ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Por
la señal...
ACTO
DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor
mío: porque sois la Infinita Bondad, os amo, Señor, más que a todas las
cosas y más que a mí mismo. Me pesa entrañablemente de haberos ofendido; y
por vuestro amor, y porque así lo queréis y me lo mandáis, perdono de todo
corazón a todos mis enemigos, para que Vos, Señor, uséis conmigo de perdón
y misericordia y olvidéis mis pasadas ofensas. Os ofrezco mi vida, mis
obras y mis trabajos en satisfacción de todos mis pecados. Concédeme la
gracia de perseverar en vuestro amor y servicio hasta la muerte. Amén.
ORACIÓN
INICIAL
Dios y Señor nuestro, que, disponiéndolo todo con admirable providencia,
has puesto en tu Iglesia a los Santos para que fuesen un modelo constante
de todas las virtudes, y que, llamándolos a tu seno, los has constituido
nuestros protectores y abogados: escucha propicio los ruegos de tu sierva
Santa Rita, que diste al mundo como ejemplar en los diferentes estados de
la vida, y concédenos que todo cuanto nuestra debilidad no puede por sí obtener
lo consigamos mediante su poderosa intercesión. Amen.
Rezar
la oración del día que corresponda:
ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS
DÍAS
Dulcísimo
y dolorosísimo Jesús, para que todo tu Sacratísimo Cuerpo fuese herido y
atormentado por mis culpas, quisiste que
tu santísima Cabeza fuese coronada de espinas, y te dignaste regalar con
una de ellas a tu escogida Santa Rita, marcándola con esta señal y
señalándola en la frente por Esposa tuya: concédeme, Señor, su intercesión;
y por la sangre que, sirviendo de instrumentos las espinas, manó de tu
delicadísima Cabeza y corrió por tu bellísimo Rostro, haz que, regándose
con ella mi alma, se limpie y purifique de las espinas de tantos pecados
como mortalmente la han herido, y así regada y purificada lleve copiosos
frutos de buenas obras, señalándolos con la final perseverancia, a la que
tienes prometida la vida eterna, en donde te goce y alabe con tu coronada
Esposa, mi protectora y abogada, y con todos los coros de Santos y Ángeles
que te alaban y bendicen en la gloria por toda la eternidad. Amén.
ANTÍFONA
Te saludo, Rita, Esposa que entre espinas de dolor naciste, vaso y aun Rosa
de Cristo, divino amor.
V. Señalaste, Señor, a tu sierva Rita.
R. Con el sello de tu caridad y Pasión.
Señor,
Dios nuestro, que concedisteis a Santa Rita la gracia de llevar en su
frente la señal de vuestra Pasión y en su corazón la caridad ardentísima
del vuestro: otórganos por su intercesión y méritos que amemos a nuestros
prójimos, aunque sean enemigos, con perfecta caridad, y contemplemos perpetuamente
en la espina de la compunción los dolores intensísimos de vuestra Pasión.
Que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
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Por la
señal..., acto de contrición y la oración inicial para todos los días.
ORACIÓN
Astro refulgente de la Iglesia, perla engarzada en la corona del cielo
agustiniano, gloriosa Santa Rita, cuyo nacimiento fue ya presagio de la
futura santidad, celebrada por los ángeles al anunciar a tus cristianos
padres la buena nueva de que te darían a luz, y admirada por los hombres al
contemplar atónitos el estupendo prodigio de aquel panal de riquísima miel
labrado en vuestra boca al entreabrirse a la primera sonrisa de la inocencia:
compadécete de tus devotos, y concédenos, en retorno del acendrado amor que
te profesamos, la gracia de responder con fidelidad a los divinos
llamamientos, para que lleguemos a alcanzar la gloria eterna. Amén.
Terminar
con un Padrenuestro, cuatro Avemarías y la oración final de todos
los días.
DÍA SEGUNDO
Por la
señal..., acto de contrición y la oración inicial para todos los días.
