sábado, 17 de diciembre de 2016

Hacia un bello despertar: segunda parte



Hacia un bello despertar: segunda parte

Las distintas concepciones de la salvación




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Toda concepción de salvación en este punto a trabajar se basa en una idea profana del término y en una concepción del mundo y de la vida, en una idea acerca de existencia del hombre de su esencia y de su destino de un modo singular.
Cuando hablamos de salvación nos referimos a "salvarse para toda la cosecha".

Cuando hablamos los argentinos de "salvarnos"  no nos referimos a enfermedades terminales o, más concretamente a disfunciones severas. En el caso de las enfermedades, se trata por lo general de salvarse de la miseria y de las obligaciones, se trata de un modo de comportamiento compulsivo por medio del cual el  hombre no consigue funcionar en la sociedad como un adulto responsable.
Estos hombres que quieren "salvarse" quieren encontrarse en un estado tal en el cual no se sintieran obligados a comportarse como adultos responsables; como adolescentes y estudiantes responsables; como sujetos comprometidos con una tarea; y eso significa "salvarse" para estos individuos. Estas personas, sin embargo son -queremos creer- ; una minoría en una sociedad de trabajadores silenciosos; necesitan comportarse como niños desvalidos.


Existe una estrecha correlación entre la doctrina de la educación y la antropología filosófica, que intenta aclarar la idea del hombre. Por eso la salvación ha sido entendida –como otros tantos conceptos atinentes a la condición humana-, de modos muy diversos en cada época y en cada lugar, según los distintos conceptos que dominaron en su tiempo.

Pero hay en nuestra sociedad otras personas que funcionan de modo adaptado socialmente, pero que para sostener una apariencia de conformidad también utilizan mecanismos  defensivos que los lleva a vivir una vida irreal plagada de disimulos y soportando las agresiones sociales sin protestar, pero interiormente están decepcionados, frustrados y sienten gran tristeza y dolor. Estos sujetos no son inadaptados sociales ni profesionales de la mendicidad; pero sufren una lenta y silenciosa agonía social que les corroe el alma y los llena de frustraciones, y, con frecuencia, ni siquiera piensan en ello ni saben el por qué están entrampados en un círculo vicioso entre el deber, el honor, y las frustraciones al creer que su conducta nada vale para sus compatriotas.
Estos sujetos, sufren por lo general, de un sinfín de síntomas reflejo de la frustración interna a saber: depresión, insomnio, úlceras, cefaleas etc. Sacan a relucir siempre sus problemas físicos y sus dolencias emocionales o sus problemas familiares y sus dificultades económicas. Pero no son, por lo general más que síntomas que reflejan con debilidad la raíz del verdadero  problema. La verdadera raíz que da origen a los demás síntomas es la sensación que tienen de que la vida se les va sin darle  la posibilidad de vivir tal "como se debe", "como Dios manda", "respetando y siendo respetado"; sienten que los años pasan y los oportunistas también _enriquecidos claro está por la gran cazuela de la corruptela Nacional -, y que a ellos, sin embargo, sólo les espera la muerte sin tener el consuelo de haber vivido. Luchan por su ración de alimento y por sus escasos placeres. No les falta iniciativa ni voluntad de trabajo, y sin embargo, sienten que sus creencias son obsoletas, el honor, la lucha y el sentimiento de cumplir con la sociedad, nada vale en la actual y cruel actualidad que solo valora al dios oportunista y que no escucha más que a los impíos;  y, sienten que nada de lo que aprendieron tiene cabida en la sociedad actual.
Sin saber explicar su sentir, están asediados por el nuevo páramo que reemplazó a la verde aldea en la que crecieron. Si se los interroga  por su vida, sus expectativas y sus proyectos, responderán con evasivas, dirán que ya no tienen tiempo para proyectar, o que, al menos, no lo encuentran. Sienten permanentemente que sus energías lo abandonan o que viven conectados a una tribu que ya casi no existe. Por eso estas personas sienten una desazón general y permanente. El cansancio vital los consume y ya no saben cómo seguir viviendo.
La propuesta es despertar de todas estas ataduras.

                                                      

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