Oraciones para la cuaresma
Conversión
Sigue
curvado sobre mí, Señor,
remodelándome,
aunque yo
me resista.
¡Qué
atrevido pensar
que tengo
yo mi llave!
¡Si no sé
de mí mismo!
Si nadie
como Tú puede decirme
lo que
llevo en mi dentro.
Ni nadie
hacer que vuelva
de mis
caminos
que no
son como los tuyos.
Sigue
curvado sobre mí,
tallándome,
aunque a
veces de dolor te grite.
Soy pura
debilidad, Tú bien lo
sabes.
Tanta,
que, a ratos,
hasta me
duelen tus caricias.
Lábrame
los ojos y las manos,
la mente
y la memoria,
y el
corazón, que es mi sagrado,
al que no
Te dejo entrar
cuando me
llamas.
Entra,
Señor, sin llamar,
sin mi
permiso.
Tú tienes
otra llave,
además de
la mía,
que en mi
día primero Tú me diste,
y que
empleo, pueril, para
cerrarme.
Que
sienta sobre mí tu ‘conversión’
y se
encienda la mía
del fuego
de la Tuya,
que arde
siempre,
allá en
mi dentro.
Y empiece
a ser hermano,
a ser
humano,
a ser
persona.
¡Qué
paciencia, Señor,
sobre Tu
mundo,
que
nosotros tratamos,
mal-tratamos,
como si
fuera nuestro,
del
primero que llegue,
el más
astuto,
o el más
ladino,
o de
aquel o de aquella,
a quien
no duele
pisar a
los demás,
como se
pisa
la uva en
el lagar,
o una
hormiga, o un escarabajo.
Sigue
vuelto, Señor
con Tu
sol y Tu lluvia
para
todos,
para
buenos y malos,
pacientes
y violentos,
víctimas
y verdugos,
lloviendo
y calentando
esta
tierra que somos.
Sigue
haciendo germinar
en todos
la
semilla que eres
¡Que la
hagamos crecer,
sin
desmayarnos,
entre
tanta cizaña!
Y que dé
de comer a mucha gente
pan Tuyo
y pan nuestro
el que de
Ti hemos aprendido a ser
multiplicándonos.
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