En el Santuario de Jesús Misericordioso, el pasado 26 de diciembre nos han regalado un hermoso volante. Aquí les comparto algunas palabras acerca de la misericordia en Tiempo de Navidad.
Una
de las oraciones que la Iglesia reza especialmente en este tiempo de Navidad,
es el cántico de Zacarías, el padre de Juan el Bautista.
En
su canto, este anciano dice:
“Por
las entrañas de misericordia de nuestro Dios, nos visitará el Sol que nace de
lo alto”. (Lc. 1,78)
La
imagen “entrañas de misericordia” manifiesta que la misericordia de Dios nace
desde sus fibras más íntimas, desde lo más hondo de su ser. Así nos lo enseña
también San Juan Pablo II:
“El
vocablo hebreo que sirve para definir la misericordia es rahamim. Rahamim en su
raíz, denota el amor de la madre (rehem = regazo materno). Este amor es
totalmente gratuito, no fruto de mérito y bajo este aspecto constituye una
necesidad interior: es una exigencia del corazón. Rahamim engendra una escala
de sentimientos, entre los que están la bondad y la ternura, la paciencia y la comprensión,
es decir, la disposición a perdonar” (Dives in misericordia, III. 4. 52)
Dios
nos ama con entrañas de misericordia, como una madre ama a su niño. Por eso, Él
se conmueve hasta lo más profundo cuando nos ve en situación de peligro, de
angustia o de pecado. Se compadece de todo esto que nos pasa y quiere socorrernos.
Escuchar
que Dios tiene “entrañas de misericordia” es una invitación para confiar en su
amor y recibir con alegría su visita. Porque, como cantó el mismo Zacarías,
esta visita es:
“para
iluminar a los que están
en
tinieblas y en la sombra
de
la muerte, y guiar nuestros pasos
por
el camino de la paz”
(Lc
1, 79)
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