ORACIÓN
Salve, modelo de perfecta obediencia, heroína de abnegación y sufrimiento;
salve, espejo de jóvenes pudorosas, de esposas atribuladas y de madres que
saben amar a los hijos de sus entrañas; salve, mujer fuerte, que,
comprendiendo ser mejor la obediencia que el sacrificio, renunciaste al voto
de virginidad, que tanto te halagaba, para aceptar la Cruz pesadísima del
matrimonio, con todas las consecuencias de un esposo cruel, iracundo y
dominado por los vicios, a quien, como otra Mónica, lograste amansar y
convertir con la elocuencia de tus lágrimas y la eficacia de tu silencio.
Apiádate, ¡oh incomparable Santa Rita!, de nuestra loca y desatendida
juventud; alivia el peso abrumador de tanta tribulación, de tanta hiel y de
tanta amargura como gravita sobre el corazón de las inocentes esposas que,
como vos, no tienen otro consuelo que sus lágrimas y su silencio, y
conseguidnos a todos resignación en los trabajos y fortaleza en la adversidad
para luchar valerosamente hasta alcanzar la eterna bienaventuranza. Amén.
Terminar
con un Padrenuestro, cuatro Avemarías y la oración final de todos los
días.
Por la
señal..., acto de contrición y la oración inicial para todos los días.
ORACIÓN
¡Oh insigne Santa Rita, ejemplar acabado de virtudes cristianas, que,
habiéndoseos arrebatado violentamente a vuestro marido cuando comenzabais a
gustar los frutos de la conversión operada en su alma, merced a la labor
constante de dieciocho años de indecibles sufrimientos, no sólo os
resignasteis con tan terrible pérdida, sino que interpusisteis vuestro
valimiento en favor de los asesinos, y lo que es más, recabasteis del cielo
la muerte de vuestros hijos, temerosa de que con el tiempo vengasen la de su querido
padre! Haced que con la misma generosidad perdonemos a nuestros enemigos, a
fin de que el Señor nos perdone nuestras ofensas. Amén.
Terminar
con un Padrenuestro, cuatro Avemarías y la oración final de todos los días.
Por la
señal..., acto de contrición y la oración inicial para todos los días.
ORACIÓN
¡Oh prodigio de santidad, ilustre Santa Rita, doncella inmaculada, esposa sin
igual, madre excelente y viuda intachable! Para enaltecer y santificar con
vuestra influencia la perfección de todos los estados de la vida os faltaba
realizar el sueño dorado de vuestra infancia: vestir el hábito religioso. ¿
Qué importan los obstáculos y dificultades que puedan presentarse? Vuestras
súplicas y vuestras lágrimas lo allanarán todo, y cuando eso no bastase,
Dios, que vela por ti como por su hija predilecta, enviará del cielo a tus
tres santos abogados, San Juan Bautista, San Agustín y San Nicolás de
Tolentino, quienes te conducirán de la mano, como tres ángeles, a la morada
del Señor, por la que tanto suspiras, donde con los brazos abiertos, y dando
gracias al Altísimo, serás recibida por las observantes hijas del gran
Agustín. Concédenos el don de perseverar en nuestros buenos propósitos, por
graves que sean las tentaciones y dificultades que se nos presenten, hasta
que lleguemos al fin a contemplarle en la Gloria. Amén.
Terminar
con un Padrenuestro, cuatro Avemarías y la oración final de todos los días.
Por la
señal..., acto de contrición y la oración inicial para todos los días.
ORACIÓN
Esclarecida hija de San Agustín, que, habiendo logrado tus deseos de vestir
su santo hábito y ceñir su misteriosa correa, consagrándote totalmente a Dios
por los votos religiosos, te dedicaste a acrisolar tus virtudes en el nuevo
estado, mereciendo, en premio de tu ciega obediencia, inauditas
mortificaciones y continua contemplación de los dolores y afrentas del
Redentor; recibir mercedes estupendas, como la de hacer brotar y reverdecer
en lo más crudo del invierno fragantes rosas y sabrosos frutos, y, sobre
todo, la de sentir clavada en tu frente una de las espinas desprendidas de la
corona del Salvador: alcánzanos una perfecta obediencia a los divinos
Mandamientos, y la gracia de saber orar y tener siempre presente la Cruz y
los padecimientos de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Terminar
con un Padrenuestro, cuatro Avemarías y la oración final de todos los días.
