
y, con frecuencia, ni siquiera piensan en ello ni saben el por qué están
entrampados en un círculo vicioso entre el deber, el honor, y las frustraciones
al creer que su conducta nada vale para sus compatriotas.
Estos sujetos, sufren por lo general, de un sinfín
de síntomas reflejo de la frustración interna a saber: depresión, insomnio,
úlceras, cefaleas etc. Sacan a relucir siempre sus problemas físicos y sus
dolencias emocionales o sus problemas familiares y sus dificultades económicas.
Pero no son, por lo general más que síntomas que reflejan con debilidad la raíz
del verdadero problema. La verdadera
raíz que da origen a los demás síntomas es la sensación que tienen de que la
vida se les va sin darle la posibilidad
de vivir tal "como se debe", "como Dios manda",
"respetando y siendo respetado"; sienten que los años pasan y los
oportunistas también _enriquecidos claro está por la gran cazuela de la
corruptela Nacional -, y que a ellos, sin embargo, sólo les espera la muerte
sin tener el consuelo de haber vivido. Luchan por su ración de alimento y por
sus escasos placeres. No les falta iniciativa ni voluntad de trabajo, y sin
embargo, sienten que sus creencias son obsoletas, el honor, la lucha y el
sentimiento de cumplir con la sociedad, nada vale en la actual y cruel
actualidad que solo valora al dios oportunista y que no escucha más que a los impíos; y, sienten que nada de lo que aprendieron
tiene cabida en la sociedad actual.
Sin saber explicar su sentir, están asediados por
el nuevo páramo que reemplazó a la verde aldea en la que crecieron. Si se los
interroga por su vida, sus expectativas y
sus proyectos, responderán con evasivas, dirán que ya no tienen tiempo para
proyectar, o que, al menos, no lo encuentran. Sienten permanentemente que sus
energías lo abandonan o que viven conectados a una tribu que ya casi no existe.
Por eso estas personas sienten una desazón general y permanente. El cansancio
vital los consume y ya no saben cómo seguir viviendo.
La propuesta es despertar de todas estas ataduras.
La propuesta es despertar de todas estas ataduras.
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