CUARESMA
UN TIEMPO DE GRACIA Y
CONVERSIÓN
La cuaresma es tiempo de conversión,
pero es ante todo, un tiempo de gracia.
¿Qué es la cuaresma?
La Cuaresma es el tiempo litúrgico
de conversión, que indica la Santa Madre Iglesia para prepararnos a la gran
fiesta de la Pascua.
Es un tiempo de gracia para
arrepentirnos de nuestros pecados y para cambiar aquello que en nosotros
no es agradable a los ojos de Dios. Es un tiempo para ser mejores y poder vivir
más cerca de Cristo.
Significado
Del latín, Cuaresma:
“quadragésima”, significa el “cuadragésimo día antes de la pascua”.
Son los 40 días de preparación
previos a la gran fiesta de la Pascua.
La duración de la Cuaresma (40
días) se basa en lo simbólico del número cuarenta en la Biblia, en la que
encontramos variadas referencias:
REFERENCIAS BÍBLICAS:
- cuarenta días del diluvio
- cuarenta años de la marcha del pueblo judío por el
desierto
- cuarenta días de Moisés y de Elías en la montaña; previos
al encuentro de Yahveh
- cuarenta
días empleados por Jonás para alcanzar la penitencia
- cuarenta días que pasó Jesús en el desierto antes de
comenzar su vida pública
- de
los 400 años que duró la estancia de los judíos en Egipto.
Este significado teológico de la
Cuaresma es rico y conlleva un enfoque doctrinal peculiar.
En primer lugar, observamos que toda la tradición occidental inicia la
Cuaresma con la lectura del Evangelio de las tentaciones de Jesús en el
desierto: el período cuaresmal constituye, pues, una experiencia de
desierto, que al igual que en el caso del Señor, se prolonga durante
cuarenta días.
En segundo lugar, durante la Cuaresma, la Iglesia vive un
combate espiritual intenso, como tiempo de ayuno y de prueba. Así lo
manifiestan y expresan históricamente también los cuarenta años de
peregrinación del pueblo de Israel por el Sinaí.
Por estos simbolismos que enriquecen el número cuarenta, tal como
lo observamos tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, la
cuaresma evoca la idea de preparación, penitencia y el perdón, de ayuno, de
reconciliación de los penitentes.
Por último, vemos que la tradición cristiana ha interpretado también el
número cuarenta como expresión del tiempo de la vida presente y anticipo del
mundo futuro.
Ya el Concilio Vaticano II (cfr. SC
109) señaló que la Cuaresma posee una doble dimensión:
- bautismal
- penitencial
El Concilio Vaticano II, ha subrayado
el carácter de tiempo de preparación para la Pascua en un clima de atenta
escucha a la Palabra de Dios y oración incesante.
Un poco de Historia
La difundida práctica de la Cuaresma,
data del siglo IV, en esos años, se tendió a constituirla en un “tiempo
de penitencia y de renovación” para toda la Iglesia, con la práctica
del ayuno y de la abstinencia.
Esta práctica si bien se conservó con
bastante vigor, -al menos en un principio-, en las iglesias de oriente, se ve
cada vez más aligerada en occidente; sin embargo se mantiene y se observa un
espíritu penitencial y de conversión en nuestro tiempo.
¿Cómo y cuándo empezó a vivirse la
Cuaresma?
La celebración de la Pascua del
Señor, constituye, sin duda, la fiesta magna del año litúrgico. De aquí que,
cuando en el siglo II, la
Iglesia comenzó a celebrar anualmente el misterio pascual de Cristo, advirtió la
necesidad de una preparación conveniente, por medio de la oración y del ayuno,
según el modo prescrito por el Señor.
Surgió
de este modo la piadosa costumbre del ayuno previo a la Pascua del viernes
y sábado santos, como preparación al Domingo de Resurrección.
Estas costumbres de preparación pascual se consolidó hasta llegar a constituir la realidad litúrgica que hoy conocemos como Tiempo de Cuaresma. Ya la primitiva celebración de la Pascua del Señor conoció la praxis del ayuno preparatorio el viernes y sábado previos. Pero fue en el siglo IV cuando se consolidó la estructura cuaresmal de cuarenta días.
¿Por qué la ceniza?