Por la
señal..., acto de contrición y la oración inicial para todos los días.
ORACIÓN
Por los dolores acerbísimos y el riguroso aislamiento que os proporcionó la
irrestañable herida abierta en vuestra frente por el glorioso estigma de la
Cruz, consíguenos, ¡oh serafín de Casia!, que sepamos soportar con cristiana
resignación el peso de las cruces propias de nuestro estado, y que, como vos,
nos gocemos de morir por medio del sufrimiento, crucificados con Cristo
Jesús. Amén.
Terminar
con un Padrenuestro, cuatro Avemarías y la oración final de todos los días.
Por la
señal..., acto de contrición y la oración inicial para todos los días.
ORACIÓN
¡Oh prodigiosa Santa Rita, que en el prolongado martirio de tu vida
recibiste, junto con las hieles de todas las amarguras y de todos los dolores,
el bálsamo de esos consuelos que embriagan y arrebatan el alma, encendiéndola
en mayores deseos de padecer por Cristo, para gozar y reinar después con Él!
Haz que en nuestras desolaciones y sequedades de espíritu descienda sobre
nuestras almas el rocío de los divinos consuelos perseverando sin desmayos en
nuestra oración, para que no cejemos un punto en el ejercicio de las
prácticas piadosas y en el santo servicio de Dios. Amén.
Terminar
con un Padrenuestro, cuatro Avemarías y la oración final de todos los días.
Por la
señal..., acto de contrición y la oración inicial para todos los días.
ORACIÓN
¡Oh gloriosísima Santa Rita, cuya muerte, semejante en todo a vuestra vida,
fue el espectáculo más tierno y conmovedor que puede presenciarse dentro de
los claustros! ¡Qué consejos y qué despedida la vuestra de aquellas hermanas
del alma, que, a la vez que envidiaban tu muerte y se felicitaban por tu
glorioso tránsito, se deshacían en ríos de lágrimas! ¡ Qué fragancia la que
comenzó a despedir la llaga de tu frente! ¡ Qué mirar tan dulce el de tus
ojos! ¡Qué suspiros tan tiernos y qué abrazo tan celestial coronaron tu
preciosa existencia! Por todas estas maravillas te suplicamos nos concedas la
gracia de la perseverancia final y una muerte preciosa ante los ojos del
Señor. Amén.
Terminar
con un Padrenuestro, cuatro Avemarías y la oración final de todos los días.
Por la
señal..., acto de contrición y la oración inicial para todos los días.
ORACIÓN
¡Oh incomparable Santa Rita, que, después de haber enaltecido y santificado
con tus heroicas virtudes todos los estados de vida que la mujer puede
abrazar en este mundo; de doncella, madre, viuda y religiosa, dejando en
todos ellos ejemplos admirables que imitar, inauguraste con tu preciosa
muerte el período de estupendos milagros, que te merecieron el título de
Abogada de imposibles, por no haber negocio, ni conflicto, ni situación, por
ardua y desesperada que parezca, que no tenga fácil y suave resolución
acudiendo a ti, de quien con verdad puede decirse que todo lo puedes, porque
todo cuanto pides lo consigues de Aquel para quien nada hay imposible!
Consíguenos, Santa bendita, en retorno del amor que te profesamos, de las
simpatías que por ti sentimos y de la fe y el entusiasmo con que te
tributamos el pobre obsequio de esta Novena, la gracia de cumplir honrada y
noblemente los deberes de nuestro estado, santificándonos en él y salvándonos
por él, mediante los méritos de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Terminar
con un Padrenuestro, cuatro Avemarías y la oración final de todos los días.
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