- Hacia finales del siglo V, el miércoles y viernes previos al primer domingo de cuaresma comenzaron a celebrarse como si formaran parte del período penitencial, probablemente como medio de compensar los domingos y días en los que se rompía el ayuno.
- Dicho miércoles, los penitentes, por la imposición de la ceniza, ingresaban en el orden que regulaba la penitencia canónica.
- Cuando la institución penitencial desapareció, el rito se extendió a toda la comunidad cristiana: este es el origen del Miércoles de Ceniza o «Feria IV anerum».
- El proceso de alargamiento del período penitencial continuó de forma irremediable. Esta anticipación del ayuno cuaresmal no es exclusivamente romana: se encuentra también en Oriente, y en diversas regiones de Occidente.
- Probablemente se trata de una praxis originada en la ascesis monástica y más tarde propagada entre la comunidad cristiana, aunque resulte difícil conocer sus características.
El
tiempo de cuaresma
El
tiempo de Cuaresma se extiende desde el miércoles de Ceniza, y finaliza antes
de la Misa de la cena del Señor del Jueves Santo, este período cuaresmal
concluye la mañana del Jueves Santo con la Misa crismal —Missa Chrismalis— que
el obispo concelebra con sus presbíteros. Esta Misa manifiesta la comunión del
obispo y sus presbíteros en el único e idéntico sacerdocio y ministerio de
Cristo. Durante la celebración se bendicen, además, los santos óleos y se
consagra el crisma.
Color litúrgico
El color litúrgico de
este tiempo es el morado que significa luto y penitencia.
Miércoles de Ceniza
·
El miércoles de Ceniza es día de ayuno
y abstinencia.
·
Los viernes de Cuaresma se observa la
abstinencia de carne.
·
El viernes Santo también se viven el
ayuno y la abstinencia.
·
Con la imposición de las cenizas, se
inicia una estación espiritual importante para todo cristiano que quiera
prepararse dignamente para la vivir el Misterio Pascual: la Pasión, Muerte y
Resurrección del Señor Jesús.
·
Este tiempo del Año Litúrgico se
caracteriza por el mensaje bíblico que puede ser resumido en una sola palabra:
"metanoeiete", es decir "Convertíos"
·
Este imperativo “convertios” es
propuesto a la mente de los fieles mediante el rito austero de la imposición de
ceniza, el cual, con las palabras "Convertíos y creed en el
Evangelio" y con la expresión "Acuérdate que eres polvo y al polvo
volverás", invita a todos a reflexionar acerca del deber de la conversión,
recordando la inexorable caducidad y efímera fragilidad de la vida humana, sujeta
a la muerte.
·
La sugestiva ceremonia de
la ceniza eleva nuestras mentes a la realidad eterna que no pasa
jamás, a Dios; principio y fin, alfa y omega de nuestra existencia.
·
La conversión es, un volver a
Dios, valorando las realidades terrenales bajo la luz indefectible de su
verdad.
·
Una valoración que implica una
conciencia cada vez más diáfana del hecho de que estamos de paso en la
tierra, y que nos impulsa y estimula a trabajar hasta el final, a fin de que el
Reino de Dios se instaure dentro de nosotros y triunfe su justicia.
·
Sinónimo de "conversión" es
así mismo la palabra "penitencia": Penitencia como cambio de
mentalidad. Penitencia como expresión de libre y positivo esfuerzo en el
seguimiento de Cristo.
Tradición en la
Iglesia primitiva
· En
la Iglesia primitiva, variaba la duración de la Cuaresma, pero eventualmente
comenzaba seis semanas (es decir 42 días) antes de la Pascua.
· Esto
sólo daba por resultado 36 días de ayuno (ya que se excluían los domingos).
· En
el siglo VII se agregaron cuatro días antes del primer domingo de Cuaresma
estableciendo los cuarenta días de ayuno, para imitar el ayuno de Cristo en el
desierto.
· Era
una práctica común en Roma que los penitentes comenzaran su penitencia pública
el primer día de Cuaresma.
· Ellos,
los penitentes romanos, eran salpicados de cenizas, vestidos en sayal y
obligados a mantenerse lejos hasta que se reconciliaran con la Iglesia el
Jueves Santo o el Jueves antes de la Pascua.
· Cuando
estas prácticas cayeron en desuso (desde del siglo VIII al siglo X), el inicio
de la temporada penitencial de la Cuaresma fue simbolizada colocando ceniza en
las cabezas de todos los fieles de la congregación.
· Hoy
en día en la Iglesia, el Miércoles de Ceniza, el cristiano recibe una cruz
en la frente con las cenizas obtenidas al quemar las palmas usadas en el
Domingo de Ramos previo.
Significado simbólico de la Ceniza
· La
ceniza, del latín "cinis", es el producto de la
combustión de algo por el fuego. Fácilmente adquirió un sentido simbólico de
muerte, caducidad, y en sentido trasladado, de humildad y penitencia.
· En
Jonás 3,6 sirve, por ejemplo, para describir la conversión de los habitantes de
Nínive.
· Muchas
veces se une al "polvo" de la tierra: "en verdad soy polvo y
ceniza", dice Abraham en Gén. 18,27.
· El
Miércoles de Ceniza, el anterior al primer domingo de Cuaresma, se realiza el
gesto simbólico de la imposición de ceniza en la frente (fruto de la cremación
de las palmas del año pasado). Se hace como respuesta a la Palabra de Dios
que nos invita a la conversión, como inicio y puerta del ayuno cuaresmal y de
la marcha de preparación a la Pascua.
· La
Cuaresma empieza con ceniza y termina con el fuego, el agua y la luz de la
Vigilia Pascual. Algo debe quemarse y destruirse en nosotros -el hombre viejo-
para dar lugar a la novedad de la vida pascual de Cristo.
· Mientras
el ministro impone la ceniza dice estas dos expresiones, alternativamente:
"Arrepiéntete y cree en el Evangelio" (Cf Mc1,15) y "Acuérdate
de que eres polvo y al polvo has de volver" (Cf Gén 3,19): un signo y unas
palabras que expresan muy bien nuestra caducidad, nuestra conversión y
aceptación del Evangelio, o sea, la novedad de vida que Cristo cada año quiere
comunicarnos en la Pascua.
Tiempo de conversión, reflexión, penitencia, perdón y preparación para la Pascua
· En la Cuaresma, es Cristo quien nos invita a cambiar
de vida.
· La Iglesia nos invita a vivir la Cuaresma como un
camino hacia Jesucristo, escuchar la Palabra de Dios,
orar, compartir con el prójimo y hacer obras buenas.
· Nos invita a vivir una serie de actitudes cristianas
que nos ayudan a parecernos más a Jesucristo, ya que por acción de nuestro
pecado, nos alejamos más de Dios.
· Tiempo de conversión: la conversión es
una inmersión en el eterno designio de Dios. No se trata tanto de hacer un
esfuerzo cuanto de descubrir lo que ya somos, por la gracia.
· Tiempo
bautismal: la cuaresma es un tiempo bautismal, toda la Iglesia
vuelve a "zambullirse" en Cristo. Si es verdad que ya nos ha
liberado, no lo es menos que nos hará libres
· La
conversión cuaresmal no tiene otra razón de ser que la de llegar a ser por la
gracia lo que ya somos por carácter.
· Se
nos invita a redescubrir "nuestra raíz", pues nuestra raíz permanente
en este mundo es Jesús, muerto y resucitado, que no cesa de germinar en la
tierra de los hombres. Esta raíz permanente es obra del Espíritu, que nos hace
capaces de entrar en comunión con el Dios de amor y de vida.
· El
bautismo es un acto único en la vida del creyente que le permite unirse a ese
otro acto único que, en la historia, marca el advenimiento de los últimos
tiempos, la muerte y resurrección de Jesús. Lo que aconteció en Jesús se hace
realidad en cada hombre.
· Las
limitaciones que experimentamos y que nos acortan no son únicamente las de
nuestra condición humana, sino más bien las de nuestra condición humana
"disminuida". El pecado nos rodea, pero, cuando tratamos de romper su
cerco, nos hacemos "capaces" de acercarnos a Dios.
· Por ello, la Cuaresma es el
tiempo del perdón y de la reconciliación fraterna. En Cuaresma, aprendemos a
conocer y apreciar la Cruz de Jesús. Con esto aprendemos también a tomar
nuestra cruz con alegría para alcanzar la gloria de la resurrección.
· Durante este tiempo especial
de purificación, contamos con una serie de medios concretos que la Iglesia nos
propone y que nos ayudan a vivir la dinámica cuaresmal.
· Ante todo, la vida de oración, condición
indispensable para el encuentro con Dios.
· Asimismo, debemos atender y meditarla
Palabra de Dios, la asistencia frecuente al Sacramento de la Reconciliación y
la Eucaristía.
· La mortificación y la
práctica del ayuno son fundamentales, y la renuncia en las circunstancias
ordinarias de nuestra vida, también constituyen un medio concreto para vivir el
espíritu de Cuaresma. No se trata tanto de crear ocasiones extraordinarias,
sino más bien, de saber ofrecer aquellas circunstancias cotidianas que nos son
molestas, de aceptar con humildad, gozo y alegría, los distintos contratiempos
que se nos presentan a diario. De la misma manera, el saber renunciar a ciertas
cosas legítimas nos ayuda a vivir el desapego y desprendimiento.
· De entre las distintas
prácticas cuaresmales que nos propone la Iglesia, Ia vivencia de Ia caridad
ocupa un lugar especial.
Cómo vivir la
Cuaresma
· 1.
Arrepentirse de los pecados y confesarlos.
· Pensar en qué hemos ofendido
a Dios, Nuestro Señor. Éste es un muy buen momento del año para llevar a cabo
una confesión preparada y de corazón. Revisar los mandamientos de Dios y de la
Iglesia para poder hacer una buena confesión.
· 2. Luchar por cambiar.
· Analizar nuestra conducta
para conocer en qué estamos fallando. Hacer propósitos para cumplir día
con día y revisar en la noche si lo logramos.
· 3. Hacer sacrificios.
· La palabra sacrificio viene
del latín sacrum-facere, que significa "hacer sagrado". Entonces,
hacer un sacrificio es hacer una cosa sagrada, es decir, ofrecerla a Dios por
amor. Hacer sacrificio es ofrecer a Dios, porque lo amas, cosas que te cuestan
trabajo.
· 4. Hacer oración.
· Aprovechar estos días para
orar, para hablar con Dios.
· El ayuno consiste
en hacer una sola comida fuerte al día. La abstinencia consiste
en no comer carne.
· La abstinencia obliga a las
personas a partir de los catorce años y el ayuno de los dieciocho hasta los
cincuenta y nueve años de edad.
· Con estos sacrificios, se
trata de que todo nuestro ser (espíritu, alma y cuerpo) participe en un acto
donde reconozca la necesidad de hacer obras con las que reparemos el daño
ocasionado con nuestros pecados y para el bien de la Iglesia.
· El ayuno y la abstinencia se
pueden cambiar por otro sacrificio, dependiendo de lo que dicten las
Conferencias Episcopales de cada país, pues ellas son las que tienen autoridad
para determinar las diversas formas de penitencia cristiana.
¿Por qué el Ayuno?
Es necesario dar una respuesta profunda a esta pregunta, para que quede clara la relación entre el ayuno y la conversión, esto es, la transformación espiritual que acerca del hombre a Dios.
El abstenerse de la comida y la bebida
tienen como fin introducir en la existencia del hombre no sólo el equilibrio
necesario, sino también el desprendimiento de lo que se podría definir como
"actitud consumística".
Tal actitud ha venido a ser en nuestro
tiempo una de las características de la civilización occidental. El hombre,
orientado hacia los bienes materiales, muy frecuentemente abusa de ellos. La
civilización se mide entonces según la cantidad y la calidad de las cosas que
están en condiciones de proveer al hombre y no se mide con el metro adecuado al
hombre.
Esta civilización de consumo suministra
los bienes materiales no sólo para que sirvan al hombre en orden a desarrollar
las actividades creativas y útiles, sino cada vez más para satisfacer los
sentidos, la excitación que se deriva de ellos, el placer, una multiplicación
de sensaciones cada vez mayor.
Ayunar significa abstenerse de algo. El
hombre es él mismo sólo cuando logra decirse a sí mismo: No.
No es la renuncia por la renuncia: sino
para el mejor y más equilibrado desarrollo de sí mismo, para vivir mejor los
valores superiores, para el dominio de sí mismo.